Opinión
En las sombras
Será muy interesante ver cómo el Congreso reacciona frente a la misma reforma que rechazó tan solo hace unos meses.
En esta oportunidad no hubo multitudinarios montajes en la Plaza de Armas de la Casa de Nariño para radicar el ‘nuevo’ proyecto de reforma a la salud. Tan solo un discreto acto en el Congreso de la República que se reflejó en una fotografía del ministro de salud acompañado por un viceministro y funcionarios del gobierno. Parecía, más bien, un acto de presentación de un proyecto de menor calado. No la que pretende ser la reforma social más importante para el país y para todos los colombianos.
La verdad es que no hay mucho que celebrar. Ha pasado demasiada agua debajo de los derruidos puentes de la salud durante los pasados dos años. El balance de hoy del gobierno es un sistema semi destruido, tal como lo reflejan la mayoría de los indicadores y puntualizan con gran preocupación los principales gremios, los pacientes y los especialistas del sector.
Una radiografía siniestra que solo demuestra los resultados de aquella “crisis explicita que…, permitirá una propuesta alternativa” ruta que señaló y no alcanzó a completar la otrora ministra y autora intelectual de la reforma. Pero ese es el derrotero que el gobierno ha seguido a través de los funcionarios que dirigen hoy el sector.
La reforma presentada no es más que una síntesis del proyecto inicial con muy pocas modificaciones. La más importante es la transformación de las EPS en “gestoras de la salud”. Modificación a la que se llegó a través de una “concertación” con algunas EPS a las cuales —evidentemente— les interesó por encima de todo: el dinero y la supervivencia. En este caso el negocio más descarnado y prolijo: se van a ganar la plata por intermediar la salud.
Tendencias
Si señores, el gobierno de izquierda les terminaría quitando el riesgo financiero a las EPS, las convertiría en puros intermediarios, y con los mayores incentivos para engordar utilidades, sin arriesgar capital. Un negocio pulpo con la platica de la salud.
Los ciudadanos y pacientes están siendo grandes perdedores. El racionamiento de servicios, el desabastecimiento de medicamentos y las quejas crecen cada día: https://www.semana.com/politica/articulo/caos-en-la-salud-la-intervencion-del-gobierno-a-las-eps-no-funciono-las-quejas-se-dispararon-y-las-perdidas-economicas-van-en-aumento/202401/
Entretanto, el ministerio de salud empuja un modelo de equipos de atención primaria donde se botan a la basura billones de pesos, sin que realmente presten mayores beneficios. Equipos desconectados de las redes de prestación y sin interoperabilidad alguna con los aseguradores, mientras los pacientes diagnosticados quedan en sus casas sin respuesta alguna del sistema.
Increíblemente, el Ministerio de Salud no ha entregado ninguna evaluación confiable de los resultados y desenlaces de la inversión realizada con los equipos extramurales. Por ejemplo, ¿cuántos pacientes con cáncer han sido derivados al sistema?, ¿cuántos casos se han resuelto? La respuesta es un completo misterio que ha justificado el gasto de los recursos que han debido dirigirse a asegurar la sostenibilidad del sistema y el pago de las deudas de los pasados dos años a los hospitales.
Como si esto fuera poco, la salud pública del país se encuentra prácticamente abandonada. El crecimiento de los casos de dengue y la malaria están azotando a miles de colombianos en niveles nunca registrados. Hay casos reportados de dengue nativo en ciudades de Colombia donde nunca se habían presentado. Los intentos de suicidio llegan a nivel crítico. Sin embargo, sobre esto impera un silencio total. La salud pública dejó de existir en nuestro país. Las asociaciones de salud pública y aquellos académicos férreos defensores del gobierno guardan un silencio cómplice.
Será muy interesante ver cómo el Congreso reacciona frente a la misma reforma que rechazó tan solo hace unos meses y, a estas alturas, el escenario menos nocivo para todos es que esta reforma se vuelva a hundir. La oscura ceremonia de presentación del pasado viernes sugiere que solo están apostando a una victoria política. Sería una victoria simbólica para este gobierno, pero un pésimo y costoso precedente para el siguiente. Se heredará tremendo desastre, con las manos bien amarradas por una reforma en la cual apostaría, las escasas mentes razonables del actual gobierno tampoco creen.