Daniel Fernando Gallo Columna Semana

Opinión

La crisis silenciosa de El Dorado

Se debe a una combinación de múltiples factores: el crecimiento de la operación durante las temporadas altas, un invierno más fuerte de lo habitual y una infraestructura que no responde con la agilidad esperada.

Daniel Gallo
14 de febrero de 2025

El reciente accidente de American Airlines en Estados Unidos ha vuelto a poner sobre la mesa un tema crucial: la seguridad aérea y la eficiencia en la infraestructura aeroportuaria. En Colombia, esta coyuntura nos obliga a mirar con urgencia lo que ocurre en el Aeropuerto Internacional El Dorado, el principal del país, que enfrenta una crisis silenciosa. La capacidad declarada se reduce, sin excepción, la noche anterior porque es insostenible de parte del control de tráfico aéreo, lo que evidencia problemas estructurales que van más allá de un solo factor.

La crisis se debe a una combinación de múltiples factores: el crecimiento de la operación durante las temporadas altas, un invierno más fuerte de lo habitual y una infraestructura que no responde con la agilidad esperada. En los días de niebla densa, El Dorado pierde capacidad operativa porque, sin herramientas adecuadas y sin el personal suficiente, los aviones deben desviarse, demorarse y en el peor de los casos, cancelar vuelos. Pero esto es solo un síntoma de un problema mayor: la falta de planificación y gestión adecuada.

Uno de los problemas más visibles en este contexto es la inoperatividad del sistema de aterrizaje por instrumentos (ILS) en categoría III. Para quienes no están familiarizados con el tema, el ILS CAT III es una tecnología diseñada para permitir aterrizajes seguros en condiciones de baja visibilidad, como niebla o lluvias intensas. En teoría, este sistema debería estar operativo en El Dorado desde hace más de un año, pero en la práctica ha funcionado solo en contadas ocasiones. Cuando más se ha necesitado, es decir, en días de condiciones de baja visibilidad que dificultan los aterrizajes, ha estado fuera de servicio.

Sin embargo, es importante no perder de vista que resolver el problema del ILS solo mejoraría en un pequeño porcentaje la situación general del aeropuerto. Mientras El Dorado presume de tener una capacidad de 74 operaciones por hora, la realidad es que, según un estudio de la Iata, el límite sostenible es de apenas 68. ¡Estamos operando por encima de la capacidad real! A esto hay que sumarle la falta de herramientas operativas esenciales como el ILS y la escasez de controladores aéreos. ¿El resultado? Bogotá se convierte en un embudo de tráfico aéreo, incapaz de operar con eficiencia en los momentos más críticos. ¿Hasta cuándo vamos a permitir esta sobrecarga y falta de preparación? ¡Es hora de exigir soluciones reales ya!

Incluso hace unas semanas, la Asociación Colombiana de Controladores de Tránsito Aéreo se pronunció sobre la situación en sus redes sociales, señalando que, respetando la tragedia que enluta a toda la aviación, esperan que en Colombia por fin se tomen acciones sobre lo que vienen denunciando: infraestructura deficiente y falta de personal. “No es tolerable seguir encubriendo realidad, comprometiendo seguridad aérea”, señalaron.

En este contexto, también se hace evidente la preocupación por las condiciones laborales de los trabajadores, quienes, además de enfrentarse a la sobrecarga de trabajo debido a la escasez de personal, carecen de las herramientas necesarias para realizar su labor de forma segura y eficiente. Esta situación no solo afecta su bienestar, sino que podría llegar a impactar la seguridad de todos los usuarios del sistema aéreo, lo que debería ser una prioridad para las autoridades.

El caos se vuelve más evidente cuando se suma la falta de control sobre los slots aéreos. Aerolíneas regulares, vuelos chárter, cargueros y aeronaves del Estado compiten por los mismos espacios sin que haya un monitoreo efectivo para garantizar que estos turnos se usan de acuerdo con lo asignado por la autoridad. El resultado es un aeropuerto operando por encima del límite de su capacidad y sin herramientas que le permitan reaccionar con eficiencia ante imprevistos.

La solución no es compleja, pero requiere voluntad. Existen 23 recomendaciones técnicas que, de aplicarse, mejorarían significativamente la eficiencia de El Dorado. De ellas, solo cinco bastarían para resolver la mayoría de los problemas actuales. Entre las más urgentes están la modernización de los sistemas de pronóstico meteorológico, la optimización del sistema de asignación de slots y, por supuesto, la pronta reactivación del ILS CAT III. Sin embargo, no podemos caer en la idea de que resolver el ILS solucionará todo. Se trata de un reflejo de un problema estructural mayor, en que la falta de planificación y control es el verdadero epicentro de la crisis.

Colombia no puede seguir permitiéndose el lujo de tener su aeropuerto más importante operando con restricciones injustificables. No cuando se han invertido millones de dólares en tecnología de punta que debería garantizar la operación sin problemas. La conectividad aérea no es un lujo, ¡es una necesidad para la economía y el turismo del país! Cada día que la gestión sigue siendo ineficaz, los pasajeros y los trabajadores somos los que pagaremos las consecuencias. La pregunta es clara y urgente: ¿vamos a esperar a que ocurra una tragedia mayor para hacer algo o vamos a tomar las decisiones que nos corresponden ya, antes de que sea demasiado tarde? Es hora de actuar con responsabilidad.

Por: Daniel Gallo – Presidente del sindicato de los trabajadores del transporte Aéreo colombiano servicios logística y conexos -SINTRATAC-

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