
Opinión
Iván Márquez: ¿Mandó matar a Miguel Uribe y Gabriel Ángel?
Cuando Iván Márquez anunció la creación de la Nueva Marquetalia, dijo que trasladarían la guerra a las ciudades y que, en lugar de atacar policías y militares, se irían contra “la oligarquía”, y ya conocemos que en ese etéreo costal meten a políticos como Miguel Uribe.
Es una hipótesis que tiene bases sólidas. Pero aún faltan piezas para completar un complejo rompecabezas. En especial, en lo relativo a la fecha. ¿Por qué ordenar un magnicidio tan alejado de los comicios en un país de raquítica memoria?
Porque, de no haber fallado el sicario, no se habría generado la impresionante ola de cariño y solidaridad que no había vivido Colombia en los últimos 30 años. El fenómeno de Miguel Uribe en la uci, luchando por su vida día a día, mientras millones rezan confiados enque para Dios nada es imposible y obrará el milagro, resulta inédito en un país donde la vida no vale nada y el dolor por las tragedias dura un suspiro. Me han llegado a decir que Dios quedará mal si no hace su parte.
Seguro que la reacción ciudadana habrá sorprendido a Iván Márquez, que reside en Venezuela, protegido por Nicolás Maduro y, de algún modo, por el Gobierno colombiano. Le concedieron una segunda oportunidad que no merecía y siempre han cubierto con un manto de silencio y misterio la localización y el estado de salud del matón que fundó la Nueva Marquetalia.
Hace un año, el 19 de julio de 2024, estuvo a punto de celebrar la muerte de un antiguo compañero al que odiaba desde hacía lustros. Pero la bomba de 30 kilos de pentolita que un sicario debía pegar a los bajos de la camioneta de Gabriel Ángel no estalló. La policía debió detonarla después.
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Fue una joven la que llevó el explosivo en una mochila hasta el lugar de los hechos para entregárselo a la persona que haría el trabajo. Llegó en moto con otra mujer e hizo lo que le habían mandado. El recorrido de todos ellos quedó grabado en las cámaras callejeras.
Katerine Andrea Martínez confesó que en una ocasión le habían entregado una bomba en una maleta para un atentado contra un exguerrillero, puesto que su misión en el bajo mundo consistía en guardar armas y luego dárselas a los matones de turno. ¿Mera casualidad que tuviese que ver en los dos atentados?
Márquez detestaba a Gabriel Ángel desde el día en que, aún en el monte, criticó ante otros comandantes que recurría a sesiones de espiritismo, junto con Santrich, para evocar el espíritu de Bolívar, como dos idolátricos.
Tampoco le perdonaba que hubiese dudado de la honestidad de Santrich cuando lo detuvieron por narcotráfico. Ni que criticara las rumbas con prostitutas que organizaban en Bogotá, cuando definían las líneas del nuevo partido, para ganarse el favor de los guerrilleros que invitaban. Discreparon de muchos aspectos, como mantener el nombre Farc para el partido, que impuso Márquez. Luego, sin su participación, lo cambiarían a Comunes.
También culpó de malas maneras al grupo de Timochenko, al que pertenecía Gabriel Ángel, por trasladar la tumba de Marulanda de su primer escondite a otro lugar sin consultarle antes.
Tuvieron más desencuentros que fueron llenando la copa del odio de Márquez, un criminal que no dudó en mandar asesinar a su compañera de siempre, Lucía, en Barinas, Venezuela, porque lo abandonó hastiada de los cachos que le ponía en Cuba, en tiempos de la paz de Santos, siendo líder de la delegación de las Farc.
Las coincidencias del modus operandi entre los atentados de Gabriel Ángel y Miguel Uribe, y el que Katerine Andrea hubiera participado en ambos, abonan la hipótesis del comandante guerrillero como el autor intelectual.
Es claro que a las bandas criminales de todo pelaje no les conviene un gobernante de derecha o centroderecha, opuestos a procesos de paz cargados de tolerancia e impunidad. Lo corroboró, sin pelos en la lengua, el delincuente Vallejo en la tarima de La Alpujarra.
Tampoco a Nicolás Maduro le interesa tener de vecino a un Gobierno que abrace a la oposición y ayude a su caída. Y que combata a sus aliados del ELN y no acepte abrir proceso alguno con Márquez, añadido a que su lugarteniente, alias John 40, es un capo clave para el cartel de los Soles por su dilatada experiencia en el narcotráfico.
Cuando Iván Márquez anunció la creación de la Nueva Marquetalia, dijo que trasladarían la guerra a las ciudades y que, en lugar de atacar policías y militares, se irían contra “la oligarquía”, y ya conocemos que en ese etéreo costal meten a políticos como Miguel Uribe. Además de que pertenece al Centro Democrático, partido que las guerrillas han declarado objetivo militar en sus zonas de control, y había sido cabeza de lista del Senado por decisión de Álvaro Uribe, el líder político al que quisieran ver muerto.
Por alguna razón, el caso del intento de asesinato de Gabriel Ángel no lo asumió la UEI (Unidad Especial de Investigación), creada, entre otros fines, para los crímenes contra desmovilizados. Quizá al tratarse de una intentona fallida no le dedicaron el esfuerzo suficiente para descubrir a los autores materiales. Y no parece que pertenezcan a una banda de sicarios de primer nivel, dada la cantidad de pistas que dejan y los errores que cometen en su labor criminal.
NOTA: Ridículo que Petro niegue su lenguaje violento contra Miguel Uribe.