
Opinión
Improvisaciones y errores
El olvido de esas enseñanzas, llenas de sabiduría popular y de sentido común, es, en mi opinión, lo que posiblemente explica el vergonzoso desorden que actualmente estamos viviendo en la prestación de los servicios de salud a nivel nacional.
Porque los conozco personalmente, considero que tanto el presidente Petro como su ministro de Salud no están obrando de mala fe en todo el desorden que se ha venido creando en los servicios integrales en materia de salud en Colombia, sino que, de pronto, se han olvidado de lo que me enseñaron mis maestros cuando era un niño y de manera muy especial mi mejor maestra como lo fue mi madre, cuando siempre me decían: “Angelino, en la vida lo que está funcionando bien, debemos dejarlo quieto y antes, por el contrario, debemos contribuir para que se mejore. Lo que anda mal debemos corregirlo para que funcione bien”.
El olvido de esas enseñanzas, llenas de sabiduría popular y de sentido común, es, en mi opinión, lo que posiblemente explica el vergonzoso desorden que actualmente estamos viviendo en la prestación de los servicios de salud a nivel nacional, incluyendo la entrega de medicamentos, y del cual no estamos exentas más de un millón de personas que, además de la EPS tenemos un contrato de medicina prepagada, por el cual hacemos un pago adicional en materia de salud.
En Colombia, después de la promulgación de la Constitución Nacional en 1991, los servicios de salud, tanto los públicos como privados, han venido funcionando más o menos bien en más de 500 municipios de la mayoría de los departamentos, tal como lo ha reconocido la propia Organización Mundial de la Salud (OMS).
Creció la cobertura en salud, se desarrollaron y surgieron importantes centros hospitalarios tanto privados como públicos, se crearon y fortalecieron facultades de salud en numerosas universidades públicas y privadas y en los últimos 30 años se aumentaron los recursos públicos para la salud, lo mismo que los derechos de las personas a la salud, empezando por los niños y las niñas. También hoy tenemos más conciencia colectiva e institucional contra todas las manifestaciones de corrupción en la salud y se ha venido eliminando o depurando un buen número de Empresas Promotoras de Salud, EPS, y centros hospitalarios públicos que, por sus niveles de corrupción y malos manejos administrativos se volvieron una verdadera vergüenza nacional.
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Por mi experiencia en los asuntos de Estado y convencido de que hay que corregir todas las situaciones que puedan derivar en corrupción, pero sin provocar la parálisis o interrupción de los servicios de salud, con todo respeto, considero que el presidente Petro y el ministro de Salud se equivocaron al dejarse volver prisioneros de sectarismos políticos y, sobre todo, cuando se olvidaron que en materia de salud, como también en la educación, la ciencia y la cultura, la existencia de lo privado no niega la existencia, mejoramiento y ampliación de lo público. Ese complemento de lo privado con lo público y del cual Colombia tiene múltiples y positivas experiencias es la que el Gobierno nacional ha debido implementar con la colaboración de los alcaldes y gobernadores para ampliar la cobertura y mejorar los servicios integrales en materia de salud en más 500 municipios de la denominada Colombia profunda.
Para ello no necesitaba presentar su proyecto de ley de reforma a la salud ni estar interviniendo con fines de control a la mayoría de las EPS, porque sencillamente con la Constitución Nacional, las leyes existentes y la capacidad pública y privada ya instalada, se puede gobernar bien a Colombia en materia de salud y desarrollar todos los mecanismos de transparencia, control y seguimiento no solo para que rindan los recursos públicos, sino también para que lo que se promete se cumpla.
Como corregir los errores es de sabios y persistir en los mismos es de tercos, muy fraternalmente le sugiero tanto al presidente Petro como a su ministro de Salud, que por el bien de Colombia y de su población urbana, rural y étnica, todavía estamos a tiempo para que inviten, de manera amplia y respetuosa, a un diálogo nacional con los diversos representantes públicos y privados relacionados con la prestación y formación en materia de salud, a fin de que acuerden la ruta a seguir en favor del derecho de los seres humanos a transparentes, eficientes y preventivos servicios de salud.
Igual recomendación le hago muy fraternalmente a cada una de las personas, sean de derecha, centro o izquierda, que aspiran ser elegidas como presidente de la República el próximo 31 de mayo de 2026.