
Opinión
Signalgate
Fue una gigantesca violación del secreto militar, aunque el Gobierno Trump pretende negarlo.
El escándalo estalló el lunes. El director de la revista The Atlantic escribió que el asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca lo incluyó en un chat del secretario de Defensa de los Estados Unidos. De esa manera, involuntariamente, se enteró del reciente bombardeo contra un país extranjero. El 15 de marzo, en ese chat de la aplicación Signal, el secretario de Defensa reveló anticipadamente detalles de los ataques que ese día se realizaron desde barcos y aviones norteamericanos contra los insurgentes hutíes de Yemen, un grupo que recibe financiación de Irán y que lleva años arremetiendo contra los barcos que navegan en el mar Rojo para cruzar el canal de Suez.
Fue una gigantesca violación del secreto militar, aunque el Gobierno Trump pretende negarlo. Otros funcionarios que formaban parte del chat, entre ellos el director de la CIA, el asesor de seguridad nacional y la directora de la oficina nacional de inteligencia, sostienen, contra toda evidencia, que no se reveló información de inteligencia. Pero todo el mundo sabe hoy qué aviones se utilizaron, la hora exacta del bombardeo, cuáles misiles se lanzaron, etcétera. Si un oficial del Ejército o de la Marina hubiera divulgado detalles sobre un ataque militar próximo a realizarse, sería destituido y procesado. El Pentágono tiene sistemas seguros de comunicación que no fueron utilizados en este caso.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, la emprendió contra el periodista, usando la vieja táctica que consiste en agredir al mensajero. Hegseth, de 44 años, estuvo un tiempo en el Ejército, pero fue nombrado en el cargo porque durante los últimos diez años fue presentador de un programa de fin de semana en la cadena Fox, donde se distinguió como abyecto adulador de Donald Trump. Cuando Trump anunció después de su victoria en noviembre que lo nombraría jefe del Pentágono, surgieron acusaciones graves en su contra. Primero, que fue un beodo consuetudinario durante años. Lo tenían que retirar de eventos sociales por su avanzada embriaguez. En un bar en 2015 lo oyeron gritar, borracho: “Maten a todos los musulmanes”. También se conoció que era un maltratador de mujeres y se supo que este sacamicas de Trump pagó 50.000 dólares a una mujer que lo acusó de violación en un encuentro sexual que sostuvieron durante una conferencia. Hegseth dijo que el encuentro fue consentido. La mujer estaba en la conferencia con su marido. También se conoció un correo electrónico que la mamá de Hegseth le envió en 2018 cuando él se estaba divorciando de su esposa, Samantha. Aunque después de publicado la mamá afirmó que su hijo era un buen esposo, ya nadie le creyó. Ese e-mail dice así:
“Hijo,
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He intentado guardar silencio sobre tu carácter y comportamiento, pero después de escuchar cómo hiciste sentir a Samantha hoy, no puedo callarme. Y como mujer y siendo tu madre, siento que debo hablar. Eres un maltratador de mujeres; esa es la cruda realidad, y no respeto a ningún hombre que menosprecia, miente, engaña, se acuesta con otras mujeres y las usa para su propio poder y ego. Tú eres ese hombre (y lo has sido durante años) y, como madre, me duele y me avergüenza decirlo, pero es la triste, triste realidad. No soy una santa, ni mucho menos... así que no me lo eches en cara, pero el maltrato que les has dado a las mujeres a lo largo de los años (deshonestidad, infidelidad, traición, degradación, menosprecio) debe ser denunciado. Samantha es una buena madre y una buena persona (dadas las circunstancias que creaste) y sé que en el fondo lo sabes. Que intentes etiquetarla de “inestable” para tu propio beneficio es despreciable y abusivo. ¿Te queda algo de decencia? Ella no pidió ni merecía nada de lo que por tu culpa ha sufrido. Sé que piensas que esto es una gran competencia y que nos hemos puesto de su lado… tonterías… estamos del lado del bien y ese no eres tú. (Llámame moralista, me da igual). Es hora de que alguien (ojalá fuera un hombre fuerte) se enfrente a tu comportamiento abusivo y lo denuncie, especialmente contra las mujeres.
Aún te queremos, pero estamos destrozados por tu comportamiento y tu falta de carácter. No quiero escribir correos como este y nunca pensé que lo haría. Si daña aún más nuestra relación, que así sea, pero al menos he dicho lo que tenía que decir. Y sí, estamos rezando por ti (y no mereces saber cómo rezamos, así que omite la respuesta sarcástica). No quiero una respuesta a esto. No quiero debatir contigo. De todas formas, tergiversas todo lo que digo. Pero en nombre de todas las mujeres (y sé que son muchas) a las que has maltratado de alguna manera, te digo busca ayuda y reflexiona honestamente sobre ti mismo.
Mamá”.