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Opinión

Descentralización, seguimiento y control

Al no estar, en la vida real, reglamentada legalmente la existencia de dichas regiones, las inversiones en materia social e infraestructura, tienen que hacerse de manera coordinada a través de los departamentos que las conforman.

Angelino Garzón
22 de mayo de 2025

Colombia es un país de regiones y de acuerdo con la Constitución Nacional, están constituidas por 32 departamentos, más Bogotá como Distrito Capital. Al no estar, en la vida real, reglamentada legalmente la existencia de dichas regiones, las inversiones en materia social e infraestructura tienen que hacerse de manera coordinada a través de los departamentos que las conforman.

Las regiones son diversas, cada una con características propias y específicas, con fortalezas y debilidades, algunas más desarrolladas que otras y que hacen de Colombia un país de muchas posibilidades.

Por ejemplo, la región sur pacífico, que está conformada por los departamentos del Valle del Cauca, Chocó, Cauca y Nariño, tiene en común sus diversas expresiones culturales, lo mismo que la existencia de una red educativa que va desde la primaria hasta la educación técnica y universitaria, como también todas las posibilidades de desarrollo biodiverso, agroalimentario y económico a partir de la existencia de numerosos ríos y del océano Pacífico.

Esa fortaleza que tiene Colombia con cada una de sus regiones es la que posiblemente está obligando tanto al Gobierno nacional, al Congreso de la República y a los propios organismos de control y de justicia del Estado a no seguir mirando a Colombia como un país centralista y menos con la equivocada concepción del “ordeno y mando”.

Esa diversidad requiere una descentralización que tenga en cuenta esa realidad, las necesidades y posibilidades de cada una de ellas. Demanda igualmente un proceso de acompañamiento y seguimiento que permita ejercer un control sobre las acciones realizadas y los recursos destinados.

Un proceso de descentralización, de seguimiento y control que reconozca esa realidad posibilita una ampliación del ejercicio democrático y una mayor participación y compromiso en los procesos administrativos, y dificulta y disminuye las oportunidades para la corrupción. Los aportes técnicos y académicos de las universidades, tanto públicas como privadas, serán muy valiosos en esa materia.

En esos propósitos comunes relacionados con el derecho de la gente a vivir mejor y en paz, es muy importante que les exijamos a los gobernantes nacionales y regionales tener nortes éticos, como la cero tolerancia con la corrupción, el despilfarro, la mentira, la violencia, el narcotráfico, las desigualdades sociales, con los contaminadores ambientales y con todas aquellas personas que siempre ven al Estado como “su vaquita lechera”.

Igualmente, que implementen en sus programas de gobierno la práctica de los diálogos sociales municipales y de presupuesto participativo, donde —bajo la figura que todos ponen— es posible incrementar los recursos económicos y lograr los mecanismos de seguimiento y control de las obras sociales y de infraestructura que se acuerden en esos diálogos sociales; esto con el fin que se inicien y se terminen bien en los tiempos acordados. Esa práctica de participación, seguimiento y control ciudadano fue la que implementé con éxito cuando fui gobernador del departamento del Valle del Cauca del 2004 al 2007, y que de paso me permitió conocer en terreno algunos de los motivos sociales, económicos y políticos que esgrimen los grupos armados ilegales para justificar su existencia y sus diversas acciones vandálicas.

Esas riquezas y fortalezas culturales, ambientales, educativas, económicas, empresariales, deportivas e institucionales que afortunadamente tiene Colombia y sus regiones, son las que nos definen como un país en progreso a pesar de la violencia y el negocio del narcotráfico que desde hace varios años venimos padeciendo. De esas fortalezas y realidades es que debemos hablar más, sentirnos orgullosos de ellas y de la alegría, solidaridad y espíritu emprendedor de los colombianos tanto en nuestro país como en el exterior.

En esa perspectiva es muy importante insistir en la importancia que tiene para el presente y futuro de la población colombiana, empezando por los niños y las niñas, invertir más en educación, cultura, salud, seguridad agroalimentaria, protección ambiental y no violencia, entre muchos otros derechos, para que la gente pueda vivir mejor, en paz y de manera reconciliada.

En el propósito de contribuir a consolidar a Colombia como un país de regiones y la cultura del seguimiento y control de los recursos públicos, es muy importante la iniciativa de la Contraloría General de la República de organizar en Bogotá D. C., el día 22 de mayo, en las instalaciones de la Universidad Católica, en horas de la mañana, un amplio diálogo sobre ‘Retos de la descentralización diferencial y control de los recursos públicos’, y en el cual participaré como expositor por invitación directa del señor contralor general de la República, doctor Carlos Hernán Rodríguez.

En ese sentido, es muy importante estimular la discusión y el establecimiento de compromisos que permitan lograr que el mandato constitucional de que Colombia es un país de regiones no se quede en letra muerta, o como se dice coloquialmente, en un “simple canto a la bandera”, y se consolide firmemente como una realidad.

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