
Opinión
Entre el cáncer de páncreas o del cerebro
Petro y Sánchez tienen muchas cosas en común. Mienten con total descaro y desparpajo.
Mi buen amigo Ramón Pérez-Maura, gran periodista español antes del diario ABC y hoy del portal digital más exitoso en España El Debate, escribió, luego de una larga conversación que tuvimos sobre los dos jefes de gobierno de su país, España, y del mío, Colombia. Su conclusión: son lo mismo. Yo creo que no, Gustavo Petro es muchísimo peor que Pedro Sánchez, aunque de ambos, como se dice en mi país, no se hace un caldo.
Petro y Sánchez tienen muchas cosas en común. Mienten con total descaro y desparpajo. En eso son muy coherentes, pues la mentira forma parte de su manera de hacer política y de ganar aliados. La corrupción que los rodea incluye directamente a su familia y a su entorno político, y la verdad les importa poco. Sánchez, durante años, se hizo el de la vista gorda y apenas ahora dizque se da cuenta de que sus asesores más cercanos son unos corruptos de marca mayor. Petro, desde que era senador, hay un video de él contando billetes hace ya más de una década, tiene escándalos de corrupción como el de los carros de basura en la alcaldía o el robo de cientos de millones de dólares de la Unidad de Gestión del Riego (UNGRD), para no hablar de los millones de dólares de la mafia y de los grandes contratistas corruptos que entraron a su campaña presidencial.
Ambos también son expertos en comprar aliados de una manera u otra. Claro, no es convenciéndolos con su discurso o sus propuestas. Es con plata del Estado con que compran esa ‘gobernabilidad’. Sánchez entregando la unidad nacional y pactando todo tipo de prebendas con los ‘aliados’ nacionalistas que lo chantajean, y mientras se les pague, miran para otro lado con el tema de la corrupción, o hablan fuerte, pero ahí siguen firmes cobrando.
Petro compró a los presidentes del Senado y de la Cámara con dinero en maletas, del robo de la UNGRD, y a su alrededor tiene los políticos más corruptos de la historia de Colombia. Este gobierno ha elevado la corrupción a niveles sistémicos con el visto bueno, o la vista gorda para ser generosos, del jefe de Estado. Los máximos exponentes con grabaciones y todo tipo de información pública sobre su corrupción siguen a su lado, aunque unos ya renunciaron, otros se escaparon y otros, muy pocos, están en la cárcel. La verdad es que, tanto para Sánchez como para Petro, el fin justifica los medios sin importar la corrupción o la destrucción institucional.
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Esto último también es una característica común de Petro y de Sánchez. En España, el jefe de gobierno por todos lados está destruyendo la institucionalidad y la reforma al sistema judicial es el golpe de gracia. En eso se parece al líder populista mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y a su marioneta Claudia Sheinbaum. Petro se quiso volver Corte Constitucional y Congreso al tratar de imponer de manera ilegal su decreto que citaba a una consulta popular que había sido rechazada por el Senado. Ahora juega con una Asamblea Constituyente que quiere citar a como dé lugar. Petro y Sánchez debilitan la institucionalidad y la separación de los poderes públicos, pues tienen el mismo objetivo final: quedarse en el poder.
¿Y la dignidad del país la protegen y la cuidan? Ciertamente no. Sánchez en una visita de Estado de Petro lo condecoró después de que este último en una ofensa directa a España dijo, en el mismo congreso de los diputados, que “había que liberarse del yugo español” y acusó a los españoles de ser un pueblo de asesinos y esclavistas.
Petro tampoco es un ejemplo en la defensa de la dignidad de Colombia. Sus salidas fuera de tono en el exterior, en la última el presidente del gobierno francés Emmanuel Macron lo puso en su sitio, ya son parte de su agenda cada vez que se monta en un avión. No solo es cuando se desaparece, como sucedió en París, ya sabemos para qué, como lo contó su excanciller, sino en especial en Colombia, donde sus desapariciones son algo normal. Aún falta ver qué fue a hacer a Manta, hay muchas personas trabajando en ese tema, pero seguro no fue para algo bueno. En Colombia ya estamos acostumbrados y lo triste es que por fuera ya está pasando lo mismo. “Ahí viene el loquito, salgan corriendo”, piensan muchos en los países que sale a visitar. Tranquilos, solo le queda un año.
Cuando hablamos sobre el tema yo estaba convencido que Petro era mucho peor. Pérez-Maura dice que no, pues por lo menos Petro justifica su corrupción y su autoritarismo en una ideología. No, Ramón, la ideología de ambos es el poder primero para llegar y luego para quedarse. No les importa su legado, solo ven el poder; no les importa la dignidad, solo quieren mantenerse en el poder; no les importa la democracia, poder, poder, poder, y la corrupción es su modus operandi.
En el pasado, cuando había que escoger entre dos escenarios malos se decía que era entre el sida y el cáncer. Afortunadamente, hoy el sida es una enfermedad que no mata. Por eso escoger entre Sánchez y Petro es como tener que escoger entre un cáncer de páncreas, con supervivencia del 11 por ciento a 5 años, o un glioblastoma en el cerebro con el 6 por ciento.
Así estamos Colombia y España. ¿Y la oposición? En la olla, pero eso es otro tema.