General retirado Eduardo Enrique Zapateiro.

Opinión

Del General al Coronell

Jamás he buscado el mal para mis subalternos, compañeros o superiores, sacrifiqué mi carrera por defenderlos.

General en retiro del Ejército Nacional Eduardo Enrique Zapateiro Altamiranda
28 de marzo de 2025

Aún no he podido interpretar qué se pretendía al titular la columna ‘Zapateiro remendón’: ¿insultarme, humillarme, menoscabar mi dignidad? Lejos de sentirme afectado por tal calificativo, yo le diría que si buscaba eso al hacer tamaña analogía con el popular cuento ‘Zapatero remendón’, logró lo contrario, precisamente por la entrega, perseverancia y lucha constante que representa don Francisco, el personaje central de dicho cuento, y usted, señor Coronell, en efecto, actúa como Rafaelito, el pequeño pelafustán, el que se empeña siempre en hacer maldades y travesuras a ese consagrado zapatero.

También debo decirle que realmente he sido “Zapateiro constructor”; y con el pasar del tiempo, aun en el retiro, lo sigo siendo, pues a eso fue que me dediqué por años, y lo sigo haciendo: remendando la paz en las regiones donde los violentos la han desgastado, recalzando las suelas de la esperanza de los millones de colombianos que transitan a diario por los campos y calles de la patria. Esto no se podría decir de usted, ya que de lucha, de sacrificio y de servicio al semejante, poco se aprende o se vive, atrincherado detrás de un computador desde el que se lanzan ataques rastreros a quien no sea de su afecto, y es lamentable, pues la vida se le consume entre el odio y el resentimiento.

Soy enfático al decir, señor Coronell, por mucho que le paguen, usted no podrá borrar mi vida a punta de “retazos periodísticos”, que es en lo que usted se ha especializado. Este escrito no se va a convertir en una réplica a su malintencionado artículo, pues mi intención es explicarles a los colombianos, especialmente a mis soldados, que nada de lo “remendado” por usted podrá deteriorar o enlodar la historia de vida; un legado se construye con trabajo, no buscando dañar a nadie, y es aquí que quiero explicar a todos los colombianos y al mundo —con mis notas— algunas de sus afirmaciones.

No tengo nada, pero absolutamente nada, como lo dije en la audiencia, contra la persona a la que usted presenta como “héroe”, y le aclaro que la operación Jaque, así como muchas otras operaciones militares, no tiene un solo héroe, pues son muchos, la mayoría anónimos, así este gobierno haya prohibido llamarlos de esta manera. Particularmente, sobre esta operación, debo decirle que fue el resultado del esfuerzo de muchos hombres y mujeres que lo dieron todo a lo largo del río Apaporis; desde el mismo instante en que inteligencia de combate de unidades de las Fuerzas Especiales del Ejército Nacional observaron a los secuestrados bañándose a orillas de ese río. Una vez cumplida la misión de observar y reportar al mando, se desprendió todo un esfuerzo de más de mil hombres para no perder el rastro de los cautivos; allí estuvo el trabajo duro, sin demeritar el resto de los segmentos de la operación. Así mismo, le quiero decir que muchos de esos héroes, casi 300 para ponerle cifras, salieron afectados con leishmaniasis, esa enfermedad parasitaria que se transmite por la picadura de un mosquito infectado.

Aquí no se trata de héroes, ni mucho menos de “Zapateiro remendón”. Jamás he buscado el mal para mis subalternos, compañeros o superiores. Sacrifiqué mi carrera por defenderlos y presenté mi solicitud de retiro cuando quien hoy gobierna a la nación, en su momento como candidato y senador, tildó a la cúpula y a los Generales de venderse o aliarse con los bandidos del Clan del Golfo. Lo hice con dignidad, con honor, y con esos mismos valores fui victorioso por mis soldados, suboficiales y oficiales; siempre los puse a ellos en las victorias y estuve dando la cara por ellos en los fracasos, lo que tanta falta hace hoy cuando los Generales callan.

