JORGE HUMBERTO BOTERO

Opinión

Crisis política

¿Para dónde va Colombia? Tal es la pregunta que muchos nos hacemos.

Jorge Humberto Botero
15 de agosto de 2023

Sobre algunos elementos del futuro caben pronósticos con alta probabilidad de éxito: los resultados electorales, la reacción de los consumidores ante el alza del tipo de interés, y, a veces, ciertos resultados deportivos. Pero cuando se trata de acontecimientos respecto de los cuales los factores relevantes son numerosos, vislumbrar lo que puede suceder es una tarea de mucha mayor complejidad. Esa osadía requiere esbozar escenarios que den algún sentido al pronóstico. Aquí voy a presentar el peor que alcanzo a imaginar.

La polarización social durante el primer año de Petro se ha mantenido dentro de los linderos de la normalidad. Gobierno y oposición no ejercen violencia contra el bando opuesto, ni incitan a sus partidarios a ejercerla. Por ahora (por fortuna) nos hemos comportado como adversarios, no como enemigos. Hay que vencer al otro, no destruirlo; en ciertos temas, podemos coincidir. Las instituciones han operado a pesar de algunos roces tolerables.

Las circunstancias han cambiado de manera dramática. Desde el círculo íntimo del Presidente se han levantado voces para sostener que los topes financieros de la campaña fueron excedidos en cifras considerables y que algunos de los recursos utilizados fueron de turbio origen. Estamos lejos de conocer las pruebas para demostrar la ocurrencia de unos hechos que constituyen delitos; su imputación al Presidente puede dar lugar a que sea destituido por el Senado. Esa posibilidad permanecería abierta hasta el fin del cuatrenio. Las condiciones del quehacer político han dejado de ser lo que fueron desde cuando sucedió la “catarsis” de Benedetti.

Los procesos judiciales, que ya se han iniciado, deberían desarrollarse con criterios puramente jurídicos, sin interferencias políticas de ningún orden. Es difícil que ese ideal se cumpla a plenitud: las decisiones finales las tomarán los políticos. Sería utópico esperar que no tengan en cuenta sus efectos en los juegos de poder que constituyen la esencia de su actividad.

Algunos de los elementos que contendría ese escenario catastrófico son los siguientes:

  • Las ausencias y demoras injustificadas del Presidente persisten y se hacen más frecuentes.
  • La inseguridad en el territorio nacional no cede. No se logran pactar las treguas que el Gobierno anhela con los principales grupos armados, el cumplimiento de la única tregua estipulada fracasa, la pasividad de la Fuerza Pública sigue su curso. La Paz Total se hunde.
  • El gobierno no logra conjurar la crisis de la salud que avanza de manera acelerada por crónica insuficiencia de recursos. No paga las deudas pendientes ni reajusta la unidad de pago por capitación. Extraviado en sus excesos ideológicos no advierte que el agua le viene pierna arriba.
  • Los pronósticos sobre la inminencia de restricciones en el suministro de energía se materializan por la demora en la entrada de nuevas fuentes hídricas y eólicas, falta de inversión en redes de transmisión y por la sequía que se espera para comienzos del año próximo.
  • Como los problemas que determinan el costo exorbitante de la energía en la región Caribe no se resuelven, ocurren nutridas movilizaciones populares contra el gobierno en esa región.
  • En este año, y en el siguiente, el crecimiento económico oscilará entre el 1% y el 2%, cifras que son inferiores al crecimiento de la población. La tasa de empleo retrocede. Como la inflación, así esté cayendo, se mantiene alta, los sectores populares afrontan una dura situación.
  • Para suplir la falta de inversión privada, que se ha erosionado desde el comienzo del gobierno, éste intensifica el gasto en ayudas sociales. El déficit fiscal aumenta, disminuye el financiamiento y el peso se devalúa. No parece posible una nueva reforma tributaria para cerrar la brecha entre gastos crecientes e ingresos que se estancan.
  • El gobierno tiene que afrontar decisiones judiciales adversas que, en algunos casos, pueden tener consecuencias fiscales negativas y, en otros, restarle margen de maniobra. Ellas versarían sobre la reforma tributaria, el Plan Nacional de Desarrollo y la Emergencia Económica para la Guajira.
  • En general, la relación con el poder judicial y los órganos de control se mantiene tensa.
  • Los resultados de las elecciones de octubre no son positivos para los partidos que respaldan al gobierno. Su popularidad sigue cayendo
  • Ante la falta de acuerdos políticos en el Congreso, el Presidente radicaliza su discurso, logra reactivar las protestas y asonadas ocurridas en años recientes. Estos eventos incrementan la polarización.

No es conjeturable que la totalidad de estos factores adversos se materialice, aunque si buena parte de ellos. Eso sería suficiente para suponer que el Presidente tendría que afrontar unas acusaciones, que podrían ser graves, en un Congreso en el que no tendría mayorías. Al argumento “fue a mis espaldas” sus acusadores y jueces le replicarían diciéndole que es imposible ignorar eventos significativos que sucedieron en su entorno. Para cuidar su rebaño, el buen pastor mira hacia todos lados, podría decir algún jerarca eclesial. Es que no puede pasar un elefante enfrente tuyo sin que te des cuenta, como ante el caso Samper dijo el Arzobispo de Bogotá. Para evitar su destitución, el Presidente podrá optar por su renuncia.

No puede descartarse, sin embargo, un escenario opuesto. El Presidente, se da cuenta de que, en las nuevas condiciones políticas que han generado su hijo y sus alfiles, no le queda alternativa mejor que intentar reconstruir una coalición amplia sobre reformas concretas.

Podría empezar por la reforma pensional a fin de eliminar la competencia entre sistemas y crear un pilar básico de reparto y otro de capitalización semejante al actual; corregir la regresividad del sistema que administra Colpensiones; y establecer un manejo ortodoxo de las reservas actuariales de cuya suficiencia depende la sostenibilidad del sistema. Difícil pero no imposible. No es complicado llegar a acuerdos para que pequeñas comunidades operen acueductos veredales, generen energía para satisfacer sus necesidades e, inclusive, para venderla al sistema integrado nacional. Tampoco para que operen algunos servicios de telecomunicaciones.

Si el gobierno aceptare que la reforma a la salud no es viable, ni politica ni jurídicamente, podría abrirse el espacio para acordar unos ajustes que, en primer lugar, tendrían que afrontar el problema financiero estructural que lo tiene al borde de una crisis.

Si cosas como estas sucedieran, por arte de magia, las acciones encaminadas a la destitución del Presidente empezarían a languidecer. “Qué horror, dirán algunos”. Otros, inspirados por la ética de la responsabilidad propuesta por Max Weber, podrán decir que entre el bien y el mal hay que elegir el bien. Y entre dos males, el menor.

Briznas poéticas. Wislawa Szymborska, la gran poeta polaca, nos dejó este mensaje: “Sonreír es el deber de los hombres de estado. / …Deben alzar la frente en amigables gestos, / en la sala de juntas y en el avión urgente. / Moverse con premura, estar a la risa prestos. /…Un semblante alegre siempre es oportuno / al posar para la foto y para la gente”.

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