Julio Londoño Paredes Columna Semana

Opinión

Países receptores de delincuentes y emigrantes ilegales

Una modalidad peligrosa que practican algunos países.

Julio Londoño Paredes
27 de junio de 2025

Hace algún tiempo se practicaba que unos «buques fantasma» depositaran subrepticiamente en playas de países en desarrollo residuos peligrosos —tóxicos, corrosivos, radiactivos—, entre otros. Esto generaba graves efectos sobre la salud y el medioambiente.

Ahora surge otra curiosa práctica en el ámbito internacional: peligrosos delincuentes están siendo enviados por algunos Estados a ciertos países, que se están convirtiendo en «depósitos de maleantes», generalmente mediante dádivas, pagos o privilegios de alguna clase al país receptor. En algunos casos, bastan unas palmaditas en la espalda, públicamente, al mandatario de turno por parte de la potencia remitente.

En América Latina es muy conocido el caso de El Salvador, donde no solamente han sido encarcelados en prisiones de alta seguridad miembros de las bandas criminales que operaban en el país, sino que además está recibiendo delincuentes de alta peligrosidad de terceros países, enviados desde los Estados Unidos.

Pero no solamente El Salvador es receptor; también algunos Estados africanos con diversas modalidades, como Sudán del Sur y Libia —países que afrontan gravísimas situaciones internas, incluidas sangrientas guerras civiles con resultados impredecibles— cumplen esa función.

Funcionarios gubernamentales estadounidenses han afirmado que el propósito es no solamente salir de personas indeseables, sino generar aprehensiones entre los delincuentes para que vean cuál sería su destino si continúan en sus andanzas: ser enviados a una especie de “caldera del diablo”.

También en África, el Reino Unido concertó un acuerdo con Ruanda, para que migrantes ilegales de diferentes nacionalidades fueran enviados a ese país —que afronta todo tipo de problemas— para que, desde allá, tramitaran sus solicitudes de asilo. El primer ministro británico, sin embargo, tuvo que suspender el acuerdo, ya que, no solamente estaba costando una enorme suma al gobierno, sino que no había servido para disuadir a muchos de ingresar al país y solicitar asilo.

Hace algunos días trascendió que también el Gobierno ecuatoriano estaba considerando la posibilidad de enviar a El Salvador a algunos de los más peligrosos delincuentes que están en sus cárceles. No hay que olvidar que muchos de ellos son de nacionalidad colombiana.

Petro apareció en Medellín en una de sus pugnaces peroratas, con un grupo de sujetos sacados de las cárceles. ¡Cómo ha cambiado la vida! Hace algunos años, los acompañantes de los presidentes en ese tipo de actos, eran las autoridades civiles, militares y eclesiásticas del lugar.

En esas condiciones, no estaría lejano el día en que en Colombia se reciban delincuentes de otros países. Así pasaríamos a la selecta lista de países receptores. No propiamente por acuerdos internacionales, sino porque muchos bandidos considerarían que, en nuestro país, —donde, además, las cárceles son peligrosos centros de crimen y corrupción—, perderían su condición de delincuentes y pasarían a ser “personas en rehabilitación”.

Veremos cuál será el próximo paso.