ANGELINO GARZÓN Columna Semana Garzon Garzón Angelino garzón

Opinión

Dramas y desafíos de las micro y pequeñas empresas

Lo importante es dar desde el Estado el primer paso y evitar prometer lo que luego no se va a cumplir. Entender que estamos hablando de seres humanos que esperan salir adelante, con la seguridad de que sus hijos van a tener un futuro mejor.

Angelino Garzón
29 de mayo de 2025

De acuerdo con la Confederación Nacional de las Microempresas (Conamic), en Colombia existen actualmente cerca de 5.400.000 micro y pequeñas empresas, la mayoría de ellas no formalizadas ante la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (Dian), ni ante las diversas Cámaras de Comercio que operan en Colombia.

A partir de esa realidad, una pregunta que tenemos que hacernos en Colombia es: ¿cuáles son los principales motivos para que se esté presentando, desde hace muchos años, tal situación?

Por ejemplo, recuerdo el drama que a diario tenía mi madre como vendedora de plaza de mercado, primero en Buga y luego en Cali, con su microempresa que solamente estaba registrada ante las administraciones de las plazas de mercado, donde ella tenía su venta de gallinas, huevos y frutas. Para sostenerla en el tiempo, y de paso alimentarse ella y cuatro hijos, además de ayudarme en mis gastos de educación y salud, siempre le tocaba trabajar de sol a sol, sin prestaciones sociales, sin seguridad social y sin vacaciones.

Del Estado, o de algún organismo privado nacional o internacional, no recuerdo nunca que en algún momento la hubieran invitado para ver cómo la orientaban y le colaboraban, a fin de mejorar su microempresa o para mejorar las condiciones alimentarias y de salud tanto de ella como de sus hijos. Pero esa realidad que por más de 70 años vivió mi madre —que gracias a la colaboración de mi esposa Montse y mía logró tener unos ingresos para su subsistencia, así como la garantía de un servicio integral de salud en los últimos años de su vida— es el drama que a diario han vivido desde hace varios años miles de micro y pequeños empresarios en Colombia y que, igual que mi madre, trabajan diariamente de sol a sol, sin conocer ningún tipo de salario, prestaciones sociales, seguridad social o vacaciones.

Esa dramática realidad que viven a diario en Colombia millones de personas que tienen una micro o pequeña empresa contribuye a que los índices de desempleo y miseria no sean tan altos, así como al desarrollo de la economía y la seguridad agroalimentaria. Es lo que demanda del presidente de la República, sea de derecha, centro o de izquierda, que en conjunto con los gobernadores departamentales, alcaldes municipales, empresarios y gremios nacionales y regionales que los agrupan, construir una política pública permanente en favor de las personas y familias relacionadas con las micro y pequeñas empresas en Colombia.

Lo anterior presupone también la existencia de políticas públicas diferenciadas en materia de seguridad social, capacitación, seguridad financiera, servicios públicos, régimen laboral diferenciado, pensiones, mercadeo y legalización comercial para todas las personas y sus familias relacionadas con las micro y pequeñas empresas, como se ha venido haciendo en otros países. Por ejemplo, el Estado colombiano, con la colaboración del sector financiero, de los fondos privados de pensiones y de la propia Colpensiones, puede encontrar un sistema de créditos y préstamos para incorporar con una pensión mínima legal a todas aquellas personas mayores de 65 años vinculadas a las micro o pequeñas empresas o que se hallan en un estado de discapacidad severa.

De esa manera se puede ir dando fin al clientelista sistema de subsidios que, desafortunadamente, hoy perdura en Colombia. Igual puede hacerse en materia de capacitación académica y técnica para todas las personas relacionadas con actividades de las micro y pequeñas empresas, como también con sus hijos.

Lo importante es dar desde el Estado el primer paso y evitar prometer lo que luego no se va a cumplir. Pero, ante todo, que cuando hablemos de micros y pequeños empresarios, que incluye a miles de tenderos, de vendedores en las plazas de mercado y en muchas calles de Colombia, sepamos que estamos hablando de seres humanos que, al igual a las personas que tienen empresas y empleos formalizados, lo único que esperan es tener un punto de apoyo para salir adelante, con la seguridad de que sus hijos van a tener un futuro mejor.