Enrique Gómez Martínez Columna Semana

Opinión

Ladrón y bufón

En realidad, no hay nada nuevo bajo el sol. El desastre de Nueva EPS en intervención y las demás EPS intervenidas es la crónica de un fracaso y un robo anunciado.

Enrique Gómez
15 de septiembre de 2025

Sucedió lo mismo en la alcaldía de Petro con Capital Salud y con el mismo equipo de energúmenos y saqueadores. Entonces Aldo Cadena, Jaramillo y la Corcho, entre otras hierbas, destrozaron la EPS del subsidiado de la capital. La recibieron con patrimonio positivo y en menos de dos años su patrimonio negativo era de más de 600.000 millones; había dejado de pagar sus deudas con la red de prestación pública de la ciudad, a la que también llevó a la quiebra, y cundían todo tipo de denuncias sobre fraudes, concentración de contratos y anticipos sin legalizar. Durante la alcaldía de Petro se hicieron famosas las monumentales filas para la atención de los usuarios y la contratación cínica de miles de ‘gestores’ de filas con las que se aprovechaba el desastre causado para hacer politiquería barata.

Y lo grave es que no solo no pasó nada a nivel judicial durante los años posteriores, en demostración del sospechoso teflón judicial del que siempre ha gozado Petro, sino que además la prensa ‘amiga’ del socialismo y de propiedad de los grupos económicos le borró a Petro la plana de ese fracaso de cara a las pasadas elecciones y en el largo idilio, siempre negado, que han tenido durante este gobierno.

En la pasada campaña presidencial hicimos múltiples veces las denuncias recordando el desastre de Capital Salud, y la corrupción y el mal manejo de la Secretaría de Salud Distrital. Pero cayeron en el vacío de la campana neumática que ha protegido a Petro por décadas. Se le ocultó a la población ese récord desastroso y relevante y se habilitó su aspiración con el perverso argumento de que había que darle la oportunidad a la izquierda de gobernar mal y acabar con el país, en particular con la salud.

En el silencio y la complacencia ha quedado igualmente el debate de responsabilidades a personajes siniestros como Carolina Corcho o el exsuperintendente Juan Carlos Leal. ¿Cómo se justifica verlos usufructuando tribunas mediáticas y gremiales, bajo el sello de sus infames aspiraciones presidenciales, sin que se les aplique el filtro severo de la condena moral y pública por sus actos conscientes y perversos de destrucción de la salud?

¿Se trata de un caso de favores recibidos de los gremios? ¿Afinidad ideológica de los capitanes y editores de la gran prensa?

De seguro que nuevamente la gran prensa servirá de caja de resonancia del afanoso esfuerzo mediático digital con el cual Petro, su gabinete, sus influenciadores y redes de bodegas pretenden desacreditar al sistema de seguridad social en salud que recibieron a inicios del gobierno, con el fin claro de tapar ante la opinión pública el desastre que entregarán.

La Contraloría General de la República, que salió por fin de su letargo y ahora publica fieros informes sobre lo que todo el sector sabía y había denunciado, se limita a darse ‘visaje’ mediático, pero evita la implementación de medidas cautelares que limiten o maticen el daño dinámico y creciente que se le hace a la salud de los colombianos. El órgano de control, que fuera supuestamente repotenciado en la reforma de 2019, aparece ahora sin dientes, dejando constancias históricas a manera de notario del desastre. No va a tocar el contralor a los gestores de la mermelada de la salud que sus ‘socios’ y amigos del Congreso están usufructuando a manos llenas.

Hoy, en Nueva EPS y las demás intervenidas, se priorizan los pagos a la red pública de hospitales controlados por la ‘pesada’ de la clase política. De aquí a elecciones se disminuirán los pagos a prestadores privados que son responsables de una alta proporción de la atención de los usuarios de las intervenidas. Se irán quebrando progresivamente muchos de ellos que ya están siendo recogidos, a precios de huevo, por la ‘nueva’ élite empresarial de la salud del petrismo.

El peaje para el pago de las cuentas, principal sifón de corrupción del sistema y que ha alcanzado dimensiones y márgenes insospechados en el gobierno del cambio, seguirá subiendo y operando a todo vapor. Y los prestadores y proveedores lo tendrán que pagar, en un país donde la Fiscalía y la unidad de lucha contra la corrupción en la salud, creada —¡hágame el favor!— por el exfiscal Montealegre, no es más que un aparato simbólico de impunidad.

Petro, Corcho, Jaramillo y todos sus secuaces metieron al país en el embeleco de la reforma a la salud para podérsela robar a fondo. Saben bien lo que hacen, aliados con grandes prestadores que posan de redentores, políticos que tienen instrumentadas sus redes de lavado para la desviación de los recursos de la salud y sindicatos como Fecode que hace décadas se alimentan y financian con la plata del Fomag.

Es claro que ni los entes de control, ni la Fiscalía ni la justicia los detendrán. Las élites de los medios participarán en el ‘tapen tapen’ de este desastre y a la vuelta de la esquina volveremos a ver a los destructores de la salud pontificando, y a manteles con los operadores del régimen reclamando y dando lecciones sobre el sistema.

Y el ladrón y bufón del presidente engañará a muchos con sus cortinas de humo, desacreditando el sistema que logró destruir como cuota inicial de su retorno al poder en 2030. Pero para estos infames no habrá ni perdón ni olvido y los colombianos conocerán en detalle la profundidad del robo a la salud en el Gobierno Petro.

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