
Opinión
Nuevo orden mundial
La izquierda pierde terreno en el vecindario.
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América Latina siempre ha sido un objetivo perfectamente definido del socialismo, particularmente impulsado por el interés de la antigua URSS y mantenido en la actualidad por Rusia, como medio para crear un ambiente hostil alrededor de los Estados Unidos, su principal opositor ideológico. Tanto a fines del siglo XX como en los primeros quinquenios de la presente centuria, se pudo observar cómo ganaba terreno en el área latinoamericana y del Caribe el llamado socialismo del siglo XXI, caracterizado por un giro brusco hacia la izquierda y en el que varios jefes de Estado adoptaron el absolutismo como forma de gobierno.
Con la caída del Muro de Berlín en 1989, la posterior disolución de la URSS y el consiguiente fin de la Guerra Fría, apareció un nuevo orden mundial liderado por los Estados Unidos. Algunos izquierdistas que idealizan al socialismo y no soportaban ni la pérdida de poder ni la desaparición de su norte ideológico crearon el Foro de Sao Paulo, invitando a los representantes de la izquierda latinoamericana y del Caribe, incluidos los integrantes de los grupos subversivos colombianos, con el propósito de mantener vivo el socialismo, unir a los partidos de izquierda, estructurar la lucha contra el imperialismo y oponerse a las políticas neoliberales del momento.
Con las decisiones del presidente Trump para proteger a su país, especialmente la lucha contra el narcotráfico, motor de la violencia y corrupción mundial, así como las medidas para combatir otros delitos afines, y sumado a los cambios en la orientación política de varios países en el vecindario, se permite observar la llegada de un nuevo orden mundial donde la izquierda pierde terreno rápidamente. Los vientos de democracia se viven en países gobernados por la izquierda como Chile, Argentina, Bolivia, Ecuador, Honduras y muy cerca están Venezuela y, sin duda, Colombia, donde debido a la corrupción y a la situación en que están dejando al país, las votaciones de 2026 serán definitivas para rechazar al socialismo y enderezar el camino.
Como nos encontramos en la época navideña, se puede decir que a muchos colombianos “se les atragantó el buñuelo” al conocer la reciente encuesta donde el candidato de la izquierda parece aventajar a los otros precandidatos; de ser válida esta tendencia, indicaría varias posibilidades: se puede pensar que los resultados estuvieron manipulados, pero también que la muestra no fue representativa o que algo están haciendo mal en el centro y en la derecha, porque es imposible esconder el mal que le ha hecho al país la izquierda, recordando el nefasto “estallido social” impulsado por el bachiller Bolívar y sus adeptos, así como en los últimos tres años, polarizando a la población, favoreciendo la inseguridad, acabando con la economía y deteriorando la calidad de vida de los colombianos.
La posición de Colombia en el escenario internacional, debido a las desafortunadas declaraciones del jefe de gobierno y al creciente negocio ilegal del narcotráfico, es parte de las perlas que afectan la buena imagen del país y, por consiguiente, a los ciudadanos, generando una gran incertidumbre que espanta la inversión nacional y extranjera; asimismo, se ha convertido en uno de los principales elementos por los cuales se incrementa la migración de nacionales, se amplifica el trabajo informal, se cierran empresas y el mal ejemplo de muchos servidores públicos, debido a actos de corrupción, desmotiva a las nuevas generaciones.
Aún podemos impedir que se hunda el buque logrando la unión de esfuerzos y voluntades entre los políticos honestos; la compra de conciencias y, por consiguiente, de votos es el talón de Aquiles de las próximas elecciones, pues el gobierno continúa ofreciendo subsidios a diestra y siniestra para asegurar la continuidad del progresismo en el futuro. Están prendidas las alarmas que indican la posibilidad de que la izquierda siga haciendo lo imposible para continuar gobernando y es por ello por lo que los precandidatos se deben pellizcar y despertar, pues los egos y ambiciones solo podrán desembocar en la pérdida de las libertades y en el menoscabo de la democracia.
Bienvenido el nuevo orden mundial con un vecindario dinámico, emprendedor, motivado y de empuje, alejado de los desafueros de una izquierda funesta y de un socialismo devastador.
