OPINIÓN

El compromiso de la FAO con las áreas protegidas

América Latina y el Caribe se ubica como una de las regiones con mayor diversidad de ecosistemas en el mundo, pero también tiene altos grados de degradación de las áreas naturales. El trabajo colaborativo es clave para mitigar la problemática.

Angélica Raigoso Rubio
23 de febrero de 2021

América Latina y el Caribe se ubica como una de las regiones con mayor diversidad de ecosistemas en el mundo. Alberga a 12 de los 14 biomas terrestres, cerca de 190 ecorregiones terrestres, 96 ecorregiones de agua dulce y 44 ecorregiones marinas. Colombia (junto a Brasil y México) es uno de los países con mayor diversidad de ecorregiones terrestres y de agua dulce. 

No obstante, la región también tiene altos grados de degradación de las áreas naturales, a los cuales se suman los varios desafíos políticos, sociales y económicos. Si a esto, agregamos la crisis alimentaria y los impactos del covid-19, el escenario se complejiza aún más.

En este marco, el diálogo de alto nivel para abordar los desafíos de las áreas protegidas hacia el 2030, realizado a fines de enero de este año, busca avanzar hacia acuerdos y generar recomendaciones para abordar como región este escenario de urgencia global.

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El trabajo de hace algunas semanas va en seguimiento a lo acordado en el marco del III Congreso de Áreas Protegidas de América Latina y el Caribe, realizado el 2019, que reunió a más de 3100 personas de 58 países, pertenecientes a los sistemas de áreas protegidas, la sociedad civil, pueblos indígenas, comunidades locales, academia, agencias de cooperación y sector privado. 

El trabajo colaborativo generado en esas instancias se refrenda en la Declaración de Lima sobre área protegidas, que es un llamado a la acción, entre 33 países, para reconectar las dimensiones de la naturaleza, de la economía y de la sociedad, a través de la protección de los parques y de las áreas protegidas en la región.

El documento, invita a conectar de manera más consistente la relación de la economía con las áreas naturales, redoblando esfuerzos con los sectores productivos y financieros para lograr un mayor reconocimiento de las áreas protegidas como espacios que proveen servicios ambientales. 

Como FAO, no solo nos sumamos a la declaración, sino que reiteramos nuestro compromiso por continuar impulsando la integración de la biodiversidad en los sectores productivos, agrícola, forestal, pesquero y ganadero.

También, promovemos la conservación y la incorporación del enfoque de manejo integrado del paisaje, y el desarrollo de actividades productivas sustentables, fomentando la conectividad entre los ecosistemas y contribuyendo al bienestar humano dentro y fuera de las áreas protegidas. 

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Esto en el marco de nuestro trabajo con la Red Latinoamericana de Cooperación Técnica en Parques Nacionales, otras Áreas Protegidas, Flora y Fauna Silvestres (REDPARQUES).

Asimismo, la FAO, en colaboración con el Convenio sobre la Diversidad Biológica y otros socios, está encabezando la Plataforma para la integración de la biodiversidad, con el fin de facilitar procesos para la conservación, utilización sostenible, gestión y restauración de la biodiversidad. 

Su objetivo, es garantizar la adopción de buenas prácticas en los distintos sectores agrícolas y el intercambio de ideas a nivel nacional, regional e internacional.

En definitiva, la FAO seguirá buscando diferentes espacios de diálogo que favorezcan la integración efectiva de la biodiversidad con los sectores productivos, promoviendo a su vez la implementación de diferentes directrices voluntarias en relación al uso sostenible y acceso a los recursos naturales, en el contexto de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza, en paisajes que incluyen áreas protegidas y conservadas.