Francisco José Mejía columna Semana

Opinión

Petro, saque todo lo que tenga, no le tememos

Ante el hundimiento de la consulta populista, Petro ha tocado su clarín de guerra y se dispone a materializar sus amenazas.

Francisco Mejía
18 de mayo de 2025

La mentira, el miedo y la represión son las tres armas que utilizan los dictadores para mantenerse en el poder. Sin embargo, Petro las ha utilizado aun antes de ser dictador, como lo hicieron en su momento Hitler y Mussolini.

De la mentira hecha propaganda hay suficiente ilustración. Sobre el miedo y la represión es claro que jugaron un papel importante en la campaña de Petro. Toda la violencia que bajo sus órdenes se desató en el falso “estallido social”, le sirvió —como candidato— para que muchos votaran por él como una manera de aplacar ese caos social fabricado. “Explosión controlada”, lo llamó Alejandro Gaviria. Petro reeditó épocas oscuras de la historia de violencia política, en las cuales se ha practicado la represión a gran escala sin necesidad de controlar a ningún cuerpo de seguridad del Estado. Lo hizo con una guerrilla urbana llamada primera línea. La de Hitler, antes de ascender al poder, se llamó camisas pardas, y la de Mussolini camisas negras.

Pero Petro no dejó de intimidar una vez elegido: desde el primer día empezó con su estrategia de infundir miedo a las demás ramas del poder y no ha hecho sino escalarla: no llevaba ni un mes de gobierno cuando el entonces ministro del Interior, Alfonso Prada, presionando por la reforma tributaria, dijo: “… Incluso la movilización popular para decirle al Congreso que necesitamos plata para salir de esta. El que entendió, entendió”. O cuando secuestró por unas horas a la Corte Suprema de Justicia rodeando el edificio con sus colectivos violentos agitando banderas del M-19. La Corte, tristemente, “entendió” y nombró fiscal de una terna que no le daba garantías al país.

Ante el hundimiento de la consulta populista, Petro ha tocado su clarín de guerra y se dispone a materializar sus amenazas. Mejor así, igual lo iba a hacer en 2026 para escamotearnos las elecciones. Es mejor enfrentarlo ahora. Por eso, que nadie se mueva de su lugar: este es el momento del coraje, no del miedo. El Senado debe hundir cuantas consultas populistas le presenten; jueces y magistrados, a procesar toda la corrupción petrista; soldados y policías, a desobedecer órdenes inconstitucionales y enfrentar con decisión a los colectivos violentos; y los ciudadanos, a tener el valor civil y estar dispuestos a darlo todo para defender nuestras libertades.

Un Petro derrotado ahora perderá su arma más letal para el 26, que es el miedo. Quien debe tener miedo es él, que tiene el sol a las espaldas y le quedan 15 meses para irse, y el resto de su miserable vida para hundirse en sus vicios y rumiar la decepción de no haber podido ser el dictador que soñaba.

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