
Opinión
O nos unimos o nos hundimos
Por fortuna, son muchos los errores que cometen.
En el estudio de la ciencia política nos enseñan que el ejercicio del poder público es un derecho al que tenemos acceso todos los ciudadanos, por ese motivo, no puede ser ajeno a nadie, ni al albañil, ni al zapatero, ni al médico y mucho menos al abogado.
En ese contexto, como constitucionalista y defensor de la Constitución Política, carta de derechos que materializa el ejercicio de ese poder político, me atrevo a exhortar, por el momento coyuntural que atraviesa el país, a los expresidentes Álvaro Uribe Vélez y a Juan Manuel Santos Calderón a unirse para salvar nuestra democracia.
En un Estado de derecho los expresidentes tienen una alta significación en el presente y en el futuro de la democracia, por lo que, sería mucho pedir que ellos, en forma directa, den el primer paso; sin embargo, cada uno tiene a su alrededor equipos que asesoran sus decisiones y pronunciamientos políticos que podrían auspiciar ese acercamiento en beneficio del mantenimiento del orden constitucional y la institucionalidad.
De ese reencuentro, nada imposible en el plano político, bien podría salir un candidato del consenso, en el que también caben los expresidentes Andrés Pastrana Arango, César Gaviria Trujillo e Iván Duque, a manera de ejemplo, para que los candidatos que estén alineados con la defensa y la conservación de la democracia hagan lo propio.
En nuestro azotado pasado reciente y, para decirlo claro, en este gobierno, se vienen dando desde su inicio, lo que he denominado “los accidentes geográficos de nuestro devenir jurídico” que son un símil con aquellos espacios geográficos que entran y salen del mar, como las penínsulas y los golfos, otros que se elevan hacia el firmamento como las montañas, las cordilleras, y muchos más, pero que, en el plano democrático, lanzados por quienes sufren de anomia —aversión a la norma— causan mucho daño a las instituciones y al orden constitucional.
No nos cabe en la cabeza de los colombianos de bien que deseamos seguir gozando de las libertades individuales, que un presidente de la República se jacte de compartir tarima con personas condenadas por delitos execrables, ni que el gobierno proponga un ‘decretazo’ inconstitucional y una asamblea constituyente sin ley ni Dios. Mucho menos que decrete un estado de conmoción interior que se viene cayendo por pedazos.
Todos esos accidentes geográficos los hemos venido advirtiendo, pero, observo que la gente se siente inconforme; sin embargo, esa inconformidad se ventila por debajo de la ruana, por debajo de la mesa.
Pues bien, ante este panorama crítico, ¡o nos unimos o nos hundimos! Por fortuna, son muchos los errores que cometen.