Marc Eichmann.

Opinión

Peñalosa, opción presidencial

Es momento de elegir a nuestros presidentes en función de su capacidad real para hacer las cosas bien.

Marc Eichmann
23 de septiembre de 2025

¿Qué tal si la carrera presidencial la ganara Enrique Peñalosa? El exalcalde de Bogotá que enfrentó a las mafias del transporte en la guerra del centavo y tuvo el valor de expropiar las canchas de equitación del Country Club para convertirlas en un parque accesible para todos los ciudadanos. O aquel que puso fin a la costumbre de los bogotanos de estacionar en los andenes como si fueran parqueaderos.

Estos son solo algunos ejemplos del carácter y la visión de Peñalosa como alcalde. Sin embargo, la izquierda, siempre sin fundamentos sólidos, lo acusa de ser vendedor de buses y de un absurdo crimen: intentar contratar un metro que facilitaría la vida, en gran parte, a la población menos favorecida del sur de la ciudad. Es importante aclarar que Enrique Peñalosa nunca ha sido investigado por malversación de fondos, ni se le conocen escándalos de corrupción. Los mitos urbanos sobre el relleno de la Autopista Norte, por ejemplo, fueron aclarados y hoy esa vía funciona correctamente.

En comparación, los otros candidatos que pasaron por la Alcaldía de Bogotá tienen poco que mostrar. Claudia López impuso un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) por decreto, que no ha permitido el desarrollo de ningún lote bajo esa modalidad debido a su pésimo diseño. Gustavo Petro, por su parte, no salió ileso del escándalo por la millonaria compra de camiones de basura inservibles.

Pero centrémonos en Peñalosa. Él estructuró obras en Bogotá que, aplicadas a nivel nacional, serían sueños hechos realidad: un acueducto para Santa Marta, una carretera decente de Yumbo a Buenaventura, o incluso una vía que conecte Quibdó con el mar, aún inexistente.

Su forma de gestionar las finanzas públicas sería heterodoxa, pero siempre con un compromiso de eficiencia y transparencia. Nunca actuaría por interés político propio, a diferencia de Petro, quien cree que la descertificación impuesta por Estados Unidos debería enojar a los colombianos, cuando en realidad revela sus preferencias por los intereses criminales.

Peñalosa aplica dos principios claros que han demostrado ser buenas prácticas políticas: primero, dejar que el mercado funcione, con una intervención regulatoria del Estado solo cuando es necesaria; segundo, promover la igualdad de oportunidades, sin que el Estado pierda su rol en mejorar la calidad de vida mediante lo público. Los parques, bibliotecas y ciclovías que construyó en Bogotá generaron justamente eso: calidad de vida para los menos beneficiados, en momentos en que la diferencia social es más visible.

Es momento de elegir a nuestros presidentes en función de su capacidad real para hacer las cosas bien, no de sus discursos vacíos o de las maniobras circenses que tanto proliferan. En ese sentido, Enrique Peñalosa quizá sea el mejor de los 104 candidatos a la Presidencia.

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