
Opinión
Moda masculina colombiana
Zamblera impuso la moda masculina colombiana a lo largo de más de 20 años. Llegó a Medellín en 1949 contratado por Confecciones Colombia.
Nadie lo recuerda, pero quien vistió a los caballeros colombianos en los años cincuenta y sesenta fue un italo-americano residente en las afueras de Boston. Se llamaba Benjamin Zamblera. Su fotografía apareció muchas veces en las páginas de El Tiempo. Hoy le dirían modisto. En su época era conocido como el diseñador de Confecciones Colombia, la fábrica de Medellín que producía los vestidos Everfit. También lo llamaban el cortador de Everfit, pues él cortaba las telas. En un períodoen que vestir de saco y corbata en el trabajo, o por lo menos en las oficinas, era casi que obligatorio, Zamblera impuso la moda masculina colombiana a lo largo de más de 20 años. Llegó a Medellín en 1949. Contratado por Confecciones Colombia. Antes trabajaba como gerente de producción de una fábrica de ropa en Estados Unidos.
El diario El Tiempo se refirió así a sus orígenes: “Llegó a Nueva York como inmigrante, procedente de Italia, hace muchos años, y tuvo que vencer grandes dificultades para llegar al lugar prominente que ocupa en la industria americana del vestido. Deseamos al señor Zamblera una larga permanencia entre nosotros, donde el caudal de sus conocimientos en la industria sartorial será de indudable provecho”.
“Un diseñador debe saber de anatomía más que un médico”, declaró Zamblera al periódico El Tiempo cuando arribó en 1951 al aeropuerto de Techo para visitar los almacenes Everfit en Bogotá. La tiza, el lápiz y la tijera no tienen vida cuando no se conocen todos los recodos del cuerpo, dijo. Zamblera tenía 54 años y en esa época vivía en Medellín de manera permanente. “Sonriente, amable, en un castellano desbaratado, mezcla de palabras italianas e inglesas, abre la conversación. No ha podido conocer de Bogotá, sino la zona céntrica, en la cual están situados los almacenes Everfit. Dedicará el día de hoy a pasear la ciudad. Irá al Salto, las Salinas, y por la noche al cocktail que ofrece Confecciones Colombia en el Gun Club”, escribió El Tiempo.
El asistente de Zamblera en Medellín fue un joven sastre de Angostura, Antioquia, llamado Hernando Trujillo, que luego lanzó su propia fábrica de vestidos y llegó a tener una cadena de 40 almacenes en todo el país, la cual se liquidó a su muerte.
Conocí a Benjamin Zamblera en Medellín en los años sesenta. Él y mi papá, que vendía trajes Everfit, eran ambos italianos y se volvieron amigos. Ya no vivía de manera permanente en Medellín, sino que venía por uno o dos meses y se alojaba en Residencias Nutibara, un edificio de apartamentos al costado del Hotel Nutibara, entonces el hotel más cotizado de la ciudad. Zamblera era de familia católica, pero por algún motivo no lo habían bautizado. Cuando mi papá, que hizo dos años de seminario en Italia y aprendió a decir misa en latín, se enteró de esta gravísima carencia, organizó una fiesta en la casa e invitó al padre Antonio Escobar, párroco de la iglesia de la Veracruz, para bautizar a Zamblera, ya un señor que frisaba los 70 años. Zamblera nos invitó, a mi papá, a mi mamá, a un hermano y a mí, para visitarlo en Andover, Massachusetts. Estuvimos alojados en su casa. Era un señor menudo, no muy alto, casi siempre con corbatín, que no se quedaba quieto un minuto.
En una tesis de maestría, la historiadora Ima Esther Poveda analizó Adán, revista de la moda masculina, que se publicó en Bogotá de 1955 a 1958. El director fue el publicista Luis Lalinde Botero. La revista la lanzó Everfit para promocionar sus colecciones y la moda masculina en general. “La comodidad era el gancho de publicidad de Everfit. Lo importante es que se acomode al cuerpo: ni que esté tan suelto que dé la sensación de descuido, ni que esté tan ceñido que impide el libre movimiento del cuerpo”, escribió Poveda.
El periodista Enrique Santos, que firmaba con el seudónimo Calibán y que fue el abuelo del presidente Juan Manuel Santos, escribió en Adán sobre el cortador de Everfit: “Los industriales antioqueños descubrieron a un mago de la masculina indumentaria: el señor Zamblera, que ha sabido convertir la mecánica de los trajes en serie de máxima expresión de comodidad y buen gusto. En el curso de mi larga vida ensayé toda clase de sastres y vestidos, nacionales y extranjeros. Ninguno me satisfizo plenamente, como estos que salen de las manos de Zamblera. Americanas que no oprimen ni hacen arrugas y pantalones que no se bajan de su sitio. Son trajes ligeros, ajustados al cuerpo, como si hubiera nacido con ellos. Y no se crea que esta perfección es caso aislado. Todos los vestidos Everfit llevan la misma marca genial. Así, vestir bien dejó de ser privilegio de unos pocos. Zamblera es el líder demócrata del atuendo elegante y no hay que pagar quinientos pesos para vestir con decoro”.