Opinión
El turno es para el Congreso
Es indispensable identificar a aquellos congresistas y partidos que han contribuido al desorden actual del país para castigarlos en las próximas elecciones.
En mi pasada columna, titulada ‘El 2025 y el 2026 no son para tibios’, muchos amigos y lectores me escribieron expresando su total apoyo a la propuesta de unirnos como colombianos en una oposición que represente lo que el actual gobierno no lidera. Quiero resaltar especialmente un mensaje que me envió un reconocido empresario del país. En su texto me dijo:
“Te propongo que en la próxima columna te refieras a las elecciones parlamentarias. Es fundamental que no regresen al Congreso quienes han apoyado los despropósitos del exguerrillero y, en cambio, elijamos personas comprometidas con la defensa de la democracia”.
A partir de esta reflexión, me pregunté cuál debería ser la metodología que podríamos implementar en Colombia para evaluar objetivamente quiénes, entre los actuales representantes y senadores, merecen continuar en el Congreso, así como analizar el papel que han desempeñado los partidos políticos. Es indispensable identificar a aquellos congresistas y partidos que han contribuido al desorden actual del país para castigarlos en las próximas elecciones.
En este análisis, hay excepciones claras: algunos partidos han demostrado coherencia y compromiso al ejercer una oposición firme y consistente durante los casi tres años de este gobierno. Estos partidos han respetado su papel como opositores y, por ello, seguramente contarán con el respaldo masivo del electorado. Sin embargo, lamentablemente, también hay una gran mayoría de partidos y parlamentarios que, bajo la excusa cuestionable de ser “independientes”, han oscilado entre la oposición y el apoyo al gobierno, dependiendo de los beneficios que obtienen, como la repartición desmedida de la “mermelada”. Estas acciones priorizan intereses particulares sobre el bienestar de los colombianos que les confiaron su voto.
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Aquí es donde las tecnologías actuales pueden ser de gran utilidad. Podemos diseñar herramientas que permitan realizar un diagnóstico serio y objetivo para identificar a los partidos y parlamentarios que merecen nuestro apoyo, reconociendo a quienes han cumplido ejemplarmente con su función. Solo así podremos garantizar que nuestras próximas elecciones parlamentarias sean un paso firme hacia la defensa de la democracia y el bienestar del país.
La inteligencia artificial está transformando el mundo y es crucial reconocer su potencial como herramienta poderosa para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas en el Congreso, tanto por parte de los partidos políticos como de los congresistas. Esta tecnología puede ser utilizada para monitorear y auditar las actuaciones y actividades diarias de los partidos y sus miembros en el Congreso de Colombia, facilitando un seguimiento constante de sus acciones.
Su implementación debe basarse en principios éticos y en la protección de la privacidad, asegurando que los sistemas de IA sean empleados de manera justa y transparente. Además, resulta indispensable desarrollar marcos legislativos o acuerdos nacionales que regulen el uso de la inteligencia artificial en el ámbito político.
En este contexto, la IA podría aplicarse para crear una plataforma que automatice la traducción del lenguaje técnico legislativo en resúmenes claros y comprensibles para los ciudadanos. Esta herramienta permitiría a la población entender fácilmente las propuestas, las discusiones y las decisiones tomadas durante el proceso de aprobación de las leyes de la República. Asimismo, la plataforma sería un mecanismo valioso para que los medios de comunicación y las redes sociales identifiquen patrones de comportamiento en los partidos políticos y sus legisladores.
Además, se podrían emplear algoritmos de inteligencia artificial para rastrear y analizar las actividades de los congresistas en redes sociales, ayudando a detectar discursos o comportamientos que no concuerden con sus declaraciones oficiales o con las políticas de sus partidos. Esto sería especialmente relevante en el caso de proyectos de ley de alto impacto o controversia, permitiendo identificar posibles inconsistencias entre sus antecedentes y posiciones históricas. De este modo, se podría determinar si los partidos y sus miembros actúan de manera coherente con los principios que motivaron su elección o, por el contrario, si priorizan intereses particulares (como la llamada mermelada) en lugar de defender los ideales que representan.
Finalmente, la inteligencia artificial también puede mapear las relaciones entre congresistas, donantes y entidades corporativas, permitiendo visualizar posibles conflictos de interés o redes de influencia. Esto contribuiría significativamente a esclarecer las prioridades y motivaciones de los legisladores, fortaleciendo la confianza pública en las instituciones democráticas.
Lo anteriormente planteado será insuficiente como mecanismo de control ciudadano si no se realiza un análisis serio, claro y contundente del comportamiento tanto de los partidos políticos como de los parlamentarios en el actual Congreso. En este contexto, la inteligencia artificial (IA) puede desempeñar un papel crucial, siempre que se implemente de manera inmediata y con el respaldo de sectores clave, como el privado, las organizaciones no gubernamentales, y las universidades públicas y privadas que cuentan con importantes avances en esta materia.
Se propone la creación de una fundación u organización independiente, tanto del Gobierno como del Congreso, para garantizar la imparcialidad y evitar conflictos de interés. Esta entidad debería estar respaldada por un gran acuerdo nacional, en el que partidos políticos y organizaciones sociales autoricen este mecanismo de monitoreo como una forma concreta de fortalecer la democracia.
El mandato de esta organización sería supervisar las actividades financieras y conductuales de los congresistas y partidos políticos, asegurando que cumplan con la Constitución y las leyes. Para cumplir con este objetivo, se garantizaría el acceso a información clave, como documentos financieros, registros de votaciones y donaciones. Asimismo, podría realizar entrevistas e investigaciones en coordinación con los órganos de control del Estado cuando existan sospechas de irregularidades.
La IA sería una herramienta esencial para rastrear y analizar datos públicos relacionados con los parlamentarios y partidos políticos. Complementado con un monitoreo histórico de redes sociales y patrones financieros, este enfoque permitirá obtener resultados contundentes sobre su comportamiento. Además, los análisis y resultados generados por esta organización deberán ser divulgados de forma pública, lo que proporcionará a los ciudadanos herramientas objetivas para decidir a quién apoyar en las próximas elecciones parlamentarias.
Aunque esta fundación no tendría capacidad sancionadora directa, sus hallazgos podrían ser remitidos a la justicia o a comités disciplinarios de los partidos para que tomen las acciones correspondientes. También se podrían abrir investigaciones formales cuando se detecten conductas que vulneren la ley, garantizando así que se prioricen los principios que justificaron la elección de cada representante.
Finalmente, la inteligencia artificial se presenta como un instrumento poderoso para recuperar y fortalecer nuestra democracia en el Congreso de la República, asegurando que las decisiones y acciones de los partidos políticos y sus miembros se alineen con los intereses del país y no con agendas particulares.
Bienvenida la inteligencia artificial como un instrumento para recuperar y fortalecer nuestra democracia en el Congreso de la República.