Salud Hernández

Opinión

Imposible no odiar a Putin

No es que Zelenski quiera más guerra, una acusación ignominiosa. Se trata de llegar más fuerte a la negociación trumpista.

Salud Hernández-Mora
8 de marzo de 2025

El inolvidable Lech Walesa le recordó a Trump que Estados Unidos ayudó a Polonia a luchar contra la opresión soviética porque Ronald Reagan comprendió que “millones de personas esclavizadas estaban sufriendo”. No exigió agradecimientos, tenía principios.

Trump, sin embargo, pretende regalar una impúdica victoria al criminal ruso. Y cae en la bajeza de dejar a Zelenski sin la inteligencia militar norteamericana para que Putin masacre civiles a su antojo. No podrán alertar a la población con tiempo para correr a los refugios. De pronto, el pandillero cree que, aplicando tamaña vileza, los ucranianos se volverán contra su líder.   

Pero se equivoca. En mi primer viaje a Ucrania admiré virtudes que desconocen Trump y Petro, gemelos en su visión del conflicto bélico que inició el ruso: valentía, honor, dignidad y espíritu de sacrificio. Sabían que defender la libertad podría suponer ofrendar la vida.

En aquellos momentos de incontables gestos alrededor del mundo de solidaridad con la nación agredida, de banderas ucranianas por doquier, Occidente accedió a la cooperación militar, así entregaran armas a cuentagotas por temor a exacerbar la ira de Putin.

La última vez que fui no percibí la misma euforia patriótica, sino agotamiento y resignación a que el sonido de las bombas los acompañaría más tiempo. Pero seguían decididos a pelear para no convertirse en súbditos del matón que anhela resucitar un imperio que los subyugó durante decenios.

Por eso es tan hiriente la actitud pendenciera de Trump –así ahora amenace a Putin con sanciones–, aunque hay que reconocer que la posible capitulación ucraniana no comenzó en el Salón Oval de la Casa Blanca, sino años atrás, y en el Viejo Continente.

Lo anticipó Barak Obama, no lo escucharon, y la reacción europea llega demasiado tarde. No poseen una alternativa rápida y eficaz a la estadounidense en el campo de batalla.

Incluso si la UE comenzara enseguida el rearme exprés, solo alcanzarían a disuadir al dictador ruso en el futuro, cuando amenace con tomarse Moldavia o un país báltico. Pero no para cubrir el hueco que deja USA en Ucrania.

Y no es que Zelenski quiera más guerra, una acusación ignominiosa cuando fue Putin quien invadió su país y sigue arrasando vidas y poblaciones. Se trata de llegar más fuerte a la negociación trumpista para no verse abocado a firmar una paz injusta, frágil y ultrajante.

Lo triste es que solo se atisban nubarrones en el horizonte. Empezando por Elon Musk. Eliminar su red de Starlink supone un duro revés para Ucrania: las tropas no podrán comunicarse entre ellas. Y los europeos solo disponen de la franco-británica OneWeb, una alternativa con un abanico de desventajas, según los expertos, frente a Starlink. Un dato reflejo de la abismal diferencia entre ambas: OneWeb cuenta con 600 satélites en órbita por los 7.086 de su rival.

En cuanto a drones de última generación, arma esencial en los combates, ni siquiera Alemania, Gran Bretaña o Francia cuentan con los miles necesarios, ni disponen de personal militar entrenado para manipularlos, ni robots terrestres que serán los que vayan al frente.  

Si piensan en tanques, los analistas militares consideran difícil sustituir los M1 Abrams estadounidenses por los europeos. Las tres potencias citadas arriba, además de Italia, fabrican modelos distintos y más caros, y requieren tiempo y fondos para adaptar cada uno a las nuevas realidades bélicas.

Sin dejar de lado que, mientras la Unión Europea analiza cómo invertir 800.000 millones de euros en aumentar los arsenales de sus Estados miembro, la guerra no se detiene. El sanguinario comunista sigue lanzando misiles contra edificios residenciales e infraestructura vital. Y Ucrania está agotando los Patriot.

Otro quebradero de cabeza para Zelenski es la necesidad de renovar tropas. Rusia recurrió a Corea del Norte y Ucrania a militares extranjeros en números pequeños. Con otra disparidad: Putin es un tirano que no da explicaciones, y el líder ucraniano, un demócrata que debe responder a su pueblo. Obvio que queda descartado enviar soldados de la UE a la primera línea. Las guerras no solo no dan votos, sino que los quitan.   

Ante un panorama tan inquietante, tan injusto con Ucrania, hiere escuchar voces izquierdistas, idénticas a las trumpistas, criticar a Zelenski, cuando fue Putin el Hitler de esta dramática historia. Primero les arrebató Crimea ante la indiferencia de Occidente, luego incumplió todos los pactos de paz y, por último, emprendió una brutal conquista bombardeando a su vecino con sevicia.

Es el único culpable de los 80.000 soldados ucranianos y 10.582 civiles muertos; de la destrucción masiva de una nación libre. Un criminal de guerra indiferente ante los 200.000 uniformados rusos que perdieron la vida por sus delirios de grandeza.  

Imposible no odiar a un déspota que, además de la injustificable invasión, pone a temblar al mundo y empuja a un rearme europeo con billones de euros. Ni perdón ni olvido.

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