Opinión
Ignorancia o ingenuidad
Cuando Petro afirma en COP27 que para enfrentar la crisis climática “la solución es un mundo sin petróleo y sin carbón”, más bien ha debido mencionar cómo influyen el deterioro de los bosques y las selvas por culpa de quienes cultivan la coca.
El ejemplo es, sin duda, lo más influyente en el comportamiento del ser humano; hay muy buenos modelos que no solo da gusto seguir, sino que llenan de orgullo a quienes logran imitar los aspectos más destacados de ilustres personajes que han tenido una brillante actividad y trayectoria en beneficio de la sociedad. También hay otros arquetipos de procederes humanos que causan rechazo, lástima y compasión, especialmente cuando atentan contra las buenas costumbres, la sana convivencia y la paz.
El siglo XXI llegó con gran ímpetu y con un sinnúmero de avances tecnológicos que contribuyen a mejorar la calidad de vida en el planeta, pero también llegó cargado de desafíos que ponen a prueba el desarrollo de la humanidad, especialmente influyendo sobre la juventudes. El comportamiento del ser humano ha cambiado, las actividades sociales se han transformado, el trabajo ha tenido evoluciones y los principios y valores del ser humano cada día están siendo más afectados.
El cambio que propuso Petro en su campaña política se está viviendo incluso desde antes de que tomara posesión del cargo más importante del país, y a cada instante que transcurre más se hunde la nave que le confiaron unos ilusos, arrastrando al fondo de los grandes abismos a 50 millones de colombianos. Pero este cambio ha tomado un camino insospechado, pues con las propuestas de este distinguido personaje el país se está convirtiendo en un paria dentro de la comunidad internacional.
Las drogas psicoactivas producen adicción y terribles daños en quienes las consumen, afectaciones que, además de ser irreversibles, pueden llevar a la muerte, como lo reporta el Ministerio de Justicia y el Instituto de Medicina Legal, que en Colombia hubo 28.541 personas muertas relacionadas con estas sustancias entre 2013 y 2020. En su reporte para 2022, la oficina contra las drogas y el crimen de las Naciones Unidas también informa que la legalización del cannabis en Norteamérica ha aumentado el consumo diario de esta sustancia, incrementándose los suicidios, trastornos psiquiátricos y hospitalizaciones.
Petro ha propuesto legalizar el cannabis, ha hablado de la legalización de la cocaína, en su participación ante la ONU pide poner fin a la “irracional” guerra contra las drogas, el director de la Dian nombrado por Petro propone “legalizar y gravar” la cocaína y para colocarle broche de oro al interés sobre los psicoactivos, Petro compara la cocaína con el carbón y el petróleo. ¿Será que por ignorancia se promueven estas iniciativas? ¿Dónde está el incremento de las campañas gubernamentales para acabar el consumo de estas substancias psicoactivas?¿Hay estudios que muestren las tendencias del consumo al legalizar estas substancias?
Aparecen en el escenario muchos interrogantes con relación al interés del Gobierno por legalizar la cocaína y el cannabis, mientras que de otra parte combate lo relacionado con los combustibles fósiles, base fundamental de nuestra economía. ¿Piensa el Gobierno obtener los recursos para su Plan de Desarrollo a partir de la exportación de cocaína y marihuana? ¿Ya dejó de lado su interés por los aguacates? Posiblemente serían comprensible estas propuestas en el gobierno de Samper, quien posiblemente fue elegido con dineros del Cartel de Cali, como mencionan medios de comunicación, o de parte de Evo Morales en Bolivia. ¿Qué motiva a Petro adelantar esta campaña?
Cuando Petro afirma en COP27 que para enfrentar la crisis climática “la solución es un mundo sin petróleo y sin carbón”, más bien ha debido mencionar cómo influyen el deterioro de los bosques y las selvas por culpa de quienes cultivan la coca, por culpa de quienes adelantan la minería ilegal, por culpa de quienes producen la cocaína y arrojan miles de galones de compuestos químicos que afectan los ríos, por culpa de las aguas residuales de las ciudades y de las industrias que envenenan los mares; todo esto si se puede corregir y requiere una acción conjunta a nivel mundial.
Desde niños nos enseñaban a sentirnos orgullosos de las ejecutorias y del ejemplo que recibíamos de los padres de la patria y de los gobernantes; qué lástima que esto haya cambiado. ¿Qué nos espera en un futuro? Dios salve a Colombia.