María Isabel Ulloa  Columna Semana

Opinión

Hacer lo correcto

Hacer lo correcto debe ser la regla para quienes deciden ser funcionarios públicos, sin importar en lo que crean o a qué grupo político o social pertenezcan.

María Isabel Ulloa
19 de mayo de 2025

Cuando veo las actuaciones de algunos líderes políticos de la actualidad, en ciertos momentos me desconciertan y decepcionan y no puedo dejar de cuestionar el por qué de sus actuaciones con terquedad y a hasta con inocencia e ingenuidad. Los líderes políticos, sobre todo los que son elegidos popularmente, tienen una obligación no solo con sus electores sino con todos los ciudadanos de su territorio o nación. Además, tienen el deber de ser fieles al mandato superior del servicio público: hacer lo correcto para la mayoría y pensar en el bien común.

Sin embargo, todos los días vemos a más y más líderes políticos actuando y dando discursos solo para sus bases o electorado. En muchos casos, son los principales promotores de sentimientos de odio entre los ciudadanos e incentivan políticas que claramente benefician a unos en detrimento de otros. Todo lo anterior sin ningún tipo de juicio racional o técnico.

Es claro que hay opiniones de un lado y otro con sustento técnico y obviamente político. También, que en la historia se han implementado políticas públicas que han afectado directamente a grupos poblacionales en beneficio de otros y que muchos errores se han cometido desde instituciones públicas y privadas. Sin embargo, la historia ya nos ha dado muchas pruebas de lo que sucede cuando líderes políticos se llenan de narcisismo y no tienen la capacidad de ver más allá de sus intereses, preconceptos, de su ideología y ego.

El populismo de hoy sin duda nos debe preocupar, porque replica lo que ya han hecho otros, pero con las redes sociales como nueva herramienta poderosa para sustentar sus ideas, manipular la información y, sobre todo, controlar “la verdad” a su antojo, haciendo que desconfiemos del que no se ve como nosotros o no pertenece a nuestro grupo.

Hace algunos días los católicos elegían un nuevo papa, quien en su primer discurso hablaba de una Iglesia misionera, que debía tender puentes de diálogo y tener los brazos abiertos a todos. Ojalá esa fuera la posición de otros líderes mundiales y que tuviéramos más discursos en este tono. Sin duda, la Iglesia católica ha tenido muchos errores, pero en su historia reciente, sobre todo desde el papa Francisco hemos visto una Iglesia abierta, dedicada a la paz y a los más pobres, lo que independientemente de las creencias debería ser inspirador o servir de ejemplo.

Hacer lo correcto debe ser regla para quienes deciden ser funcionarios públicos, sin importar en lo que crean o a qué grupo político o social pertenezcan. Y en el marco de esto, los líderes no deberían estar incentivando el odio, ni usando el poder para atacar a los que no piensan como ellos. El poder otorgado en las urnas debería ser usado para tener la capacidad de ser mandatarios de todos los ciudadanos, buscando el bien común sin importar lo difícil que esto puede ser. Esto debe comenzar desde tener campañas electorales menos agresivas, enfocadas en las propuestas y no en el desprestigio de los contendores. Ahora que entramos en una época electoral sería una buena reflexión que deberían hacer los candidatos y nosotros los ciudadanos:¡No dejarnos poner en bandos!

Necesitamos trabajar por los que más lo necesitan, desde la unión y no desde la polarización. Cada vez que una sociedad cierra los caminos del diálogo, se abren los de la violencia. Por esto, en el marco de la diferencia, debemos construir entre todos y no destruir. Debemos tener la capacidad de escuchar para dialogar y accionar.

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