Aurelio Suárez Montoya. Columna Semana

Opinión

La falacia narrativa del discurso de Petro: no, ¡no se pudo!

Una cosa es la narrativa propagandística y otra es la cruda realidad. Aristóteles y Platón decían que la demagogia es la corrupción de la república.

Aurelio Suárez Montoya
26 de julio de 2025

El discurso de Gustavo Petro el 20 de julio de 2025 estuvo lleno de datos acomodados con el fin de gritar: ¡Sí se pudo! Hubo réplicas y se usaron distintos detectores frente a lo que se denominaron “imprecisiones” y –de forma cruda– “mentiras”.

Hay correcciones sobre el número de municipios sin homicidios o el crecimiento de la industria y la economía, o sobre el alza de los peajes o del diésel, o de la incautación de cocaína como porcentaje de la producción potencial o del aumento real de los salarios.

Es más grave que Petro no se refiriera al incumplimiento de las promesas de campaña, con las que ilusionó a millones y que, a un año de terminar el periodo de gobierno, van a terminar frustrados. Reconoció, en febrero de 2025, que iban 146 compromisos pendientes de 195 del programa de gobierno.

De las mayores omisiones está la poca velocidad, sin acelerador, de la reforma agraria. Se dice que hay disponibles 601.669 hectáreas en el banco de tierras, con 401.345 compradas, pero se tapa que solo se han entregado, por más bulla y bombo que se paute, apenas 224.368, de las cuales 149.790 son de modo provisional, sin registro ni escritura, y solo son definitivas 56.268, un ínfimo 3,7 por ciento de las 1.500.000 prometidas (Contador Reforma Agraria, 23/7/25).

No habló del fracaso de la paz con el ELN, la que afirmó en campaña que se concretaría tres meses después de la posesión. Se burló de condonar las deudas con el Icetex y dejó colgados a más de 430.000 estudiantes. Fuera de esto, les quitó el apoyo a los sujetos de crédito universitario de estratos 1, 2 y 3, les subió la tasa de interés, y esas mismas juventudes, que pedían la eliminación del Esmad, vieron que el cambio fue solo de nombre, a Undmo.

En infraestructura el avance es del cero por ciento en los cacareados aeropuertos de la Alta Guajira, Ayapel, también en la entelequia de un tren eléctrico elevado de Buenaventura a Barranquilla o en el soterramiento de la vía Bogotá-Soacha o en el tren Villavicencio-Puerto Gaitán. Al final de la campaña, cuando visitó varias regiones, propuso a los mineros de carbón de Boyacá comprarles el mineral “mientras cambiaban de oficio”, y no les ha adquirido ni un kilo.

Capítulo aparte es el sistema de salud, al que advirtió “transformar” en seis meses. A los tres años, reina el caos, inclusive en el modelo del magisterio, y un informe de la Contraloría General le pide cuentas, que no están claras, por 1,3 billones de pesos al ministro Jaramillo, gastados en atención primaria, dotación de equipos a los hospitales públicos, la construcción, adecuación y remodelación de sedes (Infobae, 13/7/25).

Con las movilizaciones de los productores de papa y arroz vuelve a resonar el compromiso vulnerado de renegociar el TLC con Estados Unidos. Planteó proteger el maíz; no obstante, en 2024 las importaciones del amarillo, casi todas desde Norteamérica, frente a las de 2023 crecieron 9 por ciento, en tanto la producción nacional cayó un 13 (cálculos con base en Fenalce, estadísticas).

Faltoneó con la rebaja de las tarifas de energía, en las que las leves reducciones no son fruto de decisiones del Gobierno ni de la Creg, y –pese a falsos anuncios– mantiene el régimen tarifario discriminatorio en la costa Caribe. El discurso del mínimo vital del agua, que subsidiaría por $8 billones, quedó en eso, y, antes bien, la reforma a la Ley 142 excluiría del apoyo actual a más de 5 millones de hogares.

Se comprometió con un salario mínimo mensual a los desempleados, que no ocurrió, como tampoco sucedió que entre 1.000 organizaciones populares de vivienda construirían 500.000 unidades. De julio de 2022 a diciembre de 2024, entre todos los actores, edificaron 176.999 VIS (Dane).

Lo peor es la política económica. La charlatanería de que los impuestos los pagarían los 4.000 más ricos se develó con la reforma de 2022, que les clavó en tributos indirectos casi $20 billones a los hogares de ingreso medio y bajo, como IVA, al consumo, “verdes”, saludables, etc. Asimismo, dijo que aplicaría $25 billones para bajar el déficit fiscal, que estaba en $80 billones, pero el año pasado llegó a $114,5 billones (Banrep).

El mayor desmentido del supuesto buen desempeño de la orientación económica petrista es el ridículo incremento del ingreso por habitante en dólares constantes, entre 2022 y 2024, de 6.860 a 6.884, insignificantes 24 dólares, de a un dólar por mes (Banrep), y la desigualdad sigue en números vergonzosos en el coeficiente de Gini, en 0,553 (Dane, 2025). Ni crecimiento, ni equidad.

Una cosa es la narrativa propagandística y otra es la cruda realidad. Aristóteles y Platón decían que la demagogia es la corrupción de la república.

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