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Opinión

La maltrecha seguridad

Estamos ante una caquistocracia.

David René Moreno Moreno
23 de abril de 2025

Sin duda la seguridad es el elemento primordial para lograr el bienestar y progreso de una sociedad y así lo ha registrado la Constitución al mencionar que dentro de los fines esenciales del estado, además de promover la prosperidad, garantizar los derechos y deberes de la comunidad, también debe asegurar la convivencia pacífica de la sociedad.

Dispone igualmente la Ley de Leyes que las autoridades están instituidas para proteger en todo orden a las personas, incluyendo los derechos y libertades, así como para que tanto el estado como los particulares cumplan sus deberes sociales. Esto es parte del compromiso que adquiere un gobernante cuando en el momento de su posesión debe decir: “Juro a Dios y prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia” (artículo 192 de la Constitución Política).

La rama ejecutiva del poder público está en cabeza del Presidente y este tiene dentro de sus funciones la de conservar el orden público en todo el territorio y de restablecerlo donde fuere perturbado, contando para ello con la fuerza pública, la cual dirige como Comandante Supremo; esta fuerza pública es el único elemento legal con que cuenta el estado para ejercer su poder y no tiene vetado ningún lugar del territorio para hacer presencia.

Con gran preocupación los colombianos ven como día a día se pierde nuevamente la seguridad en los campos y ciudades, así como observan el fortalecimiento, así sea artesanal en algunos casos, qué cuadrillas de delincuentes están alcanzando para mantener dominio, con el uso de la fuerza de las armas, de los corredores de movilidad de la droga y la protección de los cultivos de coca, llegando hasta la situación de generar verdaderas guerras entre bandas criminales en diferentes regiones del país.

Esta Semana Santa se ha visto nuevamente convulsionada por la escalada delictiva de bandas organizadas donde asesinaron un miembro de la Policía Nacional en Chigorodó, otro en Lourdes (N. de S.) y destruyeron un CAI de la Policía en Jamundí (Valle), en un segundo atentado terrorista en esa población en la misma Semana Mayor, mientras que en La Plata (Huila) emplearon una moto bomba asesinando a 2 hermanos, causando más de 20 heridos y en Santander de Quilichao (Cauca), a causa de varios actos terroristas asesinaron a 2 personas y hubo cerca de 20 heridos; “Mientras los colombianos van a orar, las disidencias de las extintas Farc optan por matar” menciona el ministro de defensa, general (r) Pedro Sánchez.

Resaltando los resultados operacionales de la fuerza pública contra las diferentes estructuras narcoterroristas en todo el territorio nacional, hay que reconocer que la situación actual en el Catatumbo, Cauca, Choco, Antioquia y Bolívar constituyen una demostración de la perdida de control territorial por parte del estado causada por las drogas, lo cual genera incertidumbre e impone grandes desafíos para los colombianos, especialmente frente al próximo período de gobierno 2026-2030.

Actuaciones del actual gobierno frente al patético escenario de inseguridad que estamos viviendo dejan totalmente desconcertados a los colombianos cuando el Jueves Santo ordena suspender temporalmente operaciones ofensivas de la fuerza pública contra las disidencias de las FARC, conocidas como Estado Mayor de los Bloques Magdalena Medio “Comandante Gentil Duarte”, “Comandante Jorge Suárez Briceño” y Frente “Raúl Reyes FARC-EP”, dándoles de esta forma un nuevo respiro a esta organización fuera de la ley y con las cuales posiblemente no se llegue a ningún acuerdo final.

Es innegable la aparición de nuevas bandas delictivas, así como el fortalecimiento y crecimiento que han tenido las organizaciones narcoterroristas durante este período gubernamental, al igual que el incremento de cultivos de coca, indicadores de la debilidad de políticas públicas para combatir esta amenaza a la seguridad del Estado y de los ciudadanos, lo cual implica que la tarea del próximo gobierno será titánica para erradicar la cultura de las drogas, pues sin duda el crecimiento en el consumo interno debe estar desbordado.

Defendamos la herencia para el futuro de nuestros hijos que se basa en las libertades y en una verdadera democracia; ojalá los precandidatos reflexionen y no permitan que por sus ambiciones personales el país naufrague nuevamente en el 2026, como lamentablemente ocurrió en 2022. ¡Animo mi Colombia!

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