Jorge Enrique Vélez, columnista invitado

Opinión

Benedetti

Con esta declaración, rechazó la intención de algunos de sus ministros de imponerle sus ideales ideológicos y sus propios intereses, como si se tratara de un sindicato.

Jorge Enrique Vélez
12 de febrero de 2025

La semana pasada, Colombia vivió un verdadero tsunami político que tuvo como principales protagonistas al gobierno de Gustavo Petro y a la izquierda colombiana. Los acontecimientos ocurridos en ese consejo de gobierno desencadenaron consecuencias inmediatas y, sin duda, traerán otras en los próximos días, profundizando una división que el propio presidente ya había advertido.

Durante la reunión, Petro recordó a los miembros de su gabinete, quienes representan diversas corrientes de la izquierda colombiana, que él no es el líder de una izquierda unificada, sino el representante de su propio partido progresista, el principal impulsor de su elección como presidente. Con esta declaración, rechazó la intención de algunos de sus ministros de imponerle sus ideales ideológicos y sus propios intereses, como si se tratara de un sindicato. Esa postura, sin duda, tendrá repercusiones incalculables.

Ahora, la nueva estrategia del gobierno quedará en manos de una sola persona: Armando Benedetti. Con una trayectoria de años en la política, Benedetti ha demostrado ser un verdadero kamikaze político, dispuesto a hacer lo que sea necesario para alcanzar sus objetivos. Su estilo, marcado por la determinación y la ausencia de concesiones, garantiza que avanzará sin medir consecuencias ni negociar sus estrategias, como lo ha hecho a lo largo de su carrera.

Recordarán que, en ese consejo de gobierno, el propio presidente de la República afirmó que Armando Benedetti es una figura clave en su proyecto político. Además, dejó claro que dicho proyecto no pertenece ni a la derecha ni a la izquierda, sino que representa la esencia del progresismo. Con esta declaración, Petro marcó una ruptura no solo con sectores de la izquierda colombiana, sino también con algunas organizaciones políticas que se creían dueñas y parte fundamental de su proceso político.

Benedetti conoce bien estos movimientos, y no hay duda de que por esa razón el presidente lo mantendrá a su lado durante el último año y medio de su mandato. Petro entiende que, al finalizar su gobierno, necesitará un estratega y un fusible político como él, quien fue su principal aliado en la consecución de la Presidencia.

Muchos de los actuales funcionarios, que en su mayoría no fueron determinantes en la victoria electoral, parecían querer organizar una especie de sindicato dentro del gobierno. No obstante, Petro dejó en claro que él no recibe órdenes de nadie ni permitirá estructuras de poder internas que lo condicionen. Por ello, decidió respaldar completamente a Benedetti, otorgándole un rol clave en la recuperación de la poca credibilidad que le queda a su gobierno debido a la baja ejecución de los ministerios. Además, Benedetti asumirá el papel de catalizador frente a las múltiples acusaciones que enfrenta el presidente.

Desde su nuevo cargo, será el encargado de estructurar el progresismo como una corriente política consolidada una vez termine el actual gobierno. Esto sugiere que la organización resultante no será necesariamente el Pacto Histórico, sino una nueva plataforma progresista. La fragmentación y los intereses personales dentro de los diez partidos que conforman la coalición oficialista han evidenciado que la unidad es una tarea difícil. Petro ya les pidió que se unan para las elecciones de 2026, pero hasta ahora no ha sido posible, algo que quedó en evidencia durante el consejo de gobierno.

Incluso la vicepresidenta y varios ministros demostraron tener intereses paralelos, alejados del progresismo. Por eso, el presidente fue enfático al señalar que quienes no estén alineados con su proyecto político deberían dar un paso al costado.

Por eso, Benedetti jugará un papel fundamental, tal como lo hizo en la campaña presidencial. Ahora, ante un panorama negativo tanto para el presente como para el futuro político de Petro y su organización, su rol será clave. Armando Benedetti, un político sin duda controvertido y cuestionado, no solo dentro del gobierno de Gustavo Petro, sino en varias administraciones de las últimas décadas, aplicará su estilo directo y a menudo provocador en la comunicación. Esto probablemente generará fricciones dentro del gobierno, forzando a algunos funcionarios a dar un paso al costado.

A través de él, el presidente busca no solo recuperar la credibilidad de su administración —una tarea difícil— sino también alinear a su equipo dentro de su organización política, algo crucial para su futuro una vez finalice su mandato.

No cabe duda de que el verdadero propósito de Benedetti dentro del gabinete será fortalecer las alianzas políticas y tratar de sacar adelante las reformas prioritarias del gobierno. Con la inminente salida del ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, solo Benedetti y, posiblemente, Roy Barreras —quien aún no define si se sumará al gobierno o se enfocará en sus aspiraciones personales— pueden intentar obtener algún tipo de resultado en favor de las reformas de salud, laboral y tributaria, pese a las dificultades que enfrenta el gobierno.

Lo que sí está claro es que Benedetti tendrá la tarea de influir en la estabilidad y la unidad de una coalición marcada por intereses y estilos diversos. Manejar estas tensiones será crucial para recuperar parte del respaldo que el gobierno ha perdido tanto en el Congreso como en la ciudadanía. Además, deberá garantizar, tal como lo exigió Petro en el consejo de gobierno, que se cumplan los compromisos con las regiones, donde hasta ahora los resultados han sido escasos.

Si Armando Benedetti quiere cumplir con el encargo del presidente, deberá actuar con extrema cautela para ejecutar correctamente la tarea que se le ha encomendado. Su nombramiento representa un riesgo significativo para el gobierno, que ya enfrenta una reputación debilitada. Pese a esto, Petro se vio obligado a tomar esta decisión, ya que se estaba quedando sin opciones y recurrió a su amigo y socio para enfrentar el desafío.

El principal reto de Benedetti será superar la fractura interna que dejó el consejo de gobierno. Para ello, deberá hacer un esfuerzo por enviar un mensaje claro y consistente a los miembros del gabinete, instándolos a trabajar en unidad para defender y materializar los objetivos del presidente. Sin embargo, esto no será una tarea sencilla.

El gobierno no solo enfrenta divisiones dentro del gabinete, sino también una coalición en el Congreso débil y poco alineada, debido a las marcadas diferencias ideológicas y posiciones políticas de sus integrantes. A esto se suma la proximidad de las elecciones parlamentarias y presidenciales en Colombia, un contexto que intensifica las tensiones y hace que los desacuerdos sean parte del día a día.

El panorama político está más incierto que nunca, y la oposición podría aprovechar esta crisis para fortalecerse. Lo que suceda en los próximos meses será, sin duda, un espectáculo digno de seguir de cerca.

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