Salud Hernández

Opinión

Petro y las oscuras jugadas con el clan Calle

Gustavo Petro conocía el descrédito de los Calle y el juicio que afrontaba papá Gabriel por malos manejos en su primera alcaldía. Nada de eso le importó.

Salud Hernández-Mora
10 de mayo de 2025

No puede hacerse el pendejo, tapar su responsabilidad. Como vive convencido de que somos un pueblo de borregos sin cerebro, creyó que nos engañaría al redactar una frase ininteligible en X para que nos dedicáramos a hablar de sus adicciones y olvidáramos las jugaditas corruptas de Name (que pregunten a María José Pizarro).

Pero su “Almoarecer busvo en em amor la.foema de extraee dinwros para pagar campañas en Bohitá” no logró el objetivo. Nadie concedió importancia a sus garabatos infantiles por lo burdo de la maniobra.

La atención se centró en la detención de los dos expresidentes, presuntos corruptos, que ayudaron a su Gobierno a pasar reformas a cambio de tulas repletas de billetes.

Pero en esta columna me centraré solo en Andrés Calle. Su alianza con Petro constata la hipocresía de una presidencia marcada por las trampas, la deshonestidad, los actos delictivos, los silencios pagos. Y por tratarse de un caso que vengo denunciando desde 2023, tras el asesinato de Rafael Moreno, periodista cordobés, látigo de corruptos.

La clase política intentó adjudicar su muerte a los Gaitanistas, pero ellos no fueron. Se trató de un crimen para tapar una voz incómoda.

El siniestro clan Calle, natural de Montelíbano, era una de sus dianas favoritas. “Ellos quieren robarse el municipio. Literal. Y que nadie les diga nada”, sentenció el valiente colega fallecido en su programa, transmitido por redes sociales. Se refería al jefe del clan, Gabriel Calle, que fue alcalde de su natal Montelíbano, y a sus dos retoños: Andrés, joven congresista del Partido Liberal, del ala petrista, y a su hermano, Gabriel Jesús.

Pese a que papá Gabriel cuenta con lugareños que alaban su primera alcaldía, las denuncias de Rafael, con pruebas contundentes, iban calando. Por desgracia, las amenazas y súplicas de la familia Moreno para que lo dejara, no surtían efecto. Estaba decidido a seguir adelante hasta que lo mataran.

Gustavo Petro conocía el descrédito de los Calle y el juicio que afrontaba papá Gabriel por malos manejos en su primera alcaldía. Nada de eso le importó. Solo miraba el caudal electoral que aportarían y la ventaja adicional de que eran liberales, y Petro intentaba captar a integrantes de ese partido.

Por eso designaron a Gabriel Jesús como gerente de la campaña de Petro en Córdoba y ayudaron a que el joven Andrés presidiera el Congreso en julio de 2023. El clan tocaba el cielo con las manos. Solo faltaba que el patriarca Gabriel repitiera alcaldía en los comicios de octubre 29, 2023. Era una tarea complicada no solo porque aún resonaban las acusaciones de Rafael, sino por la popularidad de su rival, Millo Cura, el claro favorito.

Para coronar ese anhelo, con la colaboración de la Presidencia, idearon un plan cargado de trampas, de juego sucio, estilo petrista. Pero quedaba poco para las elecciones y debían actuar rápido.

El 14 de octubre, Sneyder Pinilla entregó en Montería los 1.000 millones a Andrés Calle, por orden de Carlos Ramón González, ex-Dapre y luego jefe de la Dirección de la Inteligencia Nacional.

En simultáneo, Presidencia incluía a Montelíbano en una gira nacional destinada, supuestamente, a escuchar a las regiones. Inventaron ese atajo porque Petro no podía hacer campaña.

El evento en Montelíbano tuvo lugar el día 19. Abarrotaron el recinto de petristas purasangre y de bulliciosos seguidores de los Calle. En la mesa principal, Petro sentó a su derecha a Andrés, entonces presidente del Congreso, y, a su izquierda, a Carlos Ramón González.

También asistió Sandra Ortiz –encargada de las regiones–, con el papel de alabar a los Calle, micrófono en mano y voz tronera.

“Saludo especial al presidente de la Cámara, ¡que nació en este municipio!”, vociferó. “¡Felicitarlos por este gran hombre que les defiende desde el Congreso! ¡Que trabaja por el pueblo, por ustedes!”, chillaba, y la audiencia estallaba en aplausos y gritos de júbilo. “¡Gracias a Petro! ¡Gracias al liderazgo del presidente Andrés Calle, que subió los aportes a Córdoba…!”, concluía Ortiz. Su discurso vibrante, encendido, ambientó la intervención de Andrés, que dejó claro que, si su papá ganaba, Montelíbano tendría a Petro.

El jefe de Estado cerró con un discurso favorable a sus aliados. No hacía falta que hablara, su sola presencia daba el empujón que Gabriel Calle requería. Luego dejó metidos a los trabajadores de Sintracerromatoso para almorzar con los Calle en su lujosa finca Vila Cristi, comprada de aquella manera.

Pero necesitaban amarrar el triunfo. Dieron dos pasos más, al estilo escuela cubana: el 26 octubre enviaron una unidad élite de la Policía desde Bogotá para allanar, de noche, la casa del tesorero de Millo Cura. A la mañana siguiente requisaron el carro de la esposa de Cura en plena vía pública, para que se viera.

Sabían de antemano que no hallarían nada. Solo cumplían la misión de difundir la infamia de que Millo Cura escondía plata para comprar votos. Gabriel, sin embargo, con Petro a su lado, era el impoluto.

El petrismo es un peligro.

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