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OPINIÓN

Fernando Ruiz

¿Quién defiende a la clase media?

En los próximos cuatro años Colombia tiene que abordar urgentemente una política que cierre la brecha social contrario a la ‘profesionalización’ y reivindicación de la pobreza que ha impulsado este triste gobierno de izquierda.
22 de diciembre de 2025, 10:54 a. m.

De acuerdo con las estimaciones del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) para 2024 el 34,4 % de los colombianos pertenecían a la clase media, con un ingreso per cápita que oscila entre $897.987 y $4.835.315 al interior de los hogares en nuestro país.

La clase media es la que realmente da estabilidad y proyección a una nación. En los últimos años ha crecido en Colombia de manera importante, pero con tremendos altibajos que dan indicios de su extrema vulnerabilidad. De un crecimiento que alcanzó su máximo hacia 2015, la pandemia extrajo alrededor del 5 % enviándolos al grupo de población vulnerable.

Pero el crecimiento de esta población tiene diferencias de equidad y contrastes muy significativos. Mientras en los centros urbanos el 41 % de la población colombiana pertenece a la clase media; en las zonas rurales solamente el 11 % hace parte de ella. Es la contradicción de “dos naciones” que conviven bajo la misma geografía. Por ejemplo, en Bogotá el 55 % de los hogares se considera de clase media, pero, en Chocó, casi ese mismo porcentaje se encuentra debajo de la línea de pobreza.

No obstante, también existen inequidades de género. En el top 5 de los ingresos, la participación de los hombres es del 54 % mientras que las mujeres solo alcanzan el 46 %. Ni hablar de la llamada clase alta, compuesta un 65 % por hombres. Las mujeres continúan teniendo barreras particulares para el progreso económico y social, aún entre las clase media y altas del país, porque ellas ganan en promedio un 6,3 % menos.

La fragilidad de la clase media colombiana está muy relacionada con sus patrones de gasto, particularmente en educación, vivienda y salud. En ciudades de alta concentración de clase media -como Bogotá- el 40 % de la matrícula escolar se hace en el sector privado. Esto indica un énfasis en la acumulación de capital humano, un factor de presión creciente es el incremento de su valor en colegios privados, y la alta inversión en educación superior que deben hacer las familias de clase media colombianas.

La única política no coyuntural que soporta el ingreso y permanencia de nuestra clase media es el acceso a la salud. La afiliación universal al sistema de salud es un factor de cambio social en Colombia. Sin embargo, la actual crisis del sistema de salud está pasando factura por el crecimiento de la necesidad de protección del riesgo de enfermedad que ocasionó un incremento del 12 % anual en la adquisición de pólizas de medicina prepagada, un crecimiento en el gasto en servicios médicos y medicamentos que ya llegó al 8,7 % del ingreso de los gastos de los hogares de clase media.

Es más que evidente que las políticas sociales del país se han dirigido a solucionar los acuciantes problemas de la población debajo de la línea de pobreza, pero los subsidios no solucionan de raíz las dificultades de informalidad e inequidad que caracterizan a la sociedad colombiana.

En los próximos cuatro años Colombia tiene que abordar urgentemente una política que cierre la brecha social contrario a la ‘profesionalización’ y reivindicación de la pobreza que ha impulsado este triste gobierno de izquierda. Es la promoción y ascenso social el gran reto de la sociedad colombiana. Pero lo que tenemos en la actualidad es muchos alcaldes haciendo obras y un gobierno nacional enredado en su ideología y corrupción.

¿Quiénes serán los candidatos, qué propuestas tienen para transformar la sociedad y hacer crecer la economía? Esta es una pregunta que atañe a nuestra educada, pero frágil clase media urbana, y cuya respuesta deberíamos hacer responder al bosque de candidatos existentes para las elecciones de 2026.