
Opinión
Colombia desunida y el 2026 a la vuelta de la esquina
Colombia experimenta una crisis profunda en su etapa preelectoral, teniendo como base una increíble incertidumbre y desorganización, siendo esta la consecuencia de la violencia contra candidatos y en especial la división que presenta la derecha colombiana.
Estamos a menos de 313 días de las elecciones presidenciales, que resultan ser imperativas para darle un nuevo rumbo a Colombia. No obstante, la situación de la democracia resulta estar bajo la cuerda floja. Esto se debe a las actuaciones y expresiones del presidente de la República, los planes de grupos al margen de la ley de sabotear las elecciones del 2026 y la desunión en la que están sucumbiendo algunos precandidatos. Esto trae una incertidumbre sin precedentes al panorama político, lo que puede repetir los resultados de las elecciones de 2022, por lo que los precandidatos deben ponerse las pilas porque el 2026 está a la vuelta de la esquina.
Sin duda, el primer hecho que provocó un terremoto en el panorama democrático de Colombia fue la tentativa de homicidio a Miguel Uribe. Sin embargo, el propio acto y las intenciones que estuvieron detrás con este intento de magnicidio, le demostraron al país que los grupos ilegales, fortalecidos por la negligencia del Gobierno nacional, buscan, una vez más, destruir nuestras instituciones. Por otra parte, las intenciones del presidente de la República de desconocer las elecciones de 2026, resultan ser cada vez más preocupantes. Esto se debe principalmente a su constante intención de crear una asamblea constituyente durante las elecciones legislativas y a su afirmación de que podría haber un fraude físico en la organización electoral, debido a que se le otorgó el contrato a la empresa Thomas and Grefg. Esto significa que para 2026 los candidatos se enfrentarán a un panorama electoral sumamente violento y a unas instituciones debilitadas por un presidente con ínfulas de dictador.
Por otra parte, actualmente se tienen alrededor de 75 precandidatos, de los cuales muchos no alcanzarán el umbral de firmas. Sumado a las consultas internas confirmadas para el 26 de octubre y la consulta interpartidista programada para marzo de 2026, lo que en papel podría sonar organizado, tiene el riesgo de terminar como las elecciones de 2022.
Aunque en lo que va del 2025 destacan figuras como Vicky Dávila, Gustavo Bolívar, Sergio Fajardo, Claudia López, Juan Manuel Galán, María Fernanda Cabal y el nuevo contendiente Abelardo de la Espriella, es importante resaltar que no hay un candidato con suficiente fuerza para sobresalir entre los demás aspirantes. Además, se ha observado desinterés de varios candidatos en participar en las consultas interpartidistas del próximo año. Esto ocurre a pesar de que figuras como Álvaro Uribe Vélez han reunido a precandidatos de diferentes orillas políticas en un evento de seguridad que sirvió como excusa para crear mayor cohesión entre los aspirantes.
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Ahora bien, al realizar un examen de la estrategia política desarrollada por la derecha, es preocupante notar que existe una desunión entre sus precandidatos, a pesar de una fugaz cohesión desarrollada por el movimiento de solidaridad hacia la salud de Miguel Uribe.
Esta presunta falta de comunicación podría provocar un resultado similar al presenciado en las elecciones de 2022, en el cual la derecha no tuvo el tiempo para articular su estructura y darle la victoria a Fico. Recordemos el titular de 2022 de la Revista SEMANA Petro y los enanitos, cuando el actual presidente logró vencer en encuestas y en la elección a los demás candidatos por una evidente división impulsada por el egocentrismo y la desconfianza. Ahora bien, es importante tener en cuenta que el electorado de los principales candidatos de la derecha es de corte uribista o cercano a esta corriente política; sin embargo, también admiran a otros candidatos independientes, lo cual crea una encrucijada personal que lleva al debilitamiento de tanto las fuerzas de los partidos políticos de derecha y los candidatos independientes que se encajan en dicha ideología.
En ese sentido, es imperativo que tanto precandidatos de los partidos como los independientes desarrollen una estrategia de cooperación que les permita escoger un candidato que cuente con la fuerza política, un respaldo digital masivo y, por supuesto, una agenda programática realista que pueda brindarle valor a su discurso.
En conclusión, Colombia experimenta una crisis profunda en su etapa preelectoral, teniendo como base una increíble incertidumbre y desorganización, siendo esta la consecuencia de la violencia contra candidatos y en especial la división que presenta la derecha colombiana. Esto significa que si el presidente de la República renuncia a sus aspiraciones antidemocráticas y los candidatos toman la decisión de elaborar una coalición —sería que deje a los egos a un lado—, puede que exista esperanza en el 2026 y no repitamos los errores del pasado.