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La nefasta Irene Vélez se fue
La transición energética es una necesidad que no debe ser tramitada desde el fanatismo ideológico y mucho menos desde el desconocimiento y la improvisación, como lo fue el nefasto paso de Irene Vélez por la cartera de Minas y Energía.
Irene Vélez nunca debió ser ministra de Estado y mucho menos tener a su cargo la cartera de Minas y Energía de Colombia. La última semana antes de presentar su renuncia, se conoció que de manera abusiva utilizó el poder de su cargo para que un funcionario de inmigración autorizara la salida del país de uno de sus hijos. La ministra, en lugar de llevar el permiso notariado y el registro civil, como lo hace cualquier ciudadano, logró que el funcionario, violando la ley, dejara salir al menor de edad.
Por esta razón, Vélez tendrá que enfrentar las investigaciones de tipo penal y disciplinario que en este momento adelantan en su contra la Fiscalía y la Procuraduría General de la Nación.
También se conoció que a su esposo le dieron un contrato a través del Fondo Paz y se reveló que mientras ella era profesora de la Universidad del Valle su esposo también logró acceder a seis contratos donde ella trabajaba. Por lo tanto, era muy difícil no hacer la relación con un posible tráfico de influencias como ministra, que se relacionaría nuevamente con el abuso del poder inherente a su cargo.
Si bien estas dos graves situaciones de tipo personal y abuso de poder la tumbaron del ministerio, lo cierto es que desde que llegó al cargo Irene Vélez, de manera irresponsable, pero respaldada por el presidente Gustavo Petro, lanzó su objetivo en la cartera que le entregaron en una polémica frase que escandalizó a los mercados: “Buscar decrecer la economía”. Pues bien, su paso por la cartera de Minas y Energía, en efecto, logró ese propósito. La inestabilidad e incertidumbre que provocó el anuncio de Irene Vélez de no realizar más contratos de exploración y explotación petrolera llevaron a que el dólar llegara a un precio histórico por encima de los 5.000 pesos en el mes de noviembre del año pasado. Esto significó una presión adicional a la inflación y el incremento del costo de productos y servicios, que aún persiste. La irresponsabilidad de las declaraciones de la exministra afectó el bolsillo de las familias colombianas, que en el gobierno del “cambio” han reducido el gasto del consumo. Y gran parte de la responsabilidad de esa inestabilidad económica fue causada por Irene Vélez.
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Ante la inminencia de la salida del cargo, su papá, Hildebrando Vélez, salió a defenderla argumentando que su hija había sido campeona de nado sincronizado y que había ganado un concurso de cuento corto en su paso por el bachillerato. Con esos argumentos ratificó lo que muchos dijimos desde el comienzo y es que no tenía sentido que una persona que no era experta, ni técnica en el sector minero-energético, dirigiera una cartera en la cual recae la producción de los mayores ingresos de la economía nacional.
En su carta de renuncia, Irene Vélez resaltó 35 logros de su paso por la cartera, destacó, sobre todo, que su llegada como mujer a liderar esa cartera había sido un cambio para un “sector históricamente etnocéntrico y patriarcal”. De nuevo, demostró que no entendió de qué se trata la gerencia pública. Y que tiene que ver con el conocimiento y la capacidad de ejecutar con éxito políticas públicas. Irene Vélez será recordada por no saber cuánto eran “10.000 billones de pesos”, ni cuántas son “20 décadas”.
Esperamos que esta renuncia se haga efectiva por el bien del país, porque la costumbre en este gobierno es que los funcionarios renuncian, pero pasan uno o dos meses y siguen al frente de sus cargos. Así sucedió con la incompetente Concha Baracaldo, exdirectora del ICBF, Laura Sarabia, que desde el 29 de mayo renunció, y ahora con la renuncia de Vélez se espera que sea tramitada de verdad y no se engañe a la ciudadanía con supuestas renuncias.
Irene Vélez seguro será asignada como embajadora en algún lugar del mundo. La gran preocupación ahora es quién llegará al Ministerio de Minas y Energía, confiando en que por fin el presidente Petro entienda que más que activistas se necesitan funcionarios técnicos que tengan capacidad de gestión y ejecución. La transición energética es una necesidad que no debe ser tramitada desde el fanatismo ideológico y mucho menos desde el desconocimiento y la improvisación, como lo fue el nefasto paso de Irene Vélez por la cartera de Minas y Energía.