
Opinión
La Confesión
El presidente sostiene que la matemática es opresora, cuando la verdadera opresión radica en la ignorancia.
La semana pasada, el presidente compartió una confesión en sus redes sociales que proporciona una explicación a muchas de sus cuestionadas actuaciones como mandatario y reafirma una de las características que mejor lo definen: Gustavo Petro está 99 por ciento acertado en la identificación de los problemas del país y el 100 por ciento equivocado en las soluciones que intenta implementar. Permítanme aclarar.
El jueves, el mandatario expresó en Twitter: “Si esta señora es la decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la U. Javeriana, donde cursé mis estudios de maestría en economía, no quise presentar mi tesis porque me exigían un estudio econométrico, y no creo en la econometría como método de investigación económica; por lo tanto, mi decana debería saber que debe incluirse en el gráfico”.
Su mensaje revela dos elementos fundamentales: primero, su escepticismo hacia la econometría; y segundo, la admisión de no haber concluido la maestría en Economía en la Javeriana. Esto es, sin duda, revelador.
La econometría es una rama de la economía que aplica herramientas matemáticas y estadísticas para analizar datos económicos. Su principal objetivo es proporcionar un soporte empírico a los modelos teóricos económicos, permitiendo a los economistas probar hipótesis, predecir tendencias económicas futuras y evaluar el impacto de políticas económicas. Por medio de técnicas econométricas, se logran identificar y cuantificar las relaciones entre distintas variables económicas, como el consumo, la inversión y el ingreso. Esto enriquece la comprensión de cómo operan los mercados y las economías, ofreciendo una base sólida para la toma de decisiones económicas.
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En otras palabras, que un economista como el presidente Petro no confíe en la econometría, equivale a que un fabricante de vacunas desestime las pruebas de sus medicamentos y se aventure a administrar sus productos sin evidencia alguna. Esto resulta, sin duda, peligroso.
Desestimar la importancia de las matemáticas es menospreciar la ciencia misma. Ignorar la evidencia en la toma de decisiones equivale a caer en el engaño doctrinal. Negarse a someter las teorías a pruebas es hacerse portador de ideas sin fundamentos. Implementar políticas públicas sin estudios previos condena a los países a la ruleta rusa.
El presidente, que tanto se enorgullece de su supuesta experticia en economía, parece desconocer una de las herramientas fundamentales que caracterizan a los economistas. Además, ha incurrido en múltiples ocasiones en la falsedad al afirmar que posee una maestría y un doctorado en Economía. “Dime de qué presumes y te diré de qué careces”.
Sin embargo, lo verdaderamente preocupante no son las mentiras ni las exageraciones del mandatario. Lo alarmante es que las reformas económicas definan su mandato. Su tuit explica con claridad por qué las soluciones que propone no se alinean con la realidad: son inaplicables y agravan los problemas que intenta resolver. De tal forma, Gustavo Petro parece inclinarse más hacia narrativas que hacia hechos y evidencias. Ahora todo cobra sentido: las cuentas del Estado no cuadran, la intervención estatal en el sistema de salud ha llevado al colapso, los colombianos nos encontramos sin pensiones, el precio de la gasolina ha aumentado, los impuestos son más altos y los inversionistas son reacios a colocar su capital en Colombia. El presidente sostiene que la matemática es opresora, cuando la verdadera opresión radica en la ignorancia.
Conclusión: Gustavo Petro propugna que el relato prevalece sobre la realidad, cuando, en verdad, lo que prevalece es el dato frente al relato. Su tuit resulta ser verdaderamente revelador.