OPINIÓN

Las verdades venenosas

La fiesta a la que se refiere el audio se llevó a cabo con el presidente a bordo, como lo prueban las fotos que el Ñeñe publicó en su Instagram. En ellas Duque se ve contento.  

María Jimena Duzán, María Jimena Duzán
19 de abril de 2020

En un audio que publiqué semanas atrás, José Guillermo Hernández, el Goyo, hermano mayor del Ñeñe Hernández, afirma haber pagado de su bolsillo varios gastos de la campaña de Iván Duque tanto en Cesar como en La Guajira.  

Sin embargo lo curioso, por decir lo menos, es que ni Goyo Hernández ni su difunto hermano, el Ñeñe, aparecen en la lista de financiadores que la campaña envió al Consejo Nacional Electoral (CNE). Una de dos: o los hermanos Hernández son unos fanfarrones, como nos quieren hacer creer desde el Olimpo, o por el contrario, estamos ante un caso de financiación ilegal de la campaña del presidente Duque.   

Lo de la fanfarronería que me lo envuelvan. Nos quieren hacer creer que estamos ante un escándalo protagonizado por un mentiroso y un arribista, pero se equivocan: mientras más pretenden hacernos creer que el Ñeñe y su familia no eran cercanos a Duque, como aseguran con tanto ímpetu su viuda y el hijo del Ñeñe, surgen nuevas evidencias de lo contrario. Y mientras más nos insisten en la teoría de que el Ñeñe era solo un fanfarrón inofensivo, se conocen más audios en los que se evidencia que además de él, su hermano Goyo también financió la campaña de Duque en Cesar y en La Guajira, y que esos gastos no fueron registrados en las cuentas que tiene el CNE.

Tengo en mi poder un nuevo audio en el que aparece el Ñeñe hablando con María Claudia Daza –para la fecha asesora en la UTL del expresidente Uribe– que evidencia, una vez más, la cercanía entre los hermanos Hernández y el presidente Duque y se reconfirma el papel privilegiado que tuvieron en el manejo de la campaña en el Cesar y La Guajira. 

La conversación se inicia con la voz exaltada de la Daza, quien le informa al Ñeñe que finalmente Tina Soto, una reconocida política de La Guajira –prima de Marcos Figueroa–, se ha pasado al duquismo.

“¡Ya está de este lado…! ¡Le trajo mochila y todo a Alicia Arango!”, le dice con emoción Daza al Ñeñe.

“¡Pero si ella habló con el Goyo y todo!”, le responde el Ñeñe, dándole crédito a su hermano.

Más adelante, la esposa del Ñeñe pasa al teléfono y le cuenta a la Daza que el Goyo ya habló con Duque y con Alicia Arango para cuadrar la asistencia de “Iván” a la fiesta “familiar” que le tienen preparada los Hernández en el Festival Vallenato. “Es que él (Duque) sabe que lo de Jose no es nada de política sino familiar…que es por la casa y por el Goyo”, le dice María Mónica a María Claudia Daza, como si estuviera hablando de viejos amigos.   

La fiesta a la que se refiere el audio se llevó a cabo con el presidente a bordo, como lo prueban las fotos que el Ñeñe publicó en su Instagram. En ellas Duque se ve contento.   

En una entrevista con Salud Hernández, María Mónica Urbina ha dicho muy compungida que el Ñeñe no tenía a veces ni con qué terminar el mes. En el audio, la exreina en cambio habla de viajes en cruceros y de otro que están planeando a la Feria de Sevilla. Yo les creo a los audios y no le creo a la exreina cuando dice que en su casa no tenían ni qué comer ni qué beber.   

Pero volviendo a lo importante: ¿por qué no se registraron los gastos en que incurrieron los Hernández en el Cesar y en La Guajira? ¿Qué otros gastos de la campaña no están registrados que no conozcamos? Y la gran pregunta del millón: ¿por qué el fiscal Barbosa ha pasado de largo y se ha concentrado en investigar a los agentes que hicieron las grabaciones y no en el contenido de los mismos, que ameritarían la apertura de una investigación para ver si hubo o no una financiación ilegal de la campaña del presidente Duque?

Desde 2017 se considera delito la financiación de campañas de fuentes prohibidas y se establecen unas penas de cuatro a ocho años a los gerentes y candidatos que incurran en él. Y en este caso hay evidencias de fuentes prohibidas. Según la Dijin, el Ñeñe era un lavador de dinero que formaba parte de la organización criminal de Marcos Figueroa y de acuerdo con una información publicada por La Nueva Prensa por los periodistas Gonzalo Guillén y Julián M. Martínez, Goyo Hernández figura “como miembro y beneficiario de las principales empresas con las que” –presuntamente– “su hermano lavaba dinero de varias bandas criminales”.

La campaña de Duque también podría haber incurrido en la violación de los topes o límites de gastos electorales y en el de tráfico de votos.

Sin embargo, la Fiscalía ha actuado hasta ahora como si fuera la defensa de Duque: dejó salir del país a María Claudia Daza y ha minimizado el escándalo pese a que Barbosa dijo que en su fiscalía no iba a haber privilegios para nadie. 

Lo más cínico de todo este escándalo es que los mismos que les exigían a los órganos de control investigar los entuertos de la campaña de Santos con Odebrecht –que yo también denuncié–, son los mismos que hoy se hacen los de la vista gorda cuando se trata de poner la lupa sobre la financiación de la pasada campaña presidencial. Y el primero en hacerlo es el propio Duque y su fiscal de bolsillo. 

Tienen a su favor que el país está en modo coronavirus y que pueden echarle tierra al escándalo. Lo que no saben es que las verdades que se guardan, como dice el filósofo Nietzsche, se vuelven venenosas.

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