OPINIÓN
El comensal
El lujoso apartamento de Mattos en Bogotá fue el escenario de algunas de las reuniones, según lo reveló el fiscal en el caso, Álvaro Betancur, en las audiencias
El restaurante Hevia, en la calle Serrano, es uno de los más exclusivos de Madrid. Por más de cincuenta años ha recibido en sus mesas a influyentes miembros de la vida política, de la rama judicial, del periodismo y de la moda. Uno de los visitantes frecuentes de Hevia es el magnate colombo-español Carlos Mattos, cuya extradición a Colombia fue aprobada por la Audiencia Nacional de España esta misma semana.
Carlos Mattos, pedido en extradición, almuerza en el Restaurante Hevia.
Horas después de esa determinación, un juez de garantías de Bogotá expidió una orden de captura en su contra porque temen que Mattos, como ha hecho hasta ahora, siga dilatando la inexorable cita que tiene con la justicia colombiana.
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Lo curioso es que el comensal del exquisito lugar labró buena parte de su caída en una modesta venta de buñuelos en el centro de Bogotá.
El elegante señor Mattos acudió a ese lugar a buscar a un funcionario judicial dispuesto a venderse para alterar el reparto electrónico de procesos. Quería asegurarse de que una demanda suya contra la multinacional Hyundai le cayera a un juzgado específico por una sencilla razón: Según la Fiscalía, ya tenía arreglados al juez y al oficial mayor de ese despacho para que fallaran una medida cautelar que obligaría a su contraparte a aceptar sus condiciones en la negociación.
A la buñuelería lo acompañó Luis David Durán Acuña, un abogado de familia y profesor universitario, que acabó con su prestigio cuando se convirtió en su cómplice y hoy es el principal testigo en su contra.
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Durán ha admitido ante la justicia que estuvo en reuniones para planear el ilícito, que presenció y ejecutó pagos a funcionarios judiciales y asegura además que otro abogado allegado a Mattos, Alex Vernot, le ofreció 2 millones de dólares para que cambiara su versión y así Mattos quedara libre de cualquier culpa. Vernot, actualmente detenido en la cárcel Picota, niega los cargos.
Otro de los hombres clave de la operación de la buñuelería es un exsecretario del juzgado. Se llama Edwin Fabián Macías Castañeda.
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La Fiscalía encontró evidencias de múltiples comunicaciones de Macías con ingenieros y técnicos que alteraron el sistema de reparto según ellos mismos lo reconocieron al allanarse a cargos.
Para que todo saliera como Mattos lo necesitaba, Fabián Macías les pagó a los ingenieros que usaron un computador externo para alterar el sistema informático por tres minutos, entre las 9:23 y las 9:26 de la mañana del lunes 29 de febrero de 2016. Dentro de esa estrecha ventana, el propio Macías radicó la demanda en el Supercade de Suba, una vez recibió la luz verde de los ingenieros que manipulaban el sistema en tiempo real.
Carlos Mattos manejó directamente los montos del soborno al juez Reinaldo Huertas y al oficial mayor del juzgado Dagoberto Rodríguez. El lujoso apartamento de Mattos en Bogotá fue escenario de algunas de esas reuniones, según lo reveló el fiscal del caso Álvaro Betancur en las audiencias.
Las demandas contra Hyundai estaban divididas en dos bloques: Uno por la comercialización de automóviles y otro por la venta de camiones. El juez Huertas ordenó la medida cautelar sobre automóviles determinando que solo Mattos podía vender Hyundai en Colombia mientras se resolvía el pleito.
Otra juez, Ligia del Carmen Pérez, hizo la otra mitad del trabajo y decidió la medida conveniente para Mattos en el tema de los camiones. Aquí hay que decir que el abogado de Mattos para este caso era el actual fiscal Néstor Humberto Martínez. También es relevante afirmar que la juez ya admitió que recibió plata después de favorecer los intereses de Carlos Mattos con su decisión.
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El plan salió a pedir de boca. Mattos, con las medidas cautelares a su favor, arrodilló a la contraparte que le entregó una multimillonaria cifra para pactar.
Buen provecho.