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Opinión

Diálogos sociales y presupuestos participativos

En mi propia experiencia de gobierno pude constatar que otra ventaja democrática, en las condiciones particulares de Colombia, es que pueden contribuir a encontrar caminos de paz, convivencia pacífica y reconciliación.

Angelino Garzón
10 de abril de 2025

Mecanismos de participación como el diálogo social y el presupuesto participativo son mecanismos democráticos importantes y, de manera especial, en aquellas democracias donde existen grandes dificultades económicas y niveles de pobreza y de exclusión social muy altos.

Es deseable que los gobernantes, elegidos por voto popular y particularmente quien ocupe el cargo de presidente de la República, gobernador departamental o alcalde municipal, si desean gobernar bien en favor de la gente, una de las prácticas democráticas que tienen que implementar desde el inicio de su gobierno es la de los diálogos sociales y presupuestos participativos con amplia participación de voceros de la población urbana, rural y étnica.

Bajo la figura de “todos ponen”, no solo se logra que se multipliquen los recursos económicos, sino también los mecanismos de control y seguimiento para que lo que se acuerda en favor de la población que vive en los municipios se cumpla de manera transparente y eficaz en los tiempos acordados.

Otra ventaja de ese mecanismo de participación ciudadana es que se logra romper con la manida modalidad de que el gobernante hace politiquería con los recursos públicos, como suele ocurrir cuando manifiestan públicamente que le “regala” tal obra social a la población. De esa negativa modalidad que conocemos coloquialmente como “tratar de ganar indulgencias con camándula ajena”, desafortunadamente no están exentos, tanto en Colombia como en otros países, gobernantes de derecha, de centro y de izquierda.

A las personas que muchas veces me manifiestan: “Angelino, pero eso es complicado hacerlo, y además, de esa manera es muy difícil gobernar”, a todos ellos, de manera muy tranquila y respetuosa, me he limitado a responderles que, como Gobernador del Valle del Cauca, elegido popularmente del 2004 al 2007, personalmente implementé esa política pública con muy buenos resultados, tal como pueden dar fe de ello los 42 alcaldes municipales elegidos popularmente en ese entonces en el Valle, como también los diversos sectores poblacionales urbanos, rurales y étnicos. Todo acompañado con nortes éticos del valor de la palabra y de cero tolerancia con la corrupción, el despilfarro y la politiquería.

En mi propia experiencia de gobierno pude constatar que otra ventaja democrática, en las condiciones particulares de Colombia, de la política pública de los diálogos sociales y presupuestos participativos, es que pueden contribuir a encontrar caminos de paz, convivencia pacífica y reconciliación en aquellas regiones agrarias donde operan grupos armados ilegales. En mi opinión, es una manera de descentralizar y de ‘meterle pueblo’ a la búsqueda de la paz, iniciativa que poco se ha experimentado en Colombia por estar tan prisioneros a esquemas demasiado centralistas de búsqueda de la paz.

En ese orden de ideas y a manera de ‘consejero mayor’, muy fraternalmente le recomiendo a quien pretenda ser presidente de la República que, en el caso de Colombia, evite aparecer como el curandero que todo lo sabe y tiene el remedio mágico para todos los males, y lo más importante, que inicie reconociendo lo positivo que han hecho otros gobernantes a nivel nacional y regional, y que recuerde que en materia de vida democrática no empezamos de cero.

Si a esa concepción, que es válida también en los departamentos y municipios, le agregamos la importancia que desde la Presidencia de la República se estimule una política permanente de diálogos sociales y presupuestos participativos en todos los municipios y departamentos, sin ningún tipo de prevenciones políticas o electorales, podremos decir que el mandato constitucional de la participación ciudadana, que aprobamos por consenso los constituyentes del 91, afortunadamente no se ha quedado en letra muerta.

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