
Opinión
El principio de causa consecuencia
Muchos colombianos tenemos la perjudicial manía de interpretar nuestros males como el resultado de los actos de enemigos imaginarios que vamos creando a medida que los necesitamos.
Si hay algo que, dentro de nuestro realismo mágico, no hemos interiorizado la mayoría de los colombianos, es el principio de causa consecuencia. Pareciera que dentro de nuestro raciocinio estuviéramos acostumbrados a que circunstancias imprevisibles, surgidas de la nada y aleatoriamente, determinaran con una potencia inusitada el devenir de los acontecimientos. Así las cosas, las decisiones personales, empresariales y de política pública nunca parecieran poderse examinar y juzgar, ya que siempre queda la duda sobre si tienen consecuencias sobre el futuro.
A nivel personal, muchos colombianos tenemos la perjudicial manía de interpretar nuestros males como el resultado de los actos de enemigos imaginarios que vamos creando a medida que los necesitamos. Si estoy mal económicamente es culpa del gobierno actual o de los siglos de opresión de una clase dirigente y empresarial que extorsiona hasta el último recodo de la población. Si no logro mis objetivos se debe al clasismo, al racismo, al machismo, al catolicismo, al imperialismo o cualquier otro modismo del cual soy víctima y que no deja que me desarrolle como persona.
Esta visión, que lo único que logra es que evitemos enfrentar nuestras realidades personales y realizar los ajustes necesarios en nuestro comportamiento, tiene como consecuencia una sociedad que no muta hacia nuevos paradigmas por negarse a mirar de frente sus males. Es imposible progresar, sentirse mejor con uno mismo o llegar a un estado de calma interior si los demonios que tenemos por dentro son imposibles de domar por ser ajenos a nuestro control.
A nivel empresarial ocurre muchas veces algo similar. Por ejemplo, el incremento de los precios del gas que fue identificado hace décadas se enfrentó en Ecopetrol, quien tiene el monopolio de la exploración, como un mal caído del cielo. Al no afrontar la realidad, la compañía estatal no hizo los ajustes necesarios para que los nuevos campos de producción fueran desarrollados, a pesar de que en Colombia hay abundantes recursos de este hidrocarburo. Las decisiones del gobierno y de los legisladores, de dificultar el desarrollo de este sector, como lo hizo de frente el Gobierno Petro, y de implementar todas las trabas posibles por medio de la legislación ambiental y el poder de veto de las comunidades para el despliegue de infraestructura, nos tienen hoy importando este importante combustible a precios tres veces superiores a los del gas nacional.
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Un ejemplo muy diciente de este caso fue la imposibilidad de anclar en Colombia del barco que traía el potente taladro para iniciar la exploración del prometedor pozo gasífero Komodo 1, por la orden del Ministerio de Ambiente que— de manera arbitraria— decidió frenar el trámite de su licencia ambiental. Causa - consecuencia, la explotación de este prometedor yacimiento, que evitaría un racionamiento a futuro si lo permiten las autoridades ambientales, se aplazó por lo menos dos años. Así mismo, la decisión del presidente Petro de no nombrar en propiedad comisionados en la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) ha impedido que el país formule una política de Estado para garantizar la autosuficiencia de gas en el país.
Por último, la mejor ilustración de desconfianza ante el principio de causa consecuencia está en el gobierno mismo. Haber recibido dineros en su campaña de sectores cuestionados, como lo ratificaron en diferentes escenarios Armando Benedetti, Nicolás Petro, el director de la UNP Augusto Rodríguez y muchos más, tiene consecuencias. Así como haber recibido el respaldo en las elecciones de grupos al margen de la ley, por ejemplo, mediante el pacto de la Picota.
La situación difícil de las finanzas públicas, a pesar de que el presidente y sus aliados hayan querido presentarlo como la consecuencia del rechazo del Congreso a la ley de financiación. De acuerdo con el principio de causa - consecuencia tiene mucho más que ver con el escandaloso incremento en el tamaño del Estado y los contratos de personal público que permitió el presidente. Si se mirara a los ojos y aceptara sus propias culpas, el gobierno— seguramente— tendría oportunidades de mejora enormes que le permitirían aumentar su popularidad y actuaría con base a hechos, solucionando los problemas de raíz.