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OPINIÓN

Luis Guillermo Plata

La nueva doctrina Monroe

Hay una nueva estrategia o, si se quiere, una “nueva doctrina Monroe”, que es la continuación de la Doctrina de Monroe de 1823.
15 de diciembre de 2025, 10:49 a. m.

¿Por qué semejante despliegue militar estadounidense frente a las costas de Venezuela para supuestamente combatir al “Cartel de los Soles” y detener el tráfico de drogas de Venezuela a EE. UU.? Al cabo de más de cuatro meses, los resultados no suman más que un puñado de pequeñas embarcaciones destruidas, un impacto muy bajo frente a la magnitud de la fuerza desplegada.

La realidad es que el tráfico de drogas que transita por Venezuela hacia EE. UU. es relativamente pequeño. Venezuela no es productor de cocaína y menos aún lo es de fentanilo, los cuales, en su mayor parte, ingresan a EE. UU. vía México. Si el interés real no es detener el tráfico de drogas, ¿cuál es la motivación para tener a la Cuarta Flota en pie de guerra en el mar Caribe? La lógica llevaría a pensar que el interés estadounidense es el petróleo, pues Venezuela ostenta las reservas más grandes del mundo, pero tampoco.

Hoy, EE. UU. es el primer productor de petróleo del mundo, con 13,4 millones de barriles diarios, y cuenta con reservas probadas para aproximadamente diez años, asumiendo que no haya ningún descubrimiento nuevo ni una mejora en recuperación o avance tecnológico, lo cual es imposible.

Entonces, ¿cuál puede ser el asunto de fondo si no es ni drogas, ni petróleo, ni otros minerales en los que Venezuela tenga potencial y sean atractivos para Estados Unidos?

La respuesta está en un documento poco publicitado, publicado formalmente el pasado 4 de diciembre por la Casa Blanca, titulado ‘Estrategia Nacional de Seguridad 2025’. Si bien el documento presenta cambios sustanciales en su relación con Europa y los adversarios tradicionales, lo más llamativo es el nuevo énfasis puesto en América Latina. De las 29 páginas del documento, cinco están dedicadas exclusivamente a nuestra región, posicionando a Latinoamérica como un elemento fundamental en la seguridad de EE. UU.; un cambio muy significativo frente a versiones anteriores del mismo documento, en las que históricamente se priorizaban el Medio Oriente o Asia.

Hay una nueva estrategia o, si se quiere, una “Nueva Doctrina Monroe”, pues es la continuación de la Doctrina de Monroe de 1823, afirmando la preeminencia de EE. UU. en la región: “Después de años de abandono, los Estados Unidos volverán a aplicar y hacer valer la Doctrina de Monroe para reestablecer la preeminencia estadounidense en el Hemisferio Occidental, y para proteger nuestra patria y nuestro acceso a geografías claves en toda la región. Negaremos a los competidores no hemisféricos la capacidad de posicionar fuerzas u otras capacidades amenazantes, o de poseer o controlar activos estratégicamente vitales, en nuestro hemisferio”.

Los elementos clave en esta nueva doctrina incluyen: contrarrestar la influencia externa , exigiendo a los gobiernos latinoamericanos que desmantelen instalaciones militares extranjeras y compras de activos a cambio de ayuda o alianzas. Detener la migración ilegal, incluso con patrullas navales en el Caribe y el Pacífico oriental, despliegues selectivos en fronteras y el uso de incentivos para que los gobiernos frenen los flujos migratorios. Combatir a los narcoterroristas y carteles. Y sellar compromisos económicos y políticos con los gobiernos alineados , en un esquema de gana-gana que incluiría preferencias en contratación y mayor cooperación, entre otros, con el objetivo de convertir a América Latina en un mercado estable para las exportaciones estadounidenses y en un amortiguador frente a rivales globales.

En años recientes, China ha logrado, mediante su diplomacia y estrategia de largo plazo (Belt and Road Initiative o Ruta de la Seda), una penetración importante en América Latina: para casi todos los países de la región, China se convirtió en el primer socio comercial, desplazando a EE. UU.; además, es inversionista en grandes proyectos de infraestructura y prestamista de recursos (para Venezuela, es un prestamista muy grande que negoció el pago de la deuda con petróleo a precios muy bajos). Adicionalmente, China se ha convertido en un proveedor importante de armas y de tecnología informática.

En ese contexto, lo que Washington estaría buscando sí es un cambio de régimen en Venezuela para contrarrestar la influencia de China y Rusia, pero sin anunciarlo abiertamente para evitar una confrontación diplomática directa. Trump ha segmentado la región en regímenes amigos (Argentina, El Salvador, Ecuador, Honduras y Guatemala), regímenes enemigos (Venezuela, Cuba y Nicaragua) y regímenes que están en el limbo (Colombia y Brasil).

Para Venezuela, el cambio de régimen parece inminente, lo cual beneficiaría profundamente a Colombia, pues como lo dijera Miguel Uribe Turbay antes de ser asesinado, “mientras en Venezuela no haya libertad, en Colombia no habrá paz”. Por otra parte, pronto habrá un cambio de gobierno y Colombia tendrá que definir en cuál de estos grupos quiere estar, si recompone sus relaciones con su socio y aliado tradicional o si definitivamente entra al grupo de países parias de la región. Esperemos que sea lo primero.



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