Vicealmirante (RA) Paulo Guevara Rodríguez

OPINIÓN

Comando General: 74 años articulando la defensa del Estado colombiano

Pocos son los países en el mundo que cuentan con la trayectoria, los logros y la experiencia operacional de las Fuerzas Militares de Colombia.

Vicealmirante (RA) Paulo Guevara Rodríguez
9 de abril de 2025

Desde hace 74 años, el Comando General de las Fuerzas Militares (CGFM) ha sido clave para la seguridad de Colombia, adaptándose en estrategia, tecnología y cooperación internacional frente a amenazas internas y transnacionales.

Durante décadas, el país se ha enfrentado a una amenaza subversiva con profundos vínculos criminales —producto del narcotráfico, la minería ilegal, la extorsión, la trata de personas, entre otros delitos—, lo cual no solo representó un inmenso desafío, sino que también impulsó el desarrollo de un aparato de defensa altamente eficaz. Pocos son los países en el mundo que cuentan con la trayectoria, los logros y la experiencia operacional de las Fuerzas Militares de Colombia (FF. MM.).

El CGFM fue creado el 16 de abril de 1951, como parte de la reorganización militar impulsada por el gobierno de Laureano Gómez, en el contexto de la Guerra de Corea. En apoyo a Washington, Colombia envió al Batallón Colombia, compuesto por 5.100 soldados, y la fragata Almirante Padilla, destacándose por su valentía en combate. Este conflicto tuvo un alto costo: 213 muertos, 448 heridos y varios desaparecidos. Pese a las adversidades, la experiencia fortaleció la doctrina y las capacidades operativas de las FF. MM., consolidando su reputación internacional y reforzando la alianza con la única superpotencia del mundo.

A partir de las décadas de 1960 y 1970, con el surgimiento de grupos subversivos como las Farc, el ELN y el EPL, el CGFM asumió un papel más activo en la conducción estratégica. Décadas más tarde, este modelo fue reforzado doctrinariamente con la influencia de la Ley Goldwater-Nichols de 1986 en Estados Unidos (CGFM, 2025), que consolidó el mando conjunto sobre las tres fuerzas.

Durante la década de 1990, ante el avance de la guerrilla hacia la guerra de posiciones y su creciente capacidad de desestabilización, Colombia fortaleció su alianza con Estados Unidos mediante el Plan Colombia, un ambicioso programa de cooperación que permitió mejorar significativamente las capacidades para enfrentar tanto el narcotráfico como la insurgencia.

Bajo el gobierno del presidente Álvaro Uribe (2002-2010), se implementó la Política de Seguridad Democrática, centrada en recuperar el control del territorio. Se crearon Fuerzas de Tarea Conjunta, como la Fuerza de Tarea Conjunta Omega y posteriormente el Comando Conjunto de Operaciones Especiales (CCOES), que integraron unidades del Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía Nacional. También se comenzó a emplear centros de comando y control unificados, inteligencia compartida y operaciones conjuntas aire-tierra-mar.

Por su parte, el Ejército Nacional dio un vuelco estratégico con la creación de las Fuerzas de Despliegue Rápido (Fudra), las Brigadas Móviles, la División de Asalto Aéreo, brigadas contra el narcotráfico, brigadas contra la minería criminal, así como batallones especializados en la protección de infraestructura crítica, entre otros.

Durante este período se consolidaron estrategias clave, plasmadas en planes de guerra como el Patriota, Bicentenario, Espada de Honor, Victoria Plus y Ayacucho, con sus respectivas actualizaciones. Operaciones emblemáticas como Jaque, Sodoma, Fénix, Odiseo y Agamenón evidencian la contundencia operativa frente a blancos de alto valor estratégico. Destacan la ejecución de operaciones nocturnas, la excelente movilidad y precisión de las aeronaves, y el empleo de fuerzas especiales para consolidar los resultados tras cada acción. Estas capacidades diferenciales, en última instancia, obligó a las Farc a sentarse en la mesa de negociación.

Sin embargo, hay un asunto pendiente de la mayor importancia y es contar con una política de Seguridad y Defensa Nacional que trascienda el gobierno de turno y se consolide como política de Estado. Solo así será posible establecer un derrotero claro y asegurar la continuidad en la defensa de los intereses nacionales.

La cooperación internacional ha sido un pilar fundamental en dos sentidos: primero, para el fortalecimiento de las capacidades internas; y segundo, para la proyección de la experiencia colombiana hacia aliados estratégicos en América y otras regiones.

En este sentido, y dada la importancia estratégica de Colombia como aliado de Estados Unidos en el hemisferio, se ha implementado el Plan de Acción Conjunta de Seguridad Regional Colombia–Estados Unidos (Uscap, por sus siglas en inglés). En el marco de esta iniciativa, las Fuerzas Militares y la Policía Nacional de Colombia se han consolidado como socios estratégicos, brindando capacitación a países como Panamá, El Salvador, Honduras, Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, Paraguay y Ecuador. El objetivo es fortalecer las capacidades regionales para enfrentar amenazas comunes. De manera complementaria, se mantienen los esfuerzos conjuntos en la lucha contra el narcotráfico, como ocurre con la Campaña Marítima y Naval Orión, una estrategia que articula acciones coordinadas con 38 países y con resultados históricos de incautación de drogas ilícitas por vía marítima.

Esta proyección internacional se consolidó en mayo de 2017 con el otorgamiento del estatus de Socio Global por parte de la Otan, una distinción que convierte a Colombia en el único país de América Latina con este reconocimiento. Esta condición le ha permitido acceder a estándares de interoperabilidad y formación de alto nivel mundial, aunque sin compromisos de defensa colectiva.

Las FF. MM. han demostrado que su papel no se limita únicamente al ámbito bélico. Su flexibilidad y capacidades disponibles han permitido desarrollar operaciones de apoyo a la población civil en situaciones de desastre y crisis humanitarias. La reconstrucción de San Andrés y Providencia tras el huracán Iota, la recuperación de Mocoa después de la avalancha de 2017, la asistencia humanitaria en La Guajira y Chocó, y el apoyo en el control de incendios forestales son algunos ejemplos del importante apoyo a la comunidad.

El principal activo estratégico de las FF. MM. es la profesionalización de su talento humano y su capacidad de adaptación. Han transitado de una doctrina contrainsurgente hacia un enfoque integral frente a amenazas como el narcotráfico, la minería ilegal, el terrorismo urbano, la trata de personas y otras formas de criminalidad transnacional. Actualmente se enfrenta a una guerra asimétrica marcada por el uso de explosivos improvisados, drones, inteligencia artificial, ciberataques y la instrumentalización de la población civil por parte de los Grupos Armados Organizados (GAO).

El aniversario número 74 del CGFM debe ser motivo de orgullo y regocijo. Su legado ha sido forjado con sangre, sudor y coraje, y su consolidación es fruto del trabajo de líderes visionarios, mandos comprometidos y soldados dispuestos a entregar incluso hasta su vida en cada entrenamiento, en cada operación, en cada combate.

Más que una institución, el CGFM es un pilar fundamental para la estabilidad del país. Su capacidad operativa y su disposición permanente lo convierten en el factor de desequilibrio estratégico que, en momentos de crisis, inclina la balanza a favor del Estado.

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