La transmisión de la entrega del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado, valiente líder política venezolana, así como la expectativa de su llegada a Oslo y su aparición en el frío amanecer ante centenares de admiradores de múltiples nacionalidades que con ansias esperaron su llegada, además de generar un rating televisivo sin precedentes a nivel mundial, también contribuyó a mostrar al mundo los efectos nocivos de una dictadura socialista, lo cual —sin duda— ayudará a producir un efecto dominó frente a las autocracias que hoy atropellan a América Latina y posiblemente a otros lugares de este mundo convulsionado.
Los obstáculos que tuvo que sortear María Corina para viajar a recibir su premio —debido a las amenazas del régimen, sumado a la presión internacional sobre quienes gobiernan Venezuela— probablemente serán la causa para que la primera ficha del dominó en caer sea este gobierno ilegítimo, calificado como narcoestado, el cual está gobernado por el denominado Cartel de los Soles y por cuyo líder hay una recompensa de 50 millones dólares ofrecida por Estados Unidos, superpotencia cuya estrategia internacional está orientada a acabar con el narcotráfico que tanto dolor y muertes causa en su territorio, así como violencia y corrupción en el mundo entero.
Lo que ha salido a la luz con las declaraciones de María Corina muestra claramente que grupos narcoterroristas han traspasado las fronteras y delinquen a sus anchas en el territorio de las dos naciones, confirmando lo que se mencionaba a todo pulmón: que estos han recibido apoyo del vecino gobierno socialista para guarecerse en su país después de perpetrar crímenes en Colombia, particularmente en la zona fronteriza del Catatumbo; esto explica el interés de Maduro por controlar este espacio geográfico y la ‘nueva perla geopolítica’ de querer refundar la Gran Colombia, seguramente para que las fuerzas armadas de Colombia se unan a las venezolanas para su protección personal y la de sus alfiles.
La amarga experiencia vivida durante estos últimos tres largos años confirma que la izquierda miente, engaña, no cumple lo prometido y avasalla al proletariado para que ejecute sus caprichos y fantasías, así como para que agradezca infinitamente las migajas que le lanza para mantenerlo atrapado en su red de odios y rencores, mientras busca acabar con la clase media a la cual le imponen cargas tributarias draconianas para llevarla a la ruina.
No hay presupuesto nacional que resista la malversación de los fondos estatales otorgando subsidios para comprar votos y conciencias, así como tampoco este puede ser suficiente debido al robo descarado de personajes inmorales e incompetentes vinculados al gobierno, a quienes —parece— les otorgan impunidad.
No hay duda de que se requiere mantener los ojos abiertos y los oídos despiertos, pues la principal arma de la izquierda para permanecer en el poder es la constituyente que el gobierno quiere imponer a la fuerza. Es importante que todos los colombianos aprendan de las amargas experiencias que nos ha hecho vivir la izquierda y que tanto daño ha causado en solo tres años. Ojalá que no ocurra lo de las últimas elecciones, cuando hubo que escoger el voto entre el actual presidente y Hernández, quien sin duda fue el caballo de Troya de los progresistas. En caso de que la izquierda pudiera llegar nuevamente al poder en 2026, seguramente convertirá a Colombia en una colonia del comunismo internacional.
Estamos frente a un terremoto político que se ha generado con el Premio Nobel de Paz de María Corina, donde la izquierda adelanta una guerra mediática muy fuerte para tratar de restarle al valor que este reconocimiento representa; el tsunami que se levanta debe servir para que brillen plenamente las democracias en América Latina y se evaporen las sombras del socialismo, como acaba de suceder en la hermana república de Chile. Hay que recobrar la confianza en la democracia y en el peso del voto honesto, no en el voto comprado por la corrupción de un régimen autoritario.
Confiemos en que el nuevo rumbo de la política en nuestro país generará riqueza, prosperidad y bienestar para todos los colombianos.






