OPINIÓN
Sin recursos no hay Herencia
Herencia Colombia es una alianza de actores públicos y privados que busca fortalecer el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap), aumentando la cobertura de estas zonas en el país, consolidando su gestión efectiva, mejorando la gobernanza y reduciendo la deforestación.
El pasado 5 de junio, Colombia fue por primera vez el país anfitrión de la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente, el momento más importante en el calendario oficial de las Naciones Unidas para fomentar la acción ambiental en todo el planeta. La celebración, sin duda, fue atípica -por video transmisión y desde un mundo confinado- pero aun así recogió las voces de cientos de expertos nacionales e internacionales que hicieron evidente la estrecha relacion de nuestra salud con la del planeta e insistieron en lo urgente que es reformular nuestra relación con la naturaleza.
El presidente Iván Duque, como anfitrión principal, mostró su liderazgo, valioso y necesario en estos momentos, reiterando el compromiso de Colombia con la conservación de los bosques, la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Tambien mencionó en varias oportunidades la iniciativa Herencia Colombia como una solución basada en la naturaleza en la lucha contra el cambio climático.
¿En qué consiste esta iniciativa de país? Es una alianza entre actores públicos y privados que busca fortalecer el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (Sinap), aumentando la cobertura de las áreas protegidas en Colombia, consolidando su gestión efectiva, mejorando la gobernanza y reduciendo la deforestación, mediante la promoción de alternativas económicas climáticamente inteligentes. Herencia Colombia hace parte de los programas que se beneficiarían con el impuesto al carbono.
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Desde enero de 2017, el Gobierno nacional ha cobrado una tarifa a todo aquel que contamine el ambiente con los gases provenientes de la combustión de gasolina, ACPM, kerosene, Jet Fuel, Fuel Oil y Gas Natural. La meta era que los dineros recaudados fueran destinados a la acción climática incluyendo áreas protegidas y otras acciones de manejo ambiental. Así, el impuesto no solo incentivaría la reducción de emisiones de Gases de Efecto Invernadero, sino que destinaría parte de su recaudo a fines de conservación.
En detalle, un 25% del recaudo iría a procesos relacionados con manejo de la erosión costera, reducción de la deforestación y su monitoreo, conservación de fuentes hídricas y servicios ambientales, y otro 5% a Herencia Colombia para el fortalecimiento del Sistema Nacional de Áreas Protegidas y otras estrategias de conservación. Sin embargo, la inversión del impuesto de carbono en las acciones contra la lucha del cambio climático está todavia en veremos.
Actualmente alrededor de 30 millones de hectáreas en el país están cubiertas por áreas protegidas (15,17% del territorio nacional), una figura de conservación clave para salvaguardar la biodiversidad y preservar este capital natural para siempre y para todos. Pero las áreas protegidas enfrentan enormes desafíos que van desde la falta de financiación hasta el aumento acelerado de la deforestación.
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Precisamente a esto le apunta Herencia Colombia, a lograr un esquema de financiamiento de largo plazo, apalancando recursos públicos como el impuesto de carbono y el apoyo de cooperación internacional y algunos actores privados. Esta iniciativa, liderada por el Ministerio de Ambiente y Parques Nacionales en alianza con WWF, WCS, Patrimonio Natural, CI y la Fundación Gordon and Betty Moore busca garantizar los beneficios que generan las áreas protegidas para nuestra supervivencia y fortalecer la gobernanza territorial.
Pese al compromiso del Gobierno Nacional y a los avances para poner en marcha este programa, el dinero recaudado no se ha desembolsado, lo que limita hacerlo realidad. Si la destinación ambiental del impuesto se hace efectiva, tenemos una enorme oportunidad para conservar nuestro capital natural justo cuando la coyuntura actual nos llama a replantear la manera en la que nos hemos relacionado con la naturaleza.
Lo que está en juego es nada más y nada menos que una de las herencias más importantes del país: sus áreas protegidas.