
Opinión
Cinco años de una pandemia
Aún no nos hemos recuperado de las consecuencias económicas del covid-19.
Recuerdo —como si fuera ayer— ese viernes 6 de marzo cuando, afanosamente, nos desplazábamos con el equipo de prensa del Ministerio de Salud hacia las instalaciones de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD). Nos dirigíamos a comunicarle al país que se había identificado y confirmado el primer caso positivo de covid-19 en Colombia.
Difícilmente nos pasaba por la cabeza lo que iban a significar los siguientes 28 meses de emergencia sanitaria, cuando el país tuvo que enfrentar la mayor crisis de salud pública en toda su historia. Según las estimaciones actuales, el covid-19 causó la muerte de más de 20 millones de personas en el mundo. Millones de personas fueron infectadas y cientos de miles sufrieron secuelas que afectaron su salud durante los siguientes años.
Aún no nos hemos recuperado de las consecuencias económicas del covid-19. Las cadenas de suministros de bienes y servicios a nivel global aún no se terminan de estabilizar. Todavía no se controla la inflación generada y aún se siente la afectación en la salud mental de miles de personas que tuvieron que afrontar los largos confinamientos.
A pesar de todo, tuvimos mucha suerte. Nunca en la historia de la medicina se había desarrollado una vacuna altamente efectiva, en un periodo de meses. Basta pensar en todo lo que ha tomado desarrollar una vacuna contra la malaria o el hecho de que aún no tenemos una vacuna contra el VIH. La ironía es que la progresión de la pandemia del covid-19 fue muy acelerada, en menos de seis meses prácticamente había abarcado toda la geografía. Por ejemplo, la peste negra tomo décadas para transitar desde Asia hacia Europa, y en un mundo interconectado, somos más vulnerables en la progresión de las enfermedades: nuestra única ventaja son las posibilidades de la tecnología.
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Esta no será la última pandemia y probablemente la siguiente se encuentra a la vuelta de la esquina, literalmente hablando. Hoy, como nunca, hemos derribado las barreras ambientales que limitaban el contacto con los virus y bacterias salvajes. Este es el costo de la civilización. La vida urbana trajo mucha más higiene a nuestras vidas, pero eso también nos hizo más susceptibles frente a los gérmenes que llegan desde los reservorios animales.
Tres lecciones que dejó la pandemia a Colombia:
- Los colombianos podemos ser tremendamente cohesionados y solidarios si los gobernantes demuestran que sus acciones están orientadas hacia el bien común y no expresan intereses particulares.
- En contraste con las narrativas de años, teníamos un sistema de salud robusto que podía integrarse y alinearse bajo la rectoría del Gobierno nacional, para dar una respuesta efectiva a los ciudadanos.
- No hay tal dualidad entre la salud y la economía en riesgos sanitarios extremos. Es necesario intervenir la salud, pero también, y con igual énfasis, mantener el funcionamiento de la sociedad.
Un colombiano me detuvo estos días en la calle para darme un mensaje: “Nunca durante toda mi vida había sentido que el Estado nos podía tratar a todos por igual, independientemente de origen y nivel socioeconómico, como durante el Plan de Vacunación contra el covid-19. No hubo preferencias, esperamos —con ansiedad— nuestro turno para vacunarnos, se nos trató con respeto y eficiencia en los puestos de vacunación”.
La cohesión y el trabajo en equipo fueron esenciales para el manejo de la pandemia. Los colombianos fueron afortunados de contar en ese momento con un presidente que creyó —hasta el último día de la emergencia— que en el control de la pandemia no cabían decisiones políticas, porque era la evidencia científica la que debía guiar las decisiones.
En ese entonces, un grupo de ministros trabajó día y noche sin protagonismos, con la urgencia de acertar en sus decisiones. Y en el Ministerio de Salud, para mi fortuna, me acompañó el mejor equipo de personas con el profesionalismo y toda la humanidad para afrontar semejante reto. Queda para la historia cómo logramos recuperar rápidamente la economía, con un crecimiento del 10,7 % en 2021 y de 6,5 % en 2022.
Pero, como en cualquier proyecto de esta envergadura, existen miles de colombianos que hicieron enormes contribuciones con su trabajo en los hospitales y en centros de investigación. También personas y entidades privadas que apoyaron —al ministerio y las entidades territoriales— para la toma de decisiones y la coordinación de acciones efectivas. Así mismo, en las acciones desde la Fuerza Pública que permitieron el mantenimiento de la convivencia en una situación tan extrema como el confinamiento, en los medios de comunicación, en las altas cortes y los juzgados que detuvieron aluviones de tutelas contra las medidas adelantadas.
Estos fueron y son esfuerzos que ojalá no queden anónimos para la historia del país y que sirvan en el futuro para enfrentar las nuevas e ineludibles pandemias que, indudablemente, nos afectarán.