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Opinión

El sofisma de ganar en la segunda vuelta

Esperar sentados una derrota en la primera vuelta es atraer el fracaso total.

David René Moreno Moreno
16 de abril de 2025

Las elecciones de 2026 tendrán como característica particular que por primera vez en la historia política de Colombia estas se encontrarán inmersas dentro de un ambiente complejo administrado por ideologías de izquierda, que están haciendo lo imposible para perpetuarse en el poder; se suma a esta presunción el papel que probablemente jugarán los ‘alfiles y peones’ que ya han sido colocados hábilmente al frente de las más importantes entidades e instituciones del país, posiblemente para direccionar votaciones y controlar resultados, pues el mal ejemplo de lo sucedido en Venezuela seguramente les ha permitido pensar ampliamente en ‘cómo correr la línea ética’.

Es preocupante el inmenso número de precandidatos que hoy buscan un lugar destacado en el abanico político, donde seguramente todos tendrán unas excelentes propuestas para sacar el país del atolladero en que lo ha metido la actual administración debido a su pésima gestión, pero es más desconcertante escuchar a políticos curtidos y a tecnócratas experimentados que esperan ganar la Presidencia en la segunda vuelta y no desde la primera votación; este es un pésimo pensamiento de tahúr que cree ganar después de ser derrotado. Es como la fábula de Samaniego que describe la ambición de la lechera cuando sueña en riquezas y posteriormente muestra la frustración cuando se le rompe el cántaro.

Pensar en perder en primera vuelta para que por medio de alianzas se pueda ganar en la segunda es como jugar a la ruleta rusa, una apuesta en la que se tiene en juego nada menos que la suerte del país y el futuro de los hijos. Parece que los políticos se olvidan de las estrategias que fácilmente pueden hacer cambiar un resultado, como se ha visto en pasadas elecciones.

Es fácil recordar lo que hizo un presidente candidato, derrotado en la primera vuelta buscando la reelección, que preguntaba: “¿Señora, usted tiene hijos?... ¿Y usted prestaría sus hijos para la guerra?”, promocionando así un fin de la guerra que aún no llega. Lo paradójico y cínico es que orgulloso sacaba pecho y paraba desfiles militares para abrazar a su hijo que prestaba servicio militar. Seguramente estos mensajes contribuyeron a ganar la reelección, pero perdió Colombia, pues les otorgó impunidad a los crímenes de lesa humanidad y poder político a los subversivos.

Lo mismo ocurrió en las elecciones de 2022, cuando posiblemente corriendo la línea ética, empleando ‘campañas negras’ y con el apoyo de las famosas bodegas, se inundaron las redes sociales con desinformación o noticias falsas, sacando de concurso a candidatos a los cuales les destrozaron su imagen. Pero peor ocurrió en la segunda vuelta, en la que en forma incomprensible el candidato oponente no presentó su cara para defender su candidatura, permitiendo que les endulzaran el oído a los crédulos que cayeron en la trampa de las falsas promesas del discurso progre. La gente todavía se pregunta si hubo confabulación con el otro candidato.

Es entendible que muchos quieran tener registrado en su hoja de vida que fueron candidatos a la Presidencia, pero las afinidades políticas y el amor por el país deben permitir la unión de partidos y el planteamiento de una estrategia que permita derrotar desde la primera vuelta a la ideología del socialismo del siglo XXI, corriente política controlada por el socialismo internacional que quiere entronizarse en el gobierno para establecer una dictadura como en Venezuela, Cuba o Nicaragua.

Vale la pena repetir la frase: “Nos unimos o nos hundimos”.

Estimados políticos: por favor, se requiere pensar en el país antes que en los egos y ambiciones personales. Primero, Colombia.

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