Opinión
Las ideas de Pizarro
Carlos Pizarro no pensaba en colombianos que se volvieran propietarios gracias al asalto al presupuesto nacional.
El sombrero de Carlos Pizarro es patrimonio de Colombia, declara el presidente Petro. Pero no menciona las ideas de Pizarro, que hoy se convierten en dedo acusador contra su Gobierno.
Carlos Pizarro Leongómez, último comandante del M-19, afirmaba: “La palabra no existe, el honor es un viejo emblema sin significado de dignidad. Por eso uno de los grandes llamados es a rescatar la moral”.
El honor es un viejo emblema sin significado de dignidad. Si Pizarro estuviera vivo, señalaría al diputado del Atlántico Nicolás Petro, que en la campaña presidencial hurtó dinero de su padre para comprar una casa y recibió aportes en efectivo de personajes sin moral y sin dignidad. Este diálogo sostuvo Nicolás Petro con su entonces pareja Day Vásquez. “NP: A mí no me han dicho una verga. DV: Bueno. NP: Y tú sabes que esa vaina es mía. DV: ¿Es tuya, es tuya porque te la dio Santa Lopesierra, por eso es tuya?”. Sí, comandante Carlos Pizarro, el hijo del presidente recibió dinero de un narcotraficante para la campaña del Gobierno del M-19.
“Colombia necesita un modelo donde se vayan aboliendo las desigualdades extremas, sin abolir el ahorro y la inversión que la economía necesita para crecer panorámicamente”, señalaba Pizarro. En dos años de gobierno del M-19, ¿sí ha crecido panorámicamente la economía?
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“Necesitamos un país donde se defienda la propiedad, donde exista una revolución de las oportunidades. Solamente una sociedad de propietarios construye ciudadanos libres, solamente una sociedad de propietarios se siente convocada a ahorrar porque sabe que no le extiende el cheque en blanco a nadie, excepto a sí mismo, a su familia y que con su trabajo construye ese gran país que todos merecemos”, expresaba Pizarro. El padre de Sneyder Pinilla tiene cuatro bienes, incluyendo una finca de 1.000 millones de pesos, según afirmó Deiver Parra Rondón, militante de Colombia Humana, en entrevista con el periodista Diego Bonilla, de SEMANA. Ciertamente, Carlos Pizarro no pensaba en colombianos que se volvieran propietarios gracias al asalto al presupuesto nacional.
“Llegamos en un momento excepcionalmente importante de la vida nacional, y llegamos no disminuidos, ni mermados, ni acobardados, ni mirando desde abajo a los viejos barones, a los viejos notables”, proclamaba Pizarro en la campaña presidencial de 1990 en que fue asesinado. ¿Qué diría hoy Pizarro de los viejos barones a los cuales Petro del M-19 miró de tú a tú y los convirtió en aliados para ganar las elecciones de 2022, como Armando Benedetti, Roy Barreras, Santander Lopesierra y Euclides Torres? Gustavo Petro nada ha hecho para rescatar la moral. En carta a su padre enfermo, el vicealmirante Juan Antonio Pizarro, oriundo de Palmira, Carlos Pizarro escribió en 1980: “Durante toda nuestra infancia y nuestra juventud aceptamos como hechos indiscutibles que nuestros partidos tradicionales, sus jefes políticos y el Estado que ellos manejaban procuraban la prosperidad nacional. Durante años aceptamos que los ideales cristianos de servicio, amor y justicia señalaban el quehacer de servidores públicos, industriales y banqueros. Pero ese país que reconocíamos como nuestro se fue desdibujando. Durante los últimos años, la rectitud, la honorabilidad y la justicia se han visto, como nunca antes, desterradas. Sobre los dineros del Estado cayeron aves de rapiña y hoy dilapidan la riqueza nacional. Una clase política, oportunista y perezosa, comenzó a traficar con las leyes, con la justicia y con los puestos públicos. La democracia, la heredad de todos los colombianos, se cambia por el usufructo del Poder Ejecutivo”. Parece un discurso escrito por Luis Carlos Galán Sarmiento.
Esa descripción del país en 1980 durante la presidencia de Julio César Turbay Ayala sigue siendo cierta en 2024 durante la presidencia de Gustavo Petro. Aves de rapiña como Olmedo López y Sneyder Pinilla cayeron sobre los dineros del Estado y nada perezosos se apropiaron, según dicen, de un billón de pesos. No los nombró un liberal clientelista y manzanillo como Turbay Ayala, sino un militante del M-19. Y son apenas los ejemplos que han salido a la luz pública, pues no sabemos si hay otras dependencias igualmente saqueadas, si hay más Olmedos y Sneyderes. La ausencia de rectitud, honorabilidad y justicia en las esferas oficiales sigue siendo tan notoria en 2024 en el autodenominado Gobierno del Cambio como en cualquiera de los Gobiernos de los últimos 50 años.