
Opinión
Lo fundamental son los nortes éticos
Lo fundamental no es el partido al que pertenezcan, o si son de derecha, centro o de izquierda, sino sus nortes éticos para la buena gobernanza.
En la vida es común que nos encontremos con personas de diversos colores, políticas y procedencias sociales, para las cuales lo fundamental es la ideología que profesan o el sector social al que pertenecen. Para ellas, ese es el norte que más debe caracterizar a las personas en la vida real, llegando al extremo de que sus fanatismos políticos y sociales no admiten ningún tipo de observaciones o críticas a sus comportamientos, o de sus amigos que ocupan espacios de gobernabilidad o de poder, tanto en el Estado como en organizaciones políticas, gremiales o sociales. En otras palabras, todo el que se atreva a hacerles una crítica u observación a sus afines políticos o sociales merece ser satanizado y tratado como un enemigo, el cual debe ser señalado y perseguido hasta hacerlo callar o desaparecer de los escenarios mencionados.
Esa política de los corifeos, de los incondicionales o comúnmente llamados ‘saca micas’, es la que más daño les ha hecho a las personas o movimientos políticos y sociales que, en algún momento de la historia de los pueblos, han pretendido abanderarse de los cambios políticos y sociales que son necesarios en Colombia y en el mundo entero. Es importante señalar que en la vida no todo vale y menos renunciar al derecho que tenemos las personas a criticar a quienes, con tal de ganar y mantenerse en el poder, terminan comportándose igual o peor a los que en el pasado criticaron.
Más allá de nuestras afinidades políticas o sociales, considero que ese es el desafío mayor que los colombianos, incluyendo los que viven en el exterior, debemos afrontar en las elecciones en 2026, tanto para elegir a los integrantes al Congreso como al próximo presidente y vicepresidente de la República.
De modo que el problema no radica en criticar el derecho constitucional de las personas a ser candidatos o candidatas. Lo fundamental no es el partido al que pertenezcan, o si son de derecha, centro o de izquierda, como tampoco, en mi opinión política, si son antipetristas o antiuribistas. Lo que realmente importa y es esencial son sus propuestas, sus realizaciones, sus nortes éticos para la buena gobernanza y desarrollo de la democracia.
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En ese orden de ideas, manifiesto como demócrata que lo que más necesitamos, en los actuales momentos en Colombia, es elegir como próximo presidente de la República a una persona que en su vida se haya caracterizado por tener definidos nortes éticos. Alguien que contribuya con su comportamiento personal a un clima político en favor del desarme de la palabra, de la reconciliación nacional; que en la campaña electoral no tenga temor en respetar las opiniones políticas de los demás candidatos y candidatas a la Presidencia de la República; que sea capaz de reconocer y destacar los programas positivos que venga realizando el presidente de la República, gobernadores, alcaldes y demás instituciones del Estado, y que se atreva a manifestar públicamente que prefiere perder las elecciones presidenciales antes que venderle el alma al diablo o de recurrir a la práctica antidemocrática de compra de votos o de cambiar votos por favores personales o políticos.
A fin de hacer realidad los anteriores propósitos éticos y políticos democráticos, invito a las personas de la diversidad política y social, lo mismo que a los medios de comunicación y firmas encuestadoras, para que —unidos en la diferencia— contribuyamos a que los diversos candidatos y candidatas a la Presidencia de la República manifiesten públicamente sus opiniones sobre las anteriores apreciaciones democráticas, lo mismo que sobre la importancia de gobernar a Colombia con definidos nortes éticos como la cero tolerancia con la corrupción, el despilfarro, la prepotencia, la mentira, la violencia, las desigualdades sociales, la contaminación ambiental y la ausencia del diálogo social con todos los alcaldes municipales, gobernadores departamentales y comunidades urbanas y rurales, así muchos de ellos no hayan votado por el presidente de la República.
No olvidemos que, en la democracia colombiana, dado su carácter presidencialista, el principal cargo público es el de la Presidencia de la República y que, por todo el poder político e institucional que concentra, es desde donde mejor se puede contribuir en favor de la gente, empezando por los niños, los adultos mayores y las regiones urbanas y rurales donde viven. En otras palabras, es el cargo público en el que, con el ejemplo, mejor se le puede enseñar a la gente lo que es vivir en democracia y en convivencia pacífica.