Sofy Casas

Opinión

Hay que rodear al registrador

Colombia ya no enfrenta una simple discusión. Lo que vivimos es un intento frontal de desmontar las garantías democráticas para perpetuarse en el poder.

Sofy Casas
13 de julio de 2025

Lo que está ocurriendo en Colombia no es un simple debate técnico sobre una licitación ni una discusión inocente sobre papelería electoral. Es mucho más grave. Estamos presenciando paso a paso cómo el Gobierno nacional intenta deslegitimar la institución que garantiza el derecho más elemental en una democracia: el de elegir libremente.

Gustavo Petro, junto a su jefe de gabinete (el pastorcito mentiroso que no es pastor), Alfredo Saade, ha comenzado una peligrosa ofensiva contra la Registraduría Nacional y Thomas Greg & Sons, empresa que por años ha sido proveedora de confianza para la logística electoral. La misma compañía que imprimió la papelería con la que Petro fue elegido presidente en 2022. En ese entonces, sí le servía. Hoy, como ya no le conviene, pretende desmontarla y hasta deslegitimarla.

Petro, al decir que en Colombia se puede hacer fraude electoral con el sistema vigente, prácticamente está confesando que él mismo es un fraude. Porque se hizo elegir con esas reglas, con esa logística. La Registraduría brindó, como siempre lo ha hecho, todas las garantías. Pero como ya no le resultan útiles, ahora necesita atacar al sistema, sembrar dudas, dinamitar la confianza. Está haciendo exactamente lo que hicieron en Venezuela: desmantelar las instituciones que alguna vez los eligieron para luego decir que ya no funcionan. Es el mismo libreto con otro acento.

Y mientras tanto, Saade, entre otros funcionarios, pone sobre la mesa la palabra prohibida: reelección. Hablan sin vergüenza de que Petro podría quedarse veinte años en el poder. ¿No lo habíamos escuchado ya en boca de Chávez, de Ortega, entre otros tiranos? No es casual. No es improvisado. Es el proyecto. Permanecer en el poder a toda costa, incluso si hay que pasar por encima del sistema electoral.

Por eso hay que rodear al registrador Hernán Penagos, quien hoy resiste con firmeza y protege a toda costa uno de los pilares fundamentales de la democracia: el derecho a elegir libremente. La Registraduría Nacional se ha convertido en el último muro de contención frente a una maquinaria de poder que busca perpetuarse a como dé lugar. Es la única entidad con la capacidad, la legitimidad y el respaldo técnico para garantizar elecciones libres, limpias y confiables en 2026. Y por eso quieren acabar con ella. Porque les estorba. Porque les impide hacer lo que ya hicieron en Venezuela. Quieren tumbarla a como dé lugar. Porque saben que no podrán cambiar las reglas si el árbitro se mantiene firme.

Petro necesita con urgencia su propia Tibisay Lucena, aquella funcionaria maquiavélica que en Venezuela se convirtió en la pieza clave para que Hugo Chávez minara la democracia desde adentro. Fue ella quien, al frente del Consejo Nacional Electoral, manipuló el sistema bajo la fachada de legalidad, respaldada por las maquinitas de Smartmatic, mientras se consolidaba la narcodictadura chavista. Hoy, en Colombia, se repite el libreto. Quieren hacernos creer que, si ellos cambian el sistema electoral por uno a su medida, sí habrá elecciones libres y legítimas, mientras preparan un quiebre institucional de facto. Disfrazan el socialismo autoritario con lenguaje democrático, pero la estrategia es la misma al copar el sistema electoral, anular al árbitro legítimo y justificar cualquier atropello con el argumento de que ‘no hay garantías’. El problema no es técnico, es político. Y el país no puede caer en la trampa.

Esto no se trata de una persona, se trata de una institución. De un país que resiste el experimento llamado socialismo del siglo XXI. Y si dejamos que la Registraduría caiga, lo que viene después es una ‘democracia disfrazada’, sin elecciones reales, sin transparencia, sin alternancia.

Colombia ya no enfrenta una simple discusión. Lo que vivimos es un intento frontal de desmontar las garantías democráticas para perpetuarse en el poder. Y frente a esa amenaza, el país no puede seguir dormido. Hay que despertar, hay que rodear al registrador y, si es necesario, defender con la vida misma el derecho a votar con libertad. Porque cuando se pierde la democracia, recuperarla es casi imposible. Estamos advertidos.

Ñapa: cuando los regímenes empiezan a sabotear el trámite de pasaportes, es una estrategia. Ya lo vimos en Cuba y en Venezuela. Ahora, en Colombia, el Gobierno Petro deja a millones sin citas para sacar este documento esencial, justo cuando crecen las voces críticas y la incertidumbre electoral.

Aíslan a su población del mundo exterior, evitando que puedan huir o denunciar internacionalmente lo que ocurre dentro; es decir, sin pasaporte, no hay salida. No hay asilo. No hay denuncia. Es tener preso al país sin necesidad de ponerle barrotes.

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