OPINIÓN
Cuando se gobierna frívolamente
“Por eso la marcha de hoy 28 de abril va más allá de la diabólica reforma tributaria, y está más que justificada. Es una protesta legítima contra la frívola y excluyente manera de gobernar de un presidente que privilegia privilegios”.
A este gobierno lo tiene acorralado una frivolidad espantosa, que asusta. Cuando las vacunas contra la covid-19 fueron una realidad, irresponsablemente le dijo al país que a finales de 2021 tendría inoculados a 35 millones de colombianos; hoy, a ocho meses de que concluya el año, solo ha logrado aplicar un poco más de cuatro millones de dosis.
Su acción de gobierno, superficial y poco seria, es directamente proporcional a su equipo de gobierno. No entiende o nunca entendieron que somos un país pobre. Se vino el tercer pico de la pandemia y creció en los colombianos la inseguridad sobre una pronta y expedita vacunación. No hay biológicos y los que llegan son migajas que las farmacéuticas, a cuentagotas, envían a los países pobres. Este presidente nunca comprendió que la masiva producción del fármaco, propiedad de las multinacionales farmacéuticas, estaba comprometida con los países de los cuales dependen sus inversiones multimillonarias para la investigación científica.
El escenario de hoy no es ficticio, el mismo gobierno se encargó de propiciarlo al privilegiar los prejuicios ideológicos por encima de salvar vidas. Me explico: Duque prefirió comenzar a negociar, tardíamente, las vacunas producidas en el eje occidental de “doctrina” capitalista y descabezó los biológicos, de entrada, de China y Rusia con el peregrino argumento de que esas vacunas no habían sido probadas científicamente.
Ahora, a ese prejuicio ideológico súmele una decisión que raya con la estupidez. Una empresa colombiana de productos cosméticos decidió comprar 5.500,000 vacunas Sputnik V y no las puede comercializar porque dicen, desde la empresa, que el Invima, entidad que autoriza la licencia sanitaria, no ha querido aprobar este lote de biológicos que inmunizaría a más de 5 millones de colombianos con el exótico argumento de que su eficacia, que se dice es del 92 %, no ha sido probada. Una vacuna que ya se aplica en más de 60 países en el mundo.
Tendencias
Absurdo que en pleno tercer pico de una pandemia que ha matado a más de 70.000 colombianos y las unidades de cuidados intensivos (UCI) atiborradas de enfermos por covid-19, el gobierno Duque no tomase medidas urgentes, sin miramientos de ninguna naturaleza para garantizarle, por lo menos, la vida a los colombianos de los estratos 1,2 y 3 que hoy, según el Dane, son los segmentos de la sociedad que más muertos han sumado a las estadísticas.
El Plan Nacional de Vacunación ha sido un fracaso. Duque, dedicado a la banalidad televisiva, nos engaña. Es un presidente ausente de compasión; que gobierna irracionalmente. Es una figurilla que carece de iniciativa propia y que actúa por inercia. Solo a él se le ocurre embarcar a los colombianos en una reforma tributaria para matarlos no solo de covid-19, sino de hambre.
Como van las cosas, el hambre va a ser un problema incurable en la Silicon Valley latinoamericana. El mal manejo que Duque le dio a la pandemia profundizó la pobreza y la desigualdad. No hay trabajo y las cuentas siguen llegando mensualmente. El presidente y su mentor Álvaro Uribe, parecen no darse cuenta. Les importa un pepino la suerte de los colombianos.
Duque y Uribe nos montaron en el falso dilema de la vida o la economía y hoy el país no tiene ni economía ni vida, no solo por efectos de la pandemia sino por el sistemático asesinato de líderes sociales, defensores de derechos humanos, firmantes de la paz, indígenas, afros y campesinos. Sus territorios son lugares fantasma a merced del narcotráfico y los terratenientes.
Por eso la marcha de hoy 28 de abril va más allá de la diabólica reforma tributaria, y está más que justificada. Es una protesta legítima contra la frívola y excluyente manera de gobernar de un presidente que privilegia privilegios, que hizo del secretismo la adquisición de vacunas para ¿direccionar contratos? Vaya usted a saber.
La frívola gestión de la pandemia no solo estimuló drásticamente los contagios, también el hambre: según el Dane 1.700.000 familias no tienen las tres comidas diarias, es decir, cerca de 7.500.000 colombianos sobreviven en condiciones indignas. Mejor dicho, literalmente jodidos.