
Opinión
Negociaciones eternas en la Ciudad Eterna
Sería un milagro que en Roma se llegara a un acuerdo con el ELN.
El presidente Petro ha informado que le pidió al papa León XIV su colaboración para que en la Santa Sede se llevaran a cabo nuevas negociaciones entre el Gobierno de Colombia y el ELN. No sería la primera vez que intervendría el papa, ya que Francisco apoyó de forma entusiasta el proceso con las Farc, durante el gobierno de Santos.
Posiblemente, los miembros del grupo armado consideren mucho mejor reunirse en la “bella Roma”, con buena pasta y vino Chiati, en lugar de seguir en La Habana, donde no se consigue ni una aspirina, o en medio de la crisis en que se encuentra Caracas, donde los únicos que pueden subsistir son los que tienen dólares.
De pronto esperan que las reuniones se lleven a cabo en la Capilla Sixtina, donde se celebró el cónclave, o por lo menos en el convento de Santa Marta, que sirvió de alojamiento a los cardenales que participaron en el extraordinario evento. Roma tendría, además, la ventaja de que los negociadores ya no se movilizarían en incómodos avioncitos a La Habana o Caracas, sino en flamantes líneas comerciales. Apenas van 34 años de negociaciones con el mismo grupo y no debe olvidarse que Roma es la Ciudad Eterna.
Los gobiernos de Andrés Pastrana y de Álvaro Uribe se empeñaron en negociar con el ELN, inicialmente en La Habana. Sin embargo, los jefes del grupo armado le pidieron a Chávez, sin conocimiento del Gobierno de Cuba, que querían trasladar el proceso a Venezuela “en donde tendrían mayor libertad de acción”. Chávez, en una visita a Bogotá, lo propuso públicamente a Uribe y este aceptó.
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La Santa Sede tuvo en las conversaciones en La Habana una activa participación impulsada especialmente por el cardenal Darío Castrillón, que tenía una importante posición en el Vaticano. El ELN aducía en ese tiempo, no solamente que tenía como punto a favor su origen clerical, sino que, a diferencia de las Farc, no tenía vínculos con el narcotráfico: sin comentarios.
Las gestiones papales se trasladaron a la Conferencia Episcopal Colombiana, que a su vez designó al padre Darío Echeverry, párroco de la basílica del Voto Nacional de Bogotá, para que participara en el proceso de negociación. Siempre gozó del respaldo, tanto de los representantes del Gobierno, como de los del ELN y siguió actuando en los diferentes intentos frustrados de negociación con ese grupo armado.
Por su parte, León XIV se desempeñó como presidente de la Conferencia Episcopal en el Perú durante el gobierno de Alberto Fujimori que, aunque logró la derrota del grupo Sendero Luminoso con la captura y prisión de su jefe Abimael Guzmán, incurrió en una flagrante y atroz violación de los derechos humanos, que fue censurada duramente por el que es hoy el sumo pontífice. La lista de “actividades” del ELN seguramente será conocida por el santo padre, antes de pronunciarse sobre el adelantamiento del proceso en la Santa Sede.
Sería un milagro si, en lo que resta del mandato de Petro, con la ayuda del papa en la Ciudad Eterna, se llegara a un acuerdo en las eternas negociaciones con el ELN. Habría que canonizar en vida a León XIV.