
Opinión
¡Por fin estoy de acuerdo con Benedetti!
Recordemos agosto de 2022, cuando Petro posó con su “gabinete del cambio”: 18 ministras y ministros, una mezcla de activistas, exguerrilleros y académicos.
Cuando Benedetti dice que el gabinete es un “gabinete flojo”, no podría estar más de acuerdo. La degradación del gabinete es total. No es que fuera muy bueno para comenzar, pero la situación actual es absurda. En poco más de tres años, han desfilado 60 ministros en 19 carteras ministeriales, lo que equivale a un relevo cada 19 días. Y eso que Petro ni siquiera ha llegado al final de su periplo presidencial.
Recordemos agosto de 2022, cuando Petro posó con su “gabinete del cambio”: 18 ministras y ministros, una mezcla de activistas, exguerrilleros y académicos. Parecía el dream team de una telenovela. Pero ninguno de esos pioneros sobrevive hoy en su puesto original. Los primeros en caer fueron Alejandro Gaviria en Educación, apenas seis meses después, por atreverse a pensar en lugar de aplaudir, seguido de Patricia Ariza en Cultura y María Isabel Urrutia en Deporte, por bajos resultados o corrupción. Eso era solo el aperitivo.
El show vino en abril de 2023, cuando Petro, harto de que la coalición de partidos no le rindiera pleitesía ciega, anunció la ruptura y un remezón masivo: siete salidas de golpe, incluyendo pesos pesados como Hacienda e Interior. “La coalición se terminó”, trinó Petro. Desde entonces, la ruleta ministerial no ha parado de girar. En julio de 2024 hubo otro ajuste con seis cambios y el clímax se produjo en febrero de 2025, tras el regreso del controvertido Armando Benedetti —sí, el mismo que ahora nos une en este raro consenso—, cuando Petro pidió renuncias a todos y desató un éxodo bíblico: 11 de 19 carteras afectadas, con dimisiones irrevocables que dejaron al país sin saber quién firmaba los decretos. Iván Velásquez y Gloria Inés Ramírez, los últimos del gabinete original, se fueron en febrero.
En julio de 2025, Laura Sarabia dimitió en Cancillería por el fiasco de los pasaportes, y en septiembre, tras la derrota en la Corte Constitucional (donde el candidato opositor Carlos Camargo humilló a la apuesta petrista), Petro pidió tres cabezas más: Trabajo, Comercio y TIC. La cartera de Transporte ha tenido cinco ministros en tres años, desde Guillermo Reyes hasta interinos que nadie recuerda. Hacienda: cuatro titulares, con Ricardo Bonilla saliendo por corrupción. Interior: cuatro, incluyendo a Cristo y ahora Benedetti, el rey de las lealtades volátiles. Comercio, Cultura, Deporte: todas con al menos cuatro, como si fueran extras en la tragicomedia en que se ha convertido el país. E Igualdad, creado en 2023: ya va por su tercer titular, con Carlos Rosero “negriado” en vivo por el mismo Presidente y durando menos que un like en Instagram. Claro, el mejor reemplazo tenía que ser un actor porno de género “fluido”, que solo duró 35 días, siendo suspendido por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, quien nuevamente se reencaucha en el gabinete, gracias al nombramiento en el ministerio de las TIC de Carina Murcia, para cumplir con la ley de cuotas de género, pero con “vasos comunicantes” con el famoso “contratista” Emilio Tapia y dudosos personajes del partido de la U.
Esta farándula no es solo estética; es un desastre funcional. Analistas y empresarios lo gritan: la rotación constante frena la ejecución de políticas, genera incertidumbre en el sector privado y deja un 75 % de promesas de campaña en el limbo. Petro culpa a sus ministros en consejos televisados, expone fracturas internas como un reality de supervivencia y luego los reemplaza con “leales” que duran lo que un helado al sol. ¿Estrategia? Más bien, un vicio por el drama, una alergia a la estabilidad que convierte al gobierno en una novela donde el libreto lo escribe el capricho presidencial.
¿Y el nivel? Si Benedetti califica esto de “flojo”, es porque hasta el más cínico ve el colapso. ¿Cuántos más caerán antes del telón? Apostemos: al menos diez, contando con las dimisiones que Petro ya debe estar rumiando.