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Opinión

¿Comenzó la Tercera Guerra Mundial?

Hoy en día hay una guerra de baja intensidad, no nos digamos mentiras. Hay una guerra fría 2.0 y los bandos ya están delineados.

Francisco Santos
23 de noviembre de 2024

Lo que pasó esta semana en Europa no es casual y parece ser un aumento sustancial de las tensiones militares y estratégicas por parte de China y Rusia en contra de Occidente para mandar un mensaje a Donald Trump antes de su ascenso al poder.

¿Qué pasó? Primero, Rusia cambia su política nuclear, abre paso al uso de estas armas en el conflicto con Ucrania y luego lanza un misil balístico intercontinental hacia ese país por primera vez desde que lo invadió, hace poco menos de tres años. Obviamente, esta es una reacción al permiso que Estados Unidos le dio a Ucrania de utilizar misiles de largo alcance contra Rusia. ¿El objetivo? Equilibrar de cierta manera el uso indiscriminado de este mismo armamento contra ciudadanos inermes e infraestructura civil en Ucrania, que tanto daño y tantas muertes ha causado el ejército invasor bajo el liderazgo de Vladímir Putin.

Lo segundo que añade aún más riesgos y genera una mayor desestabilización es el barco chino que en el mar Báltico saboteó y rompió dos cables submarinos de fibra óptica que unían a Finlandia con Alemania y a Dinamarca con Lituania, los cuatro países miembros de la Otan. Este barco está retenido por las autoridades navales de Dinamarca, pues todo indica, por su presencia en la zona, que formó parte de esta acción militar. Todavía no se sabe con certeza la conexión con Rusia, aliado de China, pues ya antes había sido acusado de sabotear, hace poco más de un año, otra línea de fibra óptica submarina entre Suecia y Estonia.

Los analistas piensan que es posible que China no supiera de este acto de sabotaje y que Rusia habría utilizado un barco con bandera de ese país para esconder sus acciones, tener negación plausible y medir la reacción. Obviamente, Rusia lo niega, siempre lo hace, pero lo cierto es que Dinamarca al retener el barco cambió su política, que, además, ha sido la de la Otan, que era la de privilegiar la circulación marítima para no tener que enfrentar retenciones y hostigamientos similares en el mar del sur de China, que China reclama a la fuerza por encima de los derechos marítimos de Vietnam, Malasia, Filipinas y Brunéi.

Los hechos de esta semana se dan en un contexto complejo. Corea del Norte es proveedor de misiles y soldados para el ejército ruso, que tiene invadida a Ucrania. China manda todo tipo de equipamiento para armar el ejército invasor e Irán es el principal proveedor de drones para el ejército ruso. Este eje autoritario se consolida cada día más y sin duda está midiendo fuerzas con Occidente. Quieren saber si tomarse Taiwán es posible y cuál es el costo de hacerlo, quieren medir si luego de Ucrania otros países como Georgia, Moldavia e incluso algunos países bálticos pueden ser un objetivo y si una guerra frontal de Irán con Siria e Iraq contra Israel es posible y es ganable.

Estas provocaciones claras también pretenden un efecto político tanto en Europa como en Estados Unidos. En Europa, con especial énfasis en Alemania, donde van a tener unas elecciones en febrero, Rusia muestra los dientes para asustar y buscar aliados para su guerra entre los pacifistas, por un lado, y los partidos radicales de izquierda que ven con buenos ojos a Putin. Divide y reinarás es la estrategia, pero con un objetivo concreto: impedir que Alemania le dé sus misiles de largo alcance a Ucrania. No en vano esta misma semana el ministro de Relaciones Exteriores francés, Jean-Nöel Barrot, dijo que el envío y autorización de misiles de largo alcance de su país para Ucrania estaba sobre la mesa.

El gran interrogante y el gran destinatario de estos mensajes es Donald Trump. Los eventos antes mencionados son para cerrarle el espacio político a todo lo que no sea una negociación muy favorable para Rusia, que comienza por entregarle el territorio invadido de Ucrania. Crear una situación de caos y de riesgo cuyas cartas pueden jugar ante la opinión pública americana y, por supuesto, europea son parte de ese menú que comenzó como entrada con estos dos hechos. Es muy probable que veamos otros incidentes antes de la posesión de Trump y de las elecciones alemanas.

Esta guerra de baja intensidad tiene el riesgo del error que se puede dar por cualquier cálculo equivocado. La apresurada y desordenada salida de Afganistán por parte de Estados Unidos, sumada a la debilidad que mostraron cuando Rusia se tomó Crimea, llevó a Putin a pensar que la invasión a Ucrania iba a ser igual. Mostrar debilidad de respuesta frente a lo sucedido es el camino a una situación mucho más compleja que puede desencadenar una abierta guerra mundial.

Hoy en día hay una guerra de baja intensidad, no nos digamos mentiras. Hay una guerra fría 2.0 y los bandos ya están delineados. En pocos meses sabremos para dónde va esta muy delicada situación mundial que pasa desapercibida en gran parte de la opinión pública, que centra su mirada en Ucrania o en el Medio Oriente y no ve las conexiones que hay.

Sin embargo, no olvidemos dos lecciones de la historia. La política de apaciguamiento del primer ministro inglés Neville Chamberlain con Hitler no paró la Segunda Guerra Mundial, y el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de la Corona austrohúngara, y de su esposa en 1914 inició la Primera Guerra Mundial. El margen de error hoy es mínimo.

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