Es irresponsable que se me señale de “una evidente desviación de poder” al participar en un cuerpo colegiado que hace una recomendación al Gobierno nacional. Y más irresponsable aún, tomar del fallo fragmentos que corresponden a afirmaciones del demandante para establecer que fueron palabras del juez, cuando el juez no tuvo en cuenta dichas afirmaciones para fallar.

Hubiese sido muy fácil no considerar al oficial para llamarlo al curso de altos estudios militares. Aquí no se trata de intrigas, ni de complicidades y mucho menos de manejos alejados de los reglamentos, pues he sido, soy y seguiré siendo por siempre respetuoso de las normas y de la justicia, y ante el fallo proferido, solo acatamiento total. Nos han enseñado desde pequeños que los fallos se acatan, lo que hoy también está en peligro, ya que quienes se creen reyes, faraones o no sé qué, se empeñan en desconocer la majestad de las cortes.

Nuestro glorioso Ejército Nacional deberá recibir a quienes han sido llamados al reintegro, no será la primera vez que ocurra, pero no puedo aceptar que un periodista —que se hace llamar “independiente”— quiera hacer política cochina con mi apellido. Y por eso, estas palabras las dirijo al pueblo colombiano, a mis compañeros, desde el soldado más joven hasta el más antiguo de los suboficiales y oficiales hoy activos y en uso de buen retiro (veteranos); ellos, quienes me conocieron durante mis largos años de carrera militar por haber brindado un servicio desinteresado a mi patria.

Por más que quieran dañarme no podrán lograrlo y ¿sabe por qué, señor Daniel Coronell?, porque esa fue una consigna de mi padre, cuando en el grado de Subteniente me dijo: “Hijo, lo más importante en la vida de un militar es dejar una huella imborrable en su gente”. Hoy, ya en el retiro, puedo comprobar que cumplí la tarea y, por eso, le digo que por más que quiera dañar mi imagen ante el pueblo colombiano, no lo logrará porque toda la nación sabe lo que soy, pero también saben lo que es usted.

Preciso decir que jamás me arrepiento de mis decisiones, porque estas siempre fueron consensuadas con mi Estado Mayor, con el cuerpo de Generales, Almirantes y con el mando superior. En ese orden de ideas, le manifiesto que el hecho que se llame a un miembro de la Fuerza a curso no quiere decir que automáticamente se haya ganado el derecho a ascender. ¿Será que se les olvida que en este gobierno fueron llamados a calificar servicios a más de 50 Generales? ¿Será que se les olvida que, desde que inició este gobierno, se ha retirado de la institución a varios Coroneles estando en curso? En el año 2024, terminando el curso de altos estudios militares, fueron llamados a calificar servicios a cuatro señores Coroneles que estaban en iguales condiciones que el Coronel Esparza, y con iguales pergaminos.

Es menester el pedir, señor Coronell, más cordura en sus palabras; cíñase al fallo y, por favor, no se descargue en contra del comandante del Ejército, porque mucho despliegue publicitario le ha dado. Aquí debo destacar que el efecto de lo dispuesto por el señor Juez 49 del Circuito Administrativo de Bogotá abre una compuerta para que los señores Coroneles que este gobierno también llamó a calificar servicios finalizando su curso de ascenso, recurriendo al derecho de igualdad, adelanten cualquier acción administrativa para ser reintegrados a la Fuerza. Espero que cuando ello ocurra, no califique o le ponga apellido de “Remendón” al comandante de la época.

No se esconda detrás de su profesión de periodista para maltratar a quien usted le parezca, porque estaría cayendo al nivel de las bodegas baratas que sacrifican su independencia por hacerle el favor al patrón. Así como en el cuento ‘Zapatero remendón’, le digo de corazón, como le decía don Francisco al travieso y mal educado Rafaelito: “¡Dios os conserve la alegría! Si pasarais mis penas y trabajos, no os burlaríais de mí”.

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