Alberto Donadio  Columna

Opinión

Iván Velásquez y Felipe Moncaleano

El doctor Velásquez, que combatió la impunidad en Guatemala, la tolera en Norte de Santander.

Alberto Donadio
25 de enero de 2025

La presencia de Nicolás Maduro como garante de las conversaciones de paz con el ELN “puede ser muy provechosa”, afirmó el ministro de Defensa, Iván Velásquez. No, no lo dijo recientemente, porque se le tomaría por un mentecato. Lo afirmó el 18 de septiembre de 2022 en entrevista con Yamid Amat. Pero hace dos años largos, Maduro ya era el mismo mafioso que está hoy parapetado en el Palacio de Miraflores.

Más allá de la ingenuidad de haber creído por un minuto en un tirano como Maduro, el país lleva dos años y medio observando con perplejidad al doctor Velásquez. Como magistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia y coordinador de un grupo de nueve magistrados investigadores, el doctor Velásquez contribuyó significativamente a la condena de más de 40 congresistas por vínculos con paramilitares. Ese fue un triunfo notable contra el delito. Luego Naciones Unidas lo nombró jefe de una Comisión contra la Impunidad en Guatemala. Desde agosto de 2022, el doctor Velásquez es el ministro de Defensa, con mando sobre medio millón de efectivos entre soldados, policías, infantes de marina y miembros de la Fuerza Aérea. Desde la Corte Suprema de Justicia, el doctor Velásquez fue implacable contra los bandidos. Desde el Ministerio de Defensa, el doctor Velásquez no ha sido implacable contra los bandidos armados que hoy dominan muchos municipios y regiones del país. El doctor Velásquez no ha cumplido con sus deberes constitucionales y legales, y no puede mostrar resultados contra la delincuencia armada y contra la subversión.

“Yo aspiro a tener una fuerza pública absolutamente respetuosa de los derechos humanos”, afirmó el doctor Velásquez en la entrevista con Yamid Amat. Ha cumplido. Pero si el ministro no es capaz de garantizar con medio millón de hombres y mujeres los derechos de la mayoría de los colombianos, víctimas de los atropellos de una minoría de bandidos, no se puede decir que su gestión ha sido buena. No se puede canjear el control del orden público por el respeto a los derechos humanos. Ambos son imperativos de la fuerza pública.

Al comienzo del Gobierno, el presidente y el ministro de Defensa ordenaron un remezón en la cúpula militar que implicó el retiro de 50 o 60 generales. Esa medida estaba dentro de sus atribuciones y no era necesario fundamentarla públicamente. Pero hoy, a 900 días de distancia de esa determinación, ¿dónde está el remezón en la cúpula de las organizaciones delictivas que pululan en el país? ¿En qué cárceles se encuentran los 50 o 60 cabecillas más temibles de los grupos criminales? El ministro que descabezó a decenas de generales no ha capturado a uno solo de los asesinos del Catatumbo. El doctor Velásquez, que combatió la impunidad en Guatemala, la tolera en Norte de Santander.

Antes de la elección del actual presidente, el doctor Velásquez y Petro habían conversado, según la entrevista de Yamid Amat, “sobre la posibilidad de apoyar a su eventual gobierno en la lucha contra la corrupción”. Petro le ofreció ternarlo para fiscal general o nombrarlo ministro de Justicia y solo a última hora le propuso el ministerio de Defensa.

Faltando un año y medio de gobierno, el doctor Velásquez todavía puede hacer algo contra la corrupción. El zar de los reaseguros en Colombia, Felipe Moncaleano Botero, aceptó en 2020 la acusación del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de haber lavado en el sistema financiero de ese país un soborno y fue condenado a seis años de prisión. Moncaleano pagó un soborno de más de 10 millones de dólares a cambio de los contratos de reaseguros del Ministerio de Defensa del Ecuador. Moncaleano no es ecuatoriano, sino colombiano, y sus negocios en el Ecuador eran menores en comparación con los que tuvo durante 40 años en Colombia con el Ministerio de Defensa, Satena, la Fuerza Aérea Colombiana, etc. Si sus chanchullos eran tan jugosos que le permitían pagar un soborno de más de 44.000 millones de pesos y todavía ganaba plata, es fácil imaginar el gigantesco lucro criminal que obtuvo en Colombia como contratista de las Fuerzas Militares. El doctor Velásquez puede ordenar y dirigir una investigación que se remonte a los años ochenta sobre todos los negociados de Moncaleano con las Fuerzas Militares y puede hacer plena luz sobre esos escándalos ocultos. El doctor Velásquez afirmó en una entrevista al retirarse del cargo de magistrado auxiliar: “La verdad tiene que llegar”. Reivindicó en esa entrevista con Canal Capital “el derecho de la sociedad a la obtención de la verdad”. El doctor Velásquez podría recuperar algo de la credibilidad que dilapidó como subalterno de esa entelequia que es la paz total.

Noticias Destacadas