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Opinión
El verdadero campo de batalla
Si alguien cuestiona al influenciador mayor, sus lugartenientes salen armados de algoritmos y lo sentencian a la muerte digital.
El próximo presidente de Colombia será aquel que maneje mejor la conversación digital, y, en este momento, Gustavo Petro es el influenciador de redes imbatible de Colombia. Esto es un pésimo presagio para las próximas elecciones. Me explico.
Hay una sola razón por la cual, hoy por hoy, el país no está incendiado como lo estaba en lo que mal han llamado “el estallido social”: las redes no están indignadas. Actualmente, la situación social está que arde; el país se ahoga económicamente, el crecimiento acumulado de los dos años del Gobierno Petro es de los peores en la historia, la violencia pulula y, según la Defensoría, hay once crisis humanitarias. El ELN y las Farc traquetean más que nunca, el Ejecutivo se arrodilla para que sigan los procesos de paz y los escándalos de corrupción se acumulan. Pasamos de las Torres Gemelas a los Pitufos y las Arañas, y nada pasa. Nada. Pero si todo esto estuviera ocurriendo en un Gobierno que no fuera el de Gustavo Petro y se aplicara la sensibilidad de antes, el país estaría incendiado y aún más.
Pero a pesar de este deplorable escenario, si usted lee las redes sociales, parecería que vivimos en otro país y todo fuera extraordinario. Los ejércitos pagos del Gobierno manejan matrices de comunicación que divulgan discursos en los cuales se insulta a todo aquel que cuestione al Gobierno o que publique datos que desmienten el relato oficial e instauran una realidad paralela de logros inexistentes.
En ese universo, Petro es una víctima, y todo lo malo que ocurre en el país es culpa de alguien más. Si alguien cuestiona al influenciador mayor, sus lugartenientes salen armados de algoritmos y lo sentencian a la muerte digital. Son disciplinados y conocen como nadie el ambiente de SEO para ser visibles en los buscadores y plataformas sociales. Son buenos en lo que hacen y tienen dinero para ejecutar.
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En el ascenso de esta implacable caja de resonancia, el establecimiento y los medios de comunicación tradicionales son cómplices. No solamente los premios de periodismo los aplaudieron y condecoraron, sino que también programas radiales y de televisión los invitaron repetidamente como interlocutores de un supuesto sentimiento público, cuando realmente eran semillas plantadas estratégicamente en el universo comunicacional de legado que luego germinaron para dominarnos desde lo virtual. Crearon un monstruo que luego los devoró.Esto escribió María Clara Posada la semana pasada en El Nuevo Siglo: “1. Hay 27 influenciadores petristas que impactan 28,5 millones de seguidores, monopolizando el tráfico que se da en redes sociales (sin ningún demócrata que se les acerque). 2. Existen cuentas, sin titular conocido, con más de 400.000 seguidores que hablan a favor del Gobierno. 3. Se unificó el sistema de medios públicos y se le dispuso un presupuesto de $385.000 millones al año (el más alto que se haya visto). 4. Hay un gasto en pauta del Gobierno calculado en $100.000 millones anuales. 5. Con el grupo de Activistas por el Cambio de Xavier Vendrell, consolidan 83.000 replicadores que sirven para pasar de lo digital a las calles. 6. Se inventaron el programa Ciberpaz en el MinTIC, en el que se gastaron $14.000 millones para convocar a personas del común que hablen bien de Petro, logrando sensibilizar a 1.024.000 colombianos el año pasado. Y así, la lista sigue”. Tremendo.
¿Y del otro lado? Nada. Absolutamente nada, y eso es una sentencia que nos condena a continuar por este sendero de destrucción de la nación. Hoy por hoy, no solamente es crucial tener una buena estructura de gobierno y una propuesta coherente, estudiada y respaldada, sino que también se debe contar con una plataforma de distribución de mensaje digital que esté a la altura de sus rivales. La izquierda radical en Colombia, patrocinada por el Gobierno, tiene un ejército financiado con sus impuestos que le lava la cara a esta administración y que disciplinadamente domina la conversación digital. De malas.
Usted puede hacer algo: póngase la camiseta y también participe en redes y hable sin miedo. Si no hay un trabajo organizado de diferentes estamentos que entiendan que la lucha cultural existe y que hay que dar la batalla, estaremos condenados a ser gobernados por quienes manejan a los zombis digitales, y con ello tendremos a Gustavo Petro o alguno de sus testaferros manejando nuestros destinos para siempre.