![Julio Londoño Paredes Columna Semana](https://www.semana.com/resizer/v2/25LHIYPCABEQ3IDPVFBJKJDHRY.jpg?auth=482a6cb93146de0f45815863c586340dd44bfffc87516f180d01ee70bba9754a&smart=true&quality=75&width=480)
Opinion
El ‘síndrome de China’ y nuevas decisiones
De pronto seremos víctimas de los arranques de Trump, pues la pelea continúa.
Trump, entre sus obsesiones, tiene el peligroso ‘síndrome de China’ que nos hace volver a una política de décadas atrás, cuando era un pecado tener relaciones con los países socialistas y, naturalmente, con China.
Desde entonces, China se ha estado abriendo paso no solamente en América Latina, sino también en el África subsahariana, en los países árabes y en el medio oriente. Eso no implica que todos se estén volviendo comunistas, sino que Beijing, aprovechando las dificultades de los Estados Unidos en el Medio Oriente y en Eurasia de tiempo atrás, ha dinamizado una exitosa política comercial.
Cada vez es más activa en su decisión de reincorporar a Taiwán, que antes era ‘la China’ que prevalecía en el continente. Ahora solo Belice y Guatemala, de América Latina, continúan reconociendo a Taiwán como la verdadera China. En esas condiciones se reducen a diez los estados de la comunidad internacional que siguen esa línea.
Durante los años setenta, los Estados Unidos amenazaron con imponer sanciones a los países que realizaran transacciones comerciales con China. Ni hablar de los que tuvieran relaciones diplomáticas, ya que de inmediato el Estado era calificado de procomunista y contrario a los ideales de la democracia occidental. El más intransigente impulsor de esa política era el secretario de Estado, Henry Kissinger.
La mayor parte de los estados latinoamericanos reconocían a Taiwán como la verdadera China. Colombia no era la excepción. Un día trascendió, más como chisme que como noticia oficial, que los Estados Unidos, supuestamente, tenían relación con China por intermedio de una planta instalada en la Argentina. Le estaba vendiendo miles de tractores.
Más tarde, los Estados Unidos, sorpresivamente, establecieron relaciones con China, dejando a las naciones que habían seguido la línea norteamericana en una incómoda posición. El presidente Turbay Ayala resolvió establecer relaciones con China. Se generó una fuerte reacción en muchos sectores de nuestra sociedad, que se indignaron.
Ahora, China continúa en la guerra comercial con los Estados Unidos, se aproxima a Rusia en la guerra con Ucrania, defiende a capa y espada derechos sobre las islas en el mar de la China, y amenaza seriamente a Taiwán.
Trump, somete al presidente de Panamá, que se había proclamado como defensor de la soberanía, a cancelar los contratos con dos empresas chinas que operan facilidades portuarias en el canal. Pero, además, el gobierno norteamericano anunció que los buques norteamericanos no pagarían peajes a su paso por el canal. El mandatario panameño y la autoridad del canal han rechazado tajantemente esa versión.
De pronto, ante el ‘síndrome de China’ de Zeus, los múltiples proyectos de ferrocarriles, puertos, carreteras y otras obras que adelanta en diferentes partes del mundo, habría que desmontarlos.
Petro dice que los líos con Estados Unidos continuarán. No vaya a ser que, con su dedo acusador, a Trump le moleste que los chinos estén construyendo el metro de Bogotá y que Buenaventura aumente su importancia por la Ruta de la Seda